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El libro perdido que Machado dedicó a Leonor

Fuentes: TopoExpress

Nota de edición: El 22 de febrero hace 81 años, en 1939, moría en Colliure el gran poeta español republicano Antonio Machado. El poeta pudo dedicar a su jovencísima esposa Leonor Izquierdo, poco antes de morir esta de tuberculosis en 1912, un ejemplar de su Campos de Castilla.

Puede que parezca excesivo, y hasta lo sea, dedicar a la corta vida de Leonor Izquierdo, la jovencísima esposa de Antonio Machado, un libro de más de 350 páginas. Puede que sea excesivo, y hasta que lo sea, calificar de biografía a lo que apenas son cinco años y pocos meses acerca de la protagonista. Lo cierto es que Miguel Ángel Baamonde, admirador y estudioso de la obra y amores de don Antonio, nos ofrece el más completo y actualizado estudio sobre Leonor.

Hay en este libro, en cuya primera parte se desarrolla el material específicamente biográfico, tres episodios sobre los que de seguro se centrará el interés de quienes lo lean. El primero no puede ser otro que la circunstancia en que todo un circunspecto profesor de instituto, que ya había cumplido los 30 años, manifiesta sus sentimientos a una tierna adolescente de apenas 14 años, que se limitaba a tontear con los muchachos de poca más edad por las orillas del Duero, ante el incipiente atisbo de celos del poeta. Un poema, ese de la monjita tan bonita que muchos hemos leído, cuyos últimos versos aluden a la niña que quiere casarse con un mocito barbero, parece ser –según todos los biógrafos de don Antonio– el que sirvió de amorosa e indirecta declaración, una vez la aludida lo halló sobre la mesa del poeta, en presencia de este.

Otro episodio, que posiblemente también impacte en la sensibilidad del lector, es el que tiene por escenario París, ciudad a la que había ido Machado en su juventud y a la que, desde el momento en que se casa con Leonor, ésta siente la ilusión de ir, muy entendible a poco que su marido le informase de los encantos de la Ciudad Luz. Para plantearse un viaje y estancia ha de conseguir don Antonio, previamente, una beca que permita al matrimonio el sostenimiento de su residencia durante el año 1911. Los primeros meses discurrirán felizmente, con don Antonio asistiendo a las clases de Bergson en la universidad y su esposa haciéndose a una vida cada vez más independiente.

Así hasta que, el 14 de julio, el mismo día en que se conmemora la fiesta nacional de Francia, Leonor cae enferma de hemoptisis. Fechas antes había sufrido una mojadura a causa de un intempestivo chaparrón que la sorprendió de regreso de los Almacenes Samaritana, adonde había vuelto tras notar que había olvidado el bolso que le regaló su marido. Tras ser internada en un hospital parisino, se impuso el regreso a España, para lo cual Machado hubo de pedirle a su amigo Rubén Darío un préstamo de 300 francos.

Como no podía ser de otro modo, una vez declarada la enfermedad, las páginas finales de la biografía tienen por asunto el declinar vital de Leonor en Soria, desde septiembre de 1911 hasta su fallecimiento el 6 de agosto del año siguiente. Conmueve especialmente la imagen del poeta empujando hasta el alto del Mirón, en las afueras de la ciudad y donde más limpio y tonificado era el aire, el sillón de ruedas donde iba su esposa, ignorante posiblemente de la gravedad de su mal. ¿Fue entonces cuando el poeta escribió aquellos versos dedicados a las hojas verdes del olmo viejo, hendido por el rayo: “Mi corazón espera/ también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera”?

Ese milagro no se produjo. El único consuelo que tuvo don Antonio, antes del fallecimiento de su esposa el 6 de agosto de 1912, fue la edición de su libro Campos de Castilla, que casi había alboreado con su llegada a la ciudad castellana en 1907 y el posterior conocimiento de Leonor. Todos sus biógrafos coinciden en señalar que uno de esos ejemplares llegó a manos de Machado con una lujosa encuadernación y que el autor lo dedicó a su mujer agonizante. Pérez Ferrero señala que en esa ocasión hasta se le permitió a la enferma manifestar su contento, rompiendo el régimen de silencio que se le había impuesto para no fatigar demasiado sus dañados pulmones. Nada se sabe de ese ejemplar. Llevaba esta dedicatoria: A mi Leonorina del alma, Antonio.

La biografía escrita por Baamonde se completa con dos opúsculos: Presencia de Leonor en la poesía de Antonio Machado y Proyección de la figura de Leonor en la inquietud de Antonio Machado.

Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/topoexpress-machado-a-leonor/