La comuna El Maizal suele ser noticia. Una de las últimas veces fue en diciembre pasado, cuando un grupo de comuneros se movilizó hasta la Plaza Bolívar de Caracas, frente a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Eran hombres y mujeres de a pie, de las tierras del maíz, café y ganado. Reclamaban que les habían […]
La comuna El Maizal suele ser noticia. Una de las últimas veces fue en diciembre pasado, cuando un grupo de comuneros se movilizó hasta la Plaza Bolívar de Caracas, frente a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Eran hombres y mujeres de a pie, de las tierras del maíz, café y ganado. Reclamaban que les habían robado la victoria electoral de su principal vocero a la alcaldía, Ángel Prado, pedían que se respetara la decisión popular. Despertaron solidaridad a su alrededor, un acercamiento a la causa comunera.
Nace una comunidad
El Maizal ya era una comuna de referencia. Se hizo conocer desde sus inicios en el 2009, cuando Hugo Chávez fue a grabar el programa Aló Presidente 344 a esas 2.200 hectáreas expropiadas a un ganadero. Allí se vio a Ángel y los inicios de la comuna. Era el momento de la revolución en el cual nacía y cobraba fuerza la estrategia comunal: de ese año es el primer Aló Teórico, donde Chávez ahondó acerca de la construcción de las comunas.
Nadie sabía cómo construir una comuna en ese entonces. Todo era ensayo, primeros pasos. Algunos, como en El Maizal, se pusieron la tarea al hombro y avanzaron. 22 consejos comunales entre los estados Lara y Portuguesa, una parte de llano, otra de pie de monte, 17 mil familias, potencialidad productiva agrícola y ganadera, hombres y mujeres en proceso de organización, politización, movilización desde 1999 y antes: por esas tierras hubo batallas, guerrillas, pueblo bravo. Ésas eran las coordenadas.
La construcción se hizo sobre dos pilares: el político y el económico, es decir, autogobierno y autogestión, claves de toda construcción comunal.
El pilar político significó conformar un gobierno comunal sobre las 2.200 hectáreas. Las bases primeras se formaron sobre cada consejo comunal con su respectiva asamblea de ciudadanos y ciudadanas, luego las instancias de la comuna: el parlamento, el órgano de contraloría, el legislativo, y las diferentes vocerías por cada área de desarrollo en el territorio. El ejercicio de la democracia participativa se fue trabajando en cada espacio, como ejercicio permanente, con aciertos, errores, correcciones, nuevos aciertos.
Lo segundo fue pensar el desarrollo económico del territorio. Comenzaron con siembras, como las de caraotas, y en el 2010 conformaron su primera empresa de propiedad social directa -es decir, sin participación del Estado- llamada Argimiro Gabaldón, en referencia al conocido Comandante Carache, quien peleó en la guerrilla en los años 60 en esas montañas.
El fuerte económico de la comuna se conformó alrededor del maíz: cerca de ochocientas hectáreas sembradas, tres toneladas cosechadas en el 2017. El Maizal hizo honor a su nombre.
El desarrollo de su capacidad productiva les permitió avanzar en varios proyectos, en acciones concretas financiadas por su propia fuerza: 372 casas, cuatro liceos, dos escuelas, más de mil ayudas económicas para operaciones, prótesis, recuperación de ambulancias, vehículos de la alcaldía y consejos comunales, mercados. Yohander Pineda, comunero, las enumera como quien habla de algo extraordinario que se ha hecho ordinario. Es protagonista de cada uno de esos logros, como parte de El Maizal, de la historia de hombres y mujeres que reinventaron sus vidas, rompieron el orden que los condenaba a la miseria y la sumisión, construyeron otro, en colectivo. Eso, entre otras cosas, es la revolución.
Reimpulsar el chavismo desde abajo
El Maizal se consolidó. Ese desarrollo abrió nuevos objetivos, necesidades, en lo económico y lo político. En lo productivo, además de avanzar en sus capacidades propias de siembra y ganadería, la comuna decidió abordar dos casos paradigmáticos en su territorio, dos espacios estatales en situación de deterioro y casi abandono.
El primer caso fue Porcinos del Alba, una empresa del Estado que decidieron rescatar en junio de 2017. El cuadro era crítico: quedaban cerca de 380 cochinos desnutridos de los 6.000 que se encontraban en sus inicios, camiones abandonados y desmantelados, trabajadores sin cobrar, robos permanentes. Las denuncias hechas a las instituciones no habían tenido respuesta. La comuna tomó la decisión de recuperar la empresa y asumirla junto a los trabajadores. Aportaron los primeros alimentos, la voluntad, redujeron la mortalidad en 98% y en poco tiempo ya contaban con 1.400 animales.
El segundo caso fueron las instalaciones de la Estación Experimental de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado: 98 hectáreas en estado de abandono a pesar de haber recibido financiamiento del Estado para la investigación genética y tecnológica, 790 animales de alta genética sin cuidado, lagunas de cría de cachamas inactivas. Recuperaron las instalaciones, las maquinarias, y ahora, entre otras cosas, se produce leche, queso y derivados.
El avance económico-productivo de El Maizal demostró un punto siempre cuestionado por los opositores a la revolución: las comunas sí producen. Las formas de propiedad comunal, una economía organizada por consejos comunales, comunas, pequeños productores, campesinos, pueden ser eficientes, en este caso, más que la privada y la estatal: la productividad es mayor a la que tenía el terrateniente al que se le expropiaron las tierras y la que se encontraba en las dos instalaciones que recuperaron. Ese avance generó enemistades en ambos frentes, no podía ser de otra manera.
Las nuevas metas también tuvieron que ver con lo político. La primera iniciativa tuvo lugar cuando Nicolás Maduro anunció la convocatoria a la ANC. El Maizal decidió postular a Ángel, que ganó con el 80% de los votos.
«Vamos a derrotar la mentira, como dice la burguesía, la oligarquía, los reformistas, de que los consejos comunales, el pueblo, somos una cuerda de desordenados, unos locos que mal administramos los recursos del Estado, es falso. Vamos a hacer historia, a demostrarle al mundo de que Chávez creó una tropa de hombres y mujeres con valores, y ese pueblo en la ausencia de Chávez va a asumir el reimpulso del chavismo, del proyecto bolivariano, socialista», dijo Ángel, entre otras cosas, al saber su victoria como constituyente comunero.
A los pocos meses vino el llamado a las elecciones para alcaldes de diciembre. La comuna decidió que era necesario dar esa disputa, acceder a ese gobierno local. La razón tuvo que ver con la necesidad de romper con un desencuentro casi permanente entre alcaldía y comuna, y hacerlo a través de la forma más directa: postulando a un candidato, accediendo a ese espacio institucional. De esa manera se podrían construir mecanismos de cogobierno entre alcaldía y comunas, proyección conjunta del territorio, traspaso de competencias y recursos.
El designado fue nuevamente Ángel, y la apuesta fue ir como candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido que es, en el imaginario popular, el partido de Chávez. La respuesta por parte del partido y de la institucionalidad no fue la esperada: se le negó la candidatura, y luego la victoria electoral, donde obtuvo 57.45% de los votos. Era predecible que ganara, se trata de un liderazgo construido durante años desde el trabajo de base. Las razones para no permitirle que se presentara carecieron de sustento real, se trató de una maniobra para impedirle, a él y a la comuna, que ganara la alcaldía. Así lo denunciaron los comuneros que se movilizaron a Caracas a exigir lo que habían ganado por el voto popular. Fueron rodeados de solidaridad, las puertas siguieron cerradas: Ángel, electo por la mayoría; la alcaldía, en manos de otro.
Una ciudad comunal
Una ciudad comunal. Eso dijeron al ver la batalla de la alcaldía injustamente perdida, a la vez que ganada. Ya estaba en debate, en el imaginario de varios. Esa conclusión llegó, como las demás, producto de la maduración comunal: alrededor de El Maizal, acompañadas varias veces por ellos, se fueron construyendo más comunas. El camino conjunto, político, económico, así como el territorio común y sus proyecciones, les hizo pensar en la posibilidad de unirse para conformar una nueva instancia de agregación, de gobierno y economía. Ya existen experiencias similares en el país: corredores comunales, ciudades comunales.
Ese horizonte se puso en marcha. Planean dos ciudades comunales para el municipio. Falta aún, son numerosas las tareas simultáneas que suceden en este contexto complejo, de asaltos económicos nacionales, internacionales, y ataques directos contra la comuna por parte de quienes no quieren perder aquello que fue recuperado por los comuneros. Producir es un desafío en cada uno de sus pasos: conseguir los insumos, distribuir, comercializar, ganar sin especular. ¿Cómo se sostiene una economía comunal en un escenario de guerra que tiene uno de sus epicentros en el ataque sobre la economía y nudos de corrupción en espacios claves? Prueba, ensayo, error, mucha voluntad y empeño, fue la respuesta.
La comuna El Maizal se ha transformado en una referencia en sí y algo más: una demostración de la potencia de la estrategia comunal desarrollada por Chávez. La razón de El Maizal es la razón de Chávez. La prueba de que se pueden poner en marcha formas de economía y política que cargan la fuerza de un horizonte socialista dentro de un proceso de transición. Seguirán día tras día en la construcción de autogobierno, de autogestión, de ciudades comunales, del movimiento comunero que busca reagruparse y dar nuevas batallas. Seguirán porque nadie los quitará de la verdad que han construido.
* Publicado en revista La Correo No. 78, septiembre de 2018 / www.lacorreo.com