El 14 de marzo se celebrará el Día Internacional de Lucha contra las Represas, por los ríos, el agua y la vida. Uno de los referentes en esta lucha, el brasileño Movimiento de Afectados por Represas (MAB, por su sigla en portugués), tiene planificadas acciones en varios Estados del país del 12 al 16 de […]
El 14 de marzo se celebrará el Día Internacional de Lucha contra las Represas, por los ríos, el agua y la vida. Uno de los referentes en esta lucha, el brasileño Movimiento de Afectados por Represas (MAB, por su sigla en portugués), tiene planificadas acciones en varios Estados del país del 12 al 16 de marzo.
Su objetivo es decir NO a las represas por sus impactos ambientales, sociales y culturales, entre otros, rechazar la privatización del sector eléctrico y denunciar el alto precio cobrado al pueblo brasileño en la tarifa de energía.
Radio Mundo Real entrevistó al activista del MAB Ricardo Montagner, para hablar sobre las movilizaciones de los próximos días a nivel nacional y especialmente sobre la lucha contra las centrales de Garabí y Panambí en el Estado de Rio Grande do Sul.
«Según el informe de la Comisión Mundial de Represas (organismo ligado a Naciones Unidas), cerca de 80 millones de personas han sido desplazadas directa o indirectamente por la construcción de represas en el mundo», expresa un comunicado de prensa del MAB circulado estos días.
Las manifestaciones de la semana que viene exigirán soluciones a «las enormes deudas sociales y ambientales ocasionadas por las represas ya construidas» y buscarán fortalecer la lucha por otro modelo energético. «Nuestra tarea es fortalecer las resistencias y construir un nuevo modelo energético y de sociedad», agrega el texto.
El MAB alerta que «en los últimos años se observa el avance de las grandes empresas nacionales y transnacionales en el control de los recursos naturales, los minerales, el agua, las semillas, los alimentos, el petróleo y la energía eléctrica». «Todos estos bienes naturales los han convertido en mercancías y son explotados por los sectores de la industria que necesitan altos consumos de energía», explica.
Ante la actual crisis del capitalismo que «muestra la insustentabilidad del actual modelo de producción y consumo», «el MAB considera impostergable la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo, que se enfoque en la búsqueda de condiciones dignas de vida para la clase trabajadora, campesinos, pescadores, afrodescendientes e indígenas».
En la entrevista con Radio Mundo Real, Montagner aseguró que los grandes proyectos hidroeléctricos no generan condiciones de desarrollo para las poblaciones locales, ni campesinas ni urbanas, contrarrestando el argumento usado siempre por los impulsores de esos emprendimientos. Lamentó las miles de familias que son desplazadas por las represas sin ser indemnizadas ni reasentadas. Directamente no se les reconocen sus derechos, fustigó, en beneficio de grandes empresas tanto brasileñas como transnacionales.
Uno de los puntos fundamentales del MAB a plantear este 14 de marzo es la reivindicación por un nuevo modelo energético para Brasil. «Defendemos que el control de la energía eléctrica debe estar en manos del Estado», dijo Montagner, «para que el Estado no de concesiones a empresas privadas». El otro eje central del MAB en esta fecha es la defensa de las luchas de las poblaciones afectadas por las represas, porque esas centrales no benefician a las comunidades locales.
El complejo hidroeléctrico Garabí-Panambí se pretende instalar en el río Uruguay, entre Brasil y Argentina. Serían dos represas binacionales. El MAB rechaza de plano el proyecto. De acuerdo a Montagner, hay una fuerte resistencia tanto en Argentina como en Brasil, aunque no se ha logrado coordinar una lucha conjunta de grupos de los dos países.
Según información aportada por el dirigente, 90 000 hectáreas de tierra podrían ser inundadas, en una zona de bosques y preservación ambiental, y más de 30 000 personas del campo y la ciudad se verían afectadas. Montagner, coordinador en Rio Grande do Sul de la lucha contra Garabí y Panambí, dijo que «no hay ningún espacio de diálogo con el gobierno brasileño ni con el argentino». «La población queda fuera del proceso y es vista como un estorbo», se lamentó.
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