El razonado manifiesto «Por la recuperación de la soberanía económica, monetaria y ciudadana » y la inequívoca toma de posición que en él se adopta por salir del euro como única vía para impedir el hundimiento continuo del país y poder remontar la crisis ha tenido ya repercusiones importantes, sobre todo en la izquierda. Están […]
El razonado manifiesto «Por la recuperación de la soberanía económica, monetaria y ciudadana » y la inequívoca toma de posición que en él se adopta por salir del euro como única vía para impedir el hundimiento continuo del país y poder remontar la crisis ha tenido ya repercusiones importantes, sobre todo en la izquierda.
Están surgiendo artículos muy diversos sobre un debate que hasta ahora no atravesaba a los movimientos y organizaciones de la izquierda, en clara actitud de esconder la cabeza, y son múltiples las páginas de la red que recogen posiciones y alternativas sobre el complejo tema de Europa y la crisis en la que está sumergida.
Los argumentos del manifiesto son demasiado contundentes como para obviarlos en una sociedad tan conmocionada como es la española en estos momentos, de profunda crisis económica y de gran inquietud social y política. Por otra parte, el manifiesto no desarrolla una alternativa programática para el país, que debe ser fruto del acuerdo y la unidad de muchos, de los frentes de todo tipo que se proponen y negocian, sino que resalta que la sociedad española se encuentra en una encrucijada y que sólo eligiendo el camino correcto se puede avanzar en los objetivos que persigue la izquierda. El manifiesto, pues, reclama ante todo una clarificación política sobre algo que estima vital e imprescindible.
El respaldo al manifiesto debe considerarse un éxito, no solo por los muchos centenares de firmantes, sino por la acogida social que ha tenido, lo que revela que es la sociedad toda la que se pregunta sobre el futuro del país y el modo de evitar una catástrofe definitiva.
Por otro lado, en la valoración e impacto mediático del manifiesto hay que admitir que muchos de sus firmantes tienen un reconocimiento profesional, social y político indiscutible. No hay todavía examen exhaustivo de los firmantes, entre otros motivos porque el flujo continúa, pero se cuenta ya con la adhesión dehistoriadores del prestigio de Josep Fontana, y David Ruiz, que algo conocen de la historia de España. Con periodistas como Rodrigo Vázquez de Prada, Pascual Serrano, Mercedes Arancibia, Ginés Fernández, Miguel Riera y Ramón Pedregal.
Con sociólogos, juristas investigadores, científicos, y múltiples profesores de todas las instancias, desde Catedráticos de Universidad a profesores y cuidadores infantiles. Los economistas, llamados por el tema a tener una destacada labor de difusión, debate y proposición se cuentan por docenas, con históricos analistas de la Europa de Maastricht, como Martín Seco, Manuel Muela, Rosario Segura, Alberto Montero, Antonio Gallifa y Pedro Montes.
Políticos y sindicalistas siempre comprometidos como Julio Anguita, Diosdado Toledano, Ramón Franquesa, Manuel Monereo, Albert Escofet, Sebastián Martín Recio, Héctor Illueca, VíctorRíos, M. Teresa Molares, Joan Tafalla, Víctor Casco, Javier Aguilera y Agustín Moreno.Destacados dirigentes de IU, como los Coordinadores de Salamanca y Zamora, cargos públicos y promotores del Frente Cívico, como Juan y Magdalena Bode. Algunas asociaciones, miembros de numerosas de ellas y profesionales de todo tipo han expresado su adhesión, como también son muy numerosas las personas que se hallan desempleadas y en situación precaria, todo un vivo reflejo de la lamentable realidad actual.
Parece indudable que el deterioro económico y social y las amenazas latentes sobre aspectos fundamentales de la convivencia social, como otra revisión de las pensiones apoyándose en el mercenario informe de los «expertos»y de la reforma laboral, crean unas condiciones idóneas y urgentes para debatir y tomar conciencia de la propuesta central del manifiesto. El viento de fronda contra los derechos sociales impulsa al manifiesto. Su consigna, salir del euro, bien puede constituir el núcleo integrador de un movimiento social que englobe a todos aquellos que consideran inevitable una ruptura política, para darle la sepultura necesaria y deseada al régimen de la transición, y para abrir un proceso constituyente que ponga las bases de una regeneración del país y disipe la angustia, el miedo y la inseguridad en los que están atrapados una inmensa mayoría de ciudadanos.
Son horas de compromisos firmes y de acción.