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El matasanos

Fuentes: Rebelión

Un médico que errara en sus diagnósticos, matando por acción u omisión a sus pacientes, no podría continuar ejerciendo como tal de ser descubierto. Pero esta lógica causa-efecto no siempre se cumple. El Fondo Monetario Internacional (FMI) no vio venir la crisis, y todavía en el tercer trimestre del 2008 afirmaba que «vivíamos un crecimiento […]

Un médico que errara en sus diagnósticos, matando por acción u omisión a sus pacientes, no podría continuar ejerciendo como tal de ser descubierto. Pero esta lógica causa-efecto no siempre se cumple. El Fondo Monetario Internacional (FMI) no vio venir la crisis, y todavía en el tercer trimestre del 2008 afirmaba que «vivíamos un crecimiento económico extraordinario sin parangón», según revela un informe que habla de fallos analíticos, captura intelectual, presiones políticas, autocensura, y falta de control de la dirección del Fondo. Los propios empleados afirmaron que se esperaba de ellos que confirmasen las ideas dominantes, como rehenes ideológicos, porque ser críticos con los grandes países podía arruinar sus carreras. El FMI llegó a oponerse al «conservadurismo» de Canadá, cuyo sector bancario se salvó de la crisis, recomendándole que siguiera las políticas de innovación financiera de EEUU y Reino Unido, parte de cuyos sistemas financieros acabarían luego en quiebra.
 
Pero este fraude protagonizado por el organismo cuya principal función es predecir las crisis monetarias para evitarlas no parece que vaya a traer ninguna consecuencia en su credibilidad. Ahí sigue impertérrito y sin vergüenza, con su prestigio y auditorio incólumes, con sus 1.200 economicistas de primer nivel. Ahí sigue con sus recomendaciones antiguas disfrazadas de modernidad pseudo-científica, adoptadas a pies juntillas por políticos y gobiernos, cual cristianos fieles a los diez mandamientos.  
 
Si no fuera por las injustas consecuencias de este entreguismo político, sería hasta divertida la rueda de prensa en la que Zapatero concluyó con simpleza que el error del FMI demuestra que es muy difícil anticipar una crisis económica, echando así un capote a Rodrigo Rato (responsable del FMI esos años), pero también a sí mismo, ya que la tardanza presidencial en reconocer la crisis fue también muy criticada. Es preocupante que el presidente ni recuerde o sepa que hubo economistas que sí predijeron la debacle, por tener en cuenta los riesgos de la desregulación financiera, y por aplicar metodologías de análisis más abiertas, no centradas sólo en las matemáticas, pero sus advertencias fueron ignoradas; los mismos economistas que siguen sin ser escuchados ahora, cuando discrepan de las recetas clásicas para salir del agujero mediante el recorte vil de derechos sociales, como Krugman, Stiglitz, Keen, Baker, Pettifor, Schiller o Roubini. Este último apostaba hace poco por una urgente regulación bancaria, por ser ésta la semilla del problema, frente a la obsesión por la inflación.
 
Pero es todavía peor que Zapatero no anuncie en la misma rueda de prensa la consecuencia lógica que debiera desprenderse de las equivocaciones del FMI: poner en cuarentena sus recomendaciones económicas; sencillamente no seguirlas. Porque el FMI ha recetado y aplaudido todas las últimas medidas gubernamentales, desde la reducción salarial a los funcionarios hasta la ampliación de la edad de jubilación, pasando por el abaratamiento del despido, la reforma de las cajas, la flexibilización de la negociación colectiva o la privatización de todo lo que se mueva o respire.  
 
¿O es que tendremos que esperar a que otro informe nos diga dentro de unos años lo que ya sabemos? Que los recortes sociales propuestos por el FMI, aplicados disciplinadamente por el Gobierno, fueron interesados, sesgados, injustos y fallidos, porque ni generaron empleo, ni acabaron con la crisis, empobreciendo a la mayoría de españoles. ¿Seguiremos haciendo caso a estos matasanos?
 
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.