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Dan Brown y el Código da Vinci

El mayor best seller acusado de plagiario

Fuentes: Rebelión

 Esta semana se abre en Londres un proceso judicial contra Dan Brown, autor de El Código da Vinci, el libro más vendido desde que Gutenberg inventó la imprenta. Acusado de plagio por Michael Baigent y Richard Leigh, la demanda se basa en un ensayo que ambos publicaron en 1983 titulado «La sagrada sangre y el […]

 Esta semana se abre en Londres un proceso judicial contra Dan Brown, autor de El Código da Vinci, el libro más vendido desde que Gutenberg inventó la imprenta. Acusado de plagio por Michael Baigent y Richard Leigh, la demanda se basa en un ensayo que ambos publicaron en 1983 titulado «La sagrada sangre y el cáliz sagrado». Un tercer autor, Henry Lincoln, no ha querido unirse al pleito por razones de salud.

El ensayo en cuestión plantea que Jesús de Nazareth esposó a María Magdalena y tuvieron descendencia que ha sobrevivido hasta nuestros días, lo cual la iglesia Católica Romana se ha empeñado en ocultar. Sociedades secretas, entre ellas los Templarios, han colaborado en el sigilo. El bocado es apetitoso. El libro de Dan Brown ha publicado treinta millones de ejemplares y ha sido traducido a cuarenta idiomas. Los derechos de autor han hecho millonario al autor. Los demandantes quieren su bocado en ese banquete.   El efecto económico más importante es que si el litigio prospera los querellantes podrían impedir el estreno de la película basada en el libro, en la cual se han invertido cien millones de dólares. Tom Hanks encarna el personaje de Richard Langdon. El filme está programado para su estreno el próximo 17 de mayo en la inauguración del Festival de Cannes. Su exhibición mundial está prevista para dos días después. De no poder cumplir con esas fechas el perjuicio de los productores sería enorme.

Los actuales reclamantes no son los únicos. Ya en agosto pasado Dan Brown ganó otro juicio por plagio en un tribunal de Nueva York contra el escritor Lewis Perdue, que se basaba en el supuesto plagio por Dan Brown de elementos de dos de sus novelas y reclamaba ciento cincuenta millones de dólares por daños y perjuicios. Baigent y Leigh son más moderados, solamente le exigen a la editorial Random House diecisiete millones de dólares.  Dan Brown ha escrito el libro que quizás sea el más vendido en la historia, con excepción de la Biblia, ha opacado las glorias de Harry Potter. La distribuidora de libros por internet, Amazon, lo sitúa en el más alto sitial de sus libros más vendidos. El Opus Dei, que sale muy desmerecido de esas páginas, ha interpuesto demandas judiciales contra el autor y ha emprendido una campaña para refutar los argumentos que Brown ha expuesto  frente a  esa organización. Varios obispos han prohibido a sus fieles la lectura del libro, lo cual lo ha hecho aún más tentador y difundido.

El fundador de Opus Dei, José María Escribá de Balaguer, fue recientemente canonizado por el Papa Juan Pablo II, pese a muchas protestas por las irregularidades en el proceso de elevarlo a la santidad. Dan Brown es hijo de un profesor de matemáticas y de una musicóloga especialista en música sacra. Esa familia de intelectuales quizás haya sido el caldo de cultivo de  las complejidades ideológicas de la novela. Anteriormente había publicado dos novelas que no tuvieron  tan buena fortuna. El libro recuerda a ratos a El nombre de la rosa, la novela de Umberto Eco, que mezcla elementos cultos con  episodios  de intriga y pesquisas policiacas, la diferencia es que Brown no tiene ninguna intención literaria. El crítico de El País lo calificó de ser «el bodrio más grande publicado desde los años setenta».

Las acusaciones de plagio son frecuentes. En 1998 Camilo José Cela fue inculpado de  plagio de una novela de Carmen Formoso que ganó el Premio Planeta. Su obra «La Cruz de San Andrés» contenía muchos fragmentos de la obra presentada por la Formoso a la editorial. Ello dio pie a un escandaloso pleito  y a un mayor desprestigio de  Cela a quienes muchos lo suponían capaz de eso y de mucho más. Otro escándalo  ensombreció a Cela al efectuarse el Segundo Congreso Internacional de la Lengua Española en Valladolid donde pronunció un discurso que era una copia fiel del mismo que ya había dicho en Zacatecas, México, cuando el primer Congreso de la Lengua de 1997. Como dijo Juan Marsé «hace años que venía autoplagiándose». 

Este litigio plantea la legitimidad de los medios de información para un autor. Todos los escritores acuden a fuentes nutricias para abastecerse de temas y  esclarecimientos pero ese estímulo inicial debe ser transformado, enriquecido y transfigurado en otro objeto de conocimiento. Casi todos los argumentos de Shakespeare están tomados de historias que circulaban en su tiempo. Cervantes tomó muchas de las anécdotas del Quijote de relatos populares. Ambos ennoblecieron las fábulas y leyendas públicas con el lenguaje, la estructuración de los temas y un desarrollo dramático muy diferente de la exigua fábula que  constituyó el umbral, apenas, de una obra mayor. Eso no es plagio.

Falta por saber si Dan Brown se ilustró, consultando, o si duplicó, sin elaboración alguna, los textos originales que le sirvieron de basamento.   [email protected]
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