El frustrado intento de golpe viene a probar el nivel al que ha llegado la crisis en el país. A la situación económica, alarmante para la mayoría del pueblo que vive de su trabajo, se suma el impacto que tiene en el imaginario colectivo la acción golpista develada el 12 de febrero último. Una intentona […]
El frustrado intento de golpe viene a probar el nivel al que ha llegado la crisis en el país. A la situación económica, alarmante para la mayoría del pueblo que vive de su trabajo, se suma el impacto que tiene en el imaginario colectivo la acción golpista develada el 12 de febrero último.
Una intentona realizada por oficiales activos de la FANB que contaría con la inspiración de parte destacada de la dirección política de la derecha local, como sugiere la detención del Alcalde Mayor Antonio Ledesma y con claro respaldo internacional de Estados Unidos y sus subordinados del PP español y de Suramérica. Así se ha agrietado, quiérase o no, un elemento, quizás el último, que perduraba como base de estabilidad política: la certeza de que las fuerzas armadas como un todo sostenían al gobierno.
Pero confundir la dinámica de la situación con el momento concreto, es decir, la grieta con el quiebre total, puede ser el mayor error que se cometa en el análisis de situación. El gobierno del Presidente Maduro tiene una ventaja: aún hoy, a pesar de que se desarrollan, con velocidad de vértigo una serie de condiciones, de las cuales la más grave es la crisis económica, la situación está represada, aunque esta ventaja esté rodeada de un mar de confusiones y de conflictos aislados. Sin embargo, la detención de Ledezma, la vuelta de La Hojilla y el pedido sobre Julio Borges y María Corina Machado, muestran que estamos en el inicio de una nueva coyuntura política.
Porque decir que la situación está contenida no significa que esté quieta. No es que con la develación del golpe haya terminado, es que ha empezado una batalla decisiva. Y, en este caso, como en los primeros minutos de un match de box, los actores sociales y políticos se estudian, hacen fintas, se mueven, amagan con lanzar un golpe para estudiar la reacción del oponente y así, hasta definir su línea de combate. Por ahora no está claro en cuál escenario se dará el round decisivo de esta coyuntura. Por eso cualquier situación puede presentarse. De todas formas, pareciera que lo más probable, en todo caso lo más sensato, es que todos los escenarios futuros deberían pasar primero por la alcabala de las elecciones legislativas de este año.
Visto desde el lugar de los que defendemos el Proceso Bolivariano, es tiempo de pensar con cabeza fría, debatir las causas profundas que nos han traído hasta aquí y definir los pasos a seguir. No es tiempo de propaganda hueca, vacía, tampoco de polarización electorera. Se trata de explicar pacientemente a nuestro pueblo las condiciones reales que hoy plantea la lucha y de hacer las propuestas para que, cambiando el rumbo actual, el gobierno aplique las políticas y medidas de solución a la crisis que el pueblo perciba como correctas para defender sus derechos.
El debate en la oposición: Dos tácticas que confluyen
La crisis en la oposición está asentada en una diferencia de política. Y ese matiz es transversal a los partidos y formaciones que integran ese arco, no corresponde sólo a algunos partidos o grupos. Aunque algunos de estos partidos o dirigentes son la avanzada de cada una de las tácticas.
Mientras que el sector con métodos más contrarrevolucionarios, más radicalmente fascistoide, sostiene la necesidad de una «salida» abrupta del gobierno, y la viene impulsando, acompañado por el gobierno norteamericano y la ultra derecha continental, otros actores, todavía aparentemente mayoritarios entre los dirigentes opositores al chavismo, diseñan un rumbo más gradualista, de acumulación de fuerzas y por ahora electoral. Estas dos tácticas en realidad expresan dos caras de la misma moneda.
Pero creer que esas diferencias tácticas son insalvables, o que alguno de esos sectores es «pacífico o democrático», es ilusorio. Ellos, más allá de sus diferencias, tienen un acuerdo estratégico: los dos quieren liquidar la Revolución, el Proceso Bolivariano. Ambos buscan borrar de la faz de la tierra hasta el recuerdo del Legado de Chávez. Es decir: las conquistas sociales, políticas, culturales y económicas del Proceso. Y sobre todo pretenden borrar la idea de Justicia Social que se logró instalar en el alma de nuestro pueblo. Para esto cuentan además del apoyo internacional con la colaboración de la derecha interna anidada en el gobierno.
Un nuevo llamado a la rectificación al presidente Maduro
Desde Marea Socialista hemos presentado reiteradamente propuestas para la emergencia. Estas propuestas son alternativas a las medidas que viene implementando el gobierno del presidente Maduro. Son muchos los que sostienen propuestas similares a las nuestras, como el Profesor Luis Brito García, (Miembro del Consejo de Estado) entre ellos.
Pero no han sido escuchadas. Las medidas del gobierno siguen por otro rumbo: Las leyes habilitantes de fin del año 2014, con la apertura de las zonas económicas especiales y la nueva ley de inversiones extranjeras. La apertura del SIMADI, un nuevo mercado cambiario de características especulativas similar al «dólar permuta» que llevó a la crisis bancaria del 2009, y que ha provocado una fuerte devaluación. La reducción de importaciones para cumplir los pagos de una deuda externa sospechada de ilegítima. Noticias periodísticas como la aparecida el sábado 21 de febrero, donde altas fuentes del gobierno dicen que se prepara la devolución de empresas nacionalizadas, el ajuste de precios permanente en los productos básicos como pollo, carne, azúcar, harina, arroz, transporte público, el desabastecimiento, el próximo aumento del precio de la gasolina, y un salario deteriorado en extremo, todo ello complica, todavía más, la situación del pueblo que vive de su trabajo.
Estas medidas que está aplicando o aplicará el gobierno y las consecuencias que provocan, son las que, desde nuestro punto de vista, atacan en primer lugar las conquistas del Proceso y están provocando un malestar creciente en nuestro pueblo.
De continuar este rumbo, se profundizará y se hará irreversible la pérdida de una parte sustancial de la base social que viene sosteniendo al gobierno y al Proceso Bolivariano. Ese es hoy el principal peligro que enfrentamos. Por eso nuestro nuevo llamado al presidente Maduro a rectificar el rumbo, para recuperar las palancas de soberanía, real participación popular y justicia social que son pilares del Legado de Chávez.
No caer en la tentación autoritaria que provoca la crisis
La combinación de crisis económica, aplicación de contrarreformas contra algunas de las conquistas del Proceso, y la inestabilidad política nos está poniendo a las puertas de una crisis de gobernabilidad. Esta situación presiona a algunos de los dirigentes del gobierno y del partido a una tentación suicida, una solución autoritaria.
Ya hay síntomas peligrosos, aunque todavía aislados, de lo que eso significaría, algunos de ellos son: la intervención antidemocrática en procesos electorales autónomos de trabajadores, como el caso SIDOR. El desconocimiento y violación de puntos fundamentales de la Ley Orgánica del Trabajo, en el caso específico de la inamovilidad laboral, los fueros sindicales y muchos otros puntos. La persecución, retaliación política y detenciones arbitrarias en ámbitos locales o regionales y laborales. La violación de derechos civiles por parte de autoridades políticas, por ejemplo la represión brutal contra los campesinos de la Cañada Avileña. Estos casos son algunos de muchos que suceden cotidianamente y donde se violan derechos elementales de nuestro pueblo. Estos hechos aislados que creemos no cuentan con el respaldo del gobierno deben ser frenados.
Es necesario vencer la tentación autoritaria que provoca toda crisis. La razón de ser del Proceso es la participación democrática del pueblo en la conducción de su propio destino. Si presionados por la situación se busca cortar los canales de expresión al pueblo que vive de su trabajo o acotar las garantías constitucionales, se estaría cometiendo un error grave. Se debilitará la posibilidad de defender al proceso de nuevos intentos golpistas.
Para enfrentar la agresión, moralizar al pueblo que vive de su trabajo
La agresión se está desarrollando. Las declaraciones, cada día más injerencistas del gobierno de Estados Unidos, el acompañamiento que de esas declaraciones hacen los sectores más de derecha de América Latina, como Álvaro Uribe, lo mismo que la derecha española. A esto se suman errores propios que preparan la justificación de una escalada de esa injerencia.
Se ha vuelto imprescindible abrir un profundo debate con las bases del proceso. Con el pueblo que vive de su trabajo. Un debate donde el gobierno escuche a su base social y no solo le hable.
Si se abre ese debate, si se logra que del mismo surjan medidas a favor del pueblo trabajador, si se avanza hacia lograr que la crisis actual la paguen los que la provocaron los empresarios, las cúpulas políticas y la burocracia corrupta y no el pueblo; entonces empezaremos a recorrer el camino para moralizar y poner en pie de lucha a un pueblo castigado por el desabastecimiento, la carestía, el maltrato y la confusión.
Solo así podremos defender con posibilidades de éxito el Proceso Bolivariano y sus conquistas y enfrentar los intentos desestabilizadores de la derecha internacional y local, la de adentro y la de afuera. De lo contrario estaríamos recorriendo la breve distancia que nos separa de una crisis de gobernabilidad de consecuencias impredecibles.
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