La última: estas prácticas [de fraude], ¿pueden ocasionar males en las sociedades más allá del mal en sí, por engaño, que representan? Claro, dan alas a todos aquellos charlatanes que reniegan de la Ciencia y su método, y contaminan las conciencias con creencias y supersticiones muy peligrosas. Alfredo Cano Maldonado (2016) Tomo pie en un […]
Claro, dan alas a todos aquellos charlatanes que reniegan de la Ciencia y su método, y contaminan las conciencias con creencias y supersticiones muy peligrosas.
Alfredo Cano Maldonado (2016)
Tomo pie en un artículo de Javier Salas del pasado sábado 27 de febrero [1]. Sirva lo siguiente como preámbulo:
Creer que la Tierra está inmóvil en el centro de Universo, sin rotar los días impares y deslumbrada permanentemente por una música cósmica similar al concierto para clarinete de Mozart y a la obertura del Tannhäuser wagneriano es una creencia falsa pero, en principio y así de entrada, para nuestra vida cotidiana es inocua. No causa grandes males, más allá del alejamiento de la verdad, en las sociedades humanas; no genera inexorablemente peligrosas prácticas muy dañinas para nuestra vida.
Pero no todas las falsas creencias son así, no todas son de este tipo.
No es la primera vez qué pasa; debería ser la última. No hay que idealizar ninguna práctica humana. Tampoco la ciencia por supuesto, cuyas limitaciones conocemos (aunque en muchos campos sea lo mejor que tenemos, lo mejor que hemos sido capaces de conseguir). No lo sabemos todo y no todo lo que creemos saber está suficientemente justificado. Pero sabemos que muchos supuestos saberes que se presentan como tales, son cuentos nada inocentes, malos e interesados cuentos con efectos muy negativos. Algunas de esos efectos saben a muerte, a maldito baile de muertos.
Cualquier alerta es poca. Las pseudociencias, sobre todo en campos de la salud pública y en casos de gravedad, nos jugamos mucho en este caso, son un ámbito en el que toda cautela es insuficiente. Concienciar y concienciarnos es tarea de cada día y de cada una de nosotras. El principio de precaución se impone: pensemos, consultemos, informémonos bien, estemos atentos a lo que nos cuentan, no nos desesperemos, no nos debemos dejar llevar por el dolor y la falta de esperanza.
Un ejemplo reciente de los desastres a los que estoy apuntado:
1.»Papá, me he equivocado». Es Julián Rodríguez quien la pronuncia. Repite lo que le dijo Mario, su hijo de 21 años. Poco antes de morir.
2.Mario abandonó el tratamiento médico de su leucemia para abrazar una terapia recomendada por alguien que aseguraba y asegura ser capaz de curar el cáncer con vitaminas. Insisto: aseguraba. Muchos, en el caso de Mario, hubiéramos podido caer.
3.El calvario de Mario duró seis terribles meses. Falleció en julio de 2014.
4.Las ganancias de los «aseguradores de falsas creencis»: Julián Rodríguez calcula que el curandero le costó 4.000 euros en tratamientos a su familia
5. Julián ha decidido luchar para que nadie más vuelva a pasar por lo que él y su hijo fallacido han pasado. «Dos semanas después de que muriera Mario ya había declarado la guerra contra los curanderos que se aprovechan de las tragedias de la gente y su falta de conocimientos médicos: «Es tan doloroso saber que tuvo una oportunidad tan clara de salvarse». Añade: «A mi hijo lo ha matado la incultura científica».
6.Su primera batalla: denunciar al curandero que apartó a Mario del tratamiento que podría haberle sanado. La Audiencia Provincial de Valencia le acaba de dar la razón. Exige al juez , un juez «que inicialmente desestimó la denuncia», que reabra el caso para procesar al falso médico «como mínimo, por un delito de intrusismo». Los magistrados/as consideran, con razón, «que este pseudoterapeuta, que se presenta como experto en «medicina natural y ortomolecular», debe responder por fingir que es capaz de curar el cáncer con sus recomendaciones».
7.Según el médico que trataba a Mario, el farsante no sólo le convenció para que se negara a un trasplante y a darse la quimio: «le prescribió un tratamiento que interfería en su recuperación con elementos contraproducentes, como hongos y alcohol». A Mario hubo que intervenirle en el intestino por una infección
8.El padre de Mario ha creado una asociación para proteger a los enfermos «de los mensajes de estos estafadores», luchando contra la difusión de mensajes contrarios a la ciencia médica que, por supuesto, mantiene debates, no existe una opinión oficial o guiada desde esferas transnacionales. . Sus primeros objetivos: evitar que los charlatanes vendan sus servicios en espacios públicos o con el aval de instituciones académicas. También ofrecer información contrastada sobre la verdad de las pseudoterapias.
9.El trabajo que tienen por delante es monumental: los charlatanes cuentan con importantes plataformas de difusión en la red. Discoverysalud, por ejemplo, promociona sin tapujos estas pseudoterapias. Aparece mencionado «en el escrito de la Audiencia, porque esta web promocionó el falso tratamiento contra el cáncer del curandero». Se presentaba como médico aunque no tenga el título: la Generalitat de Valencia le retiró el cartel de su consulta.
10. Julián Rodríguez calcula que su hijo tomaba unas 25 pastillas al día por encargo del denunciado.
11..Alrededor del 13% de los españoles, según un estudio del CIS, prefiere aquellas medicinas mal llamadas «alternativas», aquellas que están fuera del sistema sanitario por no haber probado su utilidad.
12. Julián se exalta al relatar que los centros de pseudoterapias proliferan de forma imparable, ante la «pasividad de las autoridades sanitarias».
El farsante, el «terapeuta» acusado, José Ramón Llorente, se presenta como experto en «medicina natural y ortomolecular». Ese fue el cartel que le retiró la Consellería de Sanitat tras confirmar que no tiene titulación en Medicina. Es presidente de la Asociación Española de Nutrición Ortomolecular. La llamada terapia ortomolecular se basa en el uso de altas cantidades de vitaminas y es considerada una pseudomedicina porque no existe evidencia científica de que funcione.
Llorente asegura que Mario abandonó el tratamiento por miedo a la quimioterapia y que tomó la decisión antes de acudir a su consulta. Con sus palabras: «Si se equivocó, se equivocó él».
Añade que solo le prescribió un tratamiento para mejorar sus condiciones bioquímicas: «No curo enfermedades, capacitamos al organismo para potenciar su recuperación. Y si se cura del cáncer, perfecto».
No es así, comenta Salas. Se pueden encontrar vídeos en los que defiende que la vitamina C «cura el cáncer y que la quimioterapia entorpece ese supuesto proceso».
Su defensa: afirma que se limitaba a divulgar esa idea, que según él funciona. Pillado con las manos en el desastre afirma que él no le propone ese tratamiento a la gente que acude a su oficina.
Vale la pena insistir. Toda cautela es poca sobre todo en momentos de desesperación, cuando nadie nos puede asegurar nada. Sabemos que no hay garantías totales de cura en todos los casos pero sí que «algunas alternativas» son falsas, cuentos repletos de mentiras. De mentiras criminales difundidas sin ningún miramiento.
Notas
[1] http://elpais.com/elpais/2016/02/24/ciencia/1456341289_969832.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.