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El Informe Philibert

Fuentes: Diagonal

Llevaba un cuarto de siglo haciendo películas, pero no fue hasta ‘Ser y tener’ que se dio a conocer al gran público. Autor que observa con sencillez y cercanía, Nicholas Philibert propone un cine documental que, en vez de contar certezas, haga preguntas.

Es un narrador de historias singulares, que parece que nos hablen directamente a nosotros, a los espectadores. Nació en 1951 en Nancy (Francia), comenzó estudiando filosofía para después orientarse hacia el cine como ayudante de dirección con Renné Allio, Alain Tanner o Cloude Goretta. En 1978 dirigió su primer largometraje documental, La voz de su amo, una reflexión visionaria sobre un mundo futuro gobernado por las finanzas. Desde entonces ha realizado 14 más, entre ellos la multipremiada Ser y tener, sobre una escuela de clase única en un remoto pueblo de Francia, que le dio a conocer mundialmente. ¿Por qué optó por el documental cuando decidió hacer películas?

Esto no es algo que suceda de la noche a la mañana. La primera película en la que trabajé resultó que era un documental y todo se ha ido sucediendo en esa línea desde entonces en mi carrera. Lo que me gusta del documental es la falta de una pauta fija, de un programa de trabajo y un guión de rodaje, es esa mezcla de incertidumbre y libertad, esa fragilidad que me empuja a estar siempre alerta.

Empezó a hacer cine en 1978. ¿Cree que ha cambiado la situación para los nuevos directores que quieren hacer su primera película?

Ahora puedes tener una cámara digital y hacer una película por tu cuenta con pocos medios. No depende del proyecto, se puede hacer con poco dinero; cuando yo empecé estas cámaras no existían, todo era mucho más caro. Ahora, de algún modo, todo es mucho más democrático. Todo el mundo puede hacer películas, lo que no quiere decir que todas sean buenas.

¿Cómo ve la situación actual del cine documental?

Es extraño y triste ver lo diferentes que son las películas que puedes ver en un festival de cine documental y las que se ven por televisión, no son las mismas palabras e intenciones. Hay obras geniales y muy particulares, proyectos muy sólidos que parecen decir mucho de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos. Estas películas no se ven en televisión. Este es el gran problema, es como si los programadores de televisión del planeta entero sólo trabajaran para que el show continúe.

¿Los responsables son las televisiones que lo programan o los espectadores que lo demandan?

La televisión es como el bromuro puesto en el agua de los soldados para dormir su sexualidad. Aniquila nuestra humanidad, está hecha para dormir a la gente y esconder. No quieren que pensemos, nos quieren consumiendo y sin sangre en las venas, como marionetas. De vez en cuando se ve un programa que rompe la dinámica, pero son contadas excepciones.

En un contexto de crisis social y económica mundial, ¿cuál es el papel del cine documental?

No creo que las películas, especialmente los documentales, estén hechas para responder a preguntas. Están hechas para mantener las preguntas abiertas y hacer a la gente pensar. No hay respuestas inmediatas.

¿Quién tiene respuestas?

Es mucho más interesante mostrar la complejidad y las paradojas que dar simples respuestas; aquellos que pretenden darlas se equivocan. El rol del documental es mantener las preguntas abiertas, preguntar y preguntar siempre.

El documental tiene un público muy reducido en comparación con la ficción. ¿Cómo podría hacerse más universal?

Localmente hay festivales, que son un mundo paralelo a la televisión. Tenemos que luchar y tratar de empujar y convencer a aquellos que son los responsables de programar. Es una lucha diaria, en muchos frentes, no hay una única solución.

Usted arrasó en taquilla con Ser y tener, ¿le ha condicionado este éxito?

Sin duda ha cambiado cosas en mí. La gente te concede el mérito de haber hecho una buena película y también te desprecia como el farsante que piensan que eres. A mucha gente que le gustó al principio, puede que tres meses después, con el éxito universal, ya no le guste y la critique con fervor. Esto también es muy típico en Francia._ También pasé por problemas judiciales, ya que el personaje principal de la película, el profesor, reclamaba ser coautor. El juez acabó dándome la razón, y esto creó mucha prensa a la película. Querían enfrentarnos públicamente en los medios y yo me negué, yo no estoy para eso, para eso está la justicia._ Me ha cambiado en el sentido de ayudarme a poner dinero en el siguiente proyecto, incluso sin leerse el guión. A mí esto me encanta, está claro, y me permite hacer cosas más extravagantes de ahora en adelante.

¿Cree que últimamente hay un mayor interés hacia el documental en detrimento de la ficción?

Desde hace años se habla de crisis de la ficción. Yo no lo creo. La ficción se mueve igual que lo hace el documental, también hay un mercado paralelo de obras peculiares y creativas. Lo que está cambiando es la forma en que vemos las películas.

En Francia, los festivales se llenan y las salas están repletas para ver en cines normales películas diferentes. La gente discute lo que ha visto al salir en la calle, a todos nos gusta relacionarnos y compartir. Luego estas películas se proyectan fuera del festival y no las ve nadie.

¿Qué pasa con la gente que no paga una entrada de cine para ver un documental?

Un documental puede ser tan cinematográfico como la ficción, con mis películas yo lucho por eso. La calidad de la película no está relacionada con su presupuesto, puedes quedar profundamente tocado por una película hecha en MiniDv por una sola persona y algo muy simple te puede emocionar. Yo sé que el documental es humanidad, es lo que somos, sé cómo de lejos podemos ir en el horror. Quizás, para continuar viviendo, necesito saber que existen cosas que no son oscuras, que son simples y sencillas.

¿Cuál es su próximo proyecto?

Estoy terminado de editar una película que he hecho con una pequeña cámara DV por primera vez. Trata de un orangután que está en el zoo de París detrás de un cristal, desde hace más de 37 años, un tiempo larguísimo. Se estrenará en marzo del año que viene en Francia. Su título es Nenette.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Informe-Philibert.html