El presidente de Argentina, Mauricio Macri, atraviesa el período más delicado desde que llegó al poder en diciembre de 2015. La desaprobación del mandatario se extendió entre la población hasta llegar al 55%, el peor nivel desde que comenzó su legislatura, y la confianza en su política económica se ha derrumbado a niveles inéditos, lo […]
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, atraviesa el período más delicado desde que llegó al poder en diciembre de 2015. La desaprobación del mandatario se extendió entre la población hasta llegar al 55%, el peor nivel desde que comenzó su legislatura, y la confianza en su política económica se ha derrumbado a niveles inéditos, lo que se ha traducido en una fuerte depreciación del
El sobresalto económico que ahora atraviesa el país no pudo llegar en peor momento. Las alarmas saltaron la semana pasada, cuando el peso argentino se devaluó el jueves, en un sólo día, un 8,3%. Asustado por el cimbronazo, el Gobierno elevó por tercera vez en una semana las tasas de interés hasta llevarlas al 40%, y redujo del 30 al 10% el patrimonio en dólares que pueden tener los bancos.
Los inversores financieros habían ingresado durante el año pasado una cantidad récord de divisas, estimada en 8.000 millones de dólares, a través de una estrategia conocida como carry trade (arbitraje de divisas), que consiste en vender dólares para volcarlos a corto plazo en otra moneda que tenga una mayor tasa de interés. «En 2017, la devaluación del peso fue del 17% y la tasa de interés promedio fue del 35%, así que el negocio fue bueno», cuenta a Público Fausto Spotorno, economista jefe de la consultora Orlando Ferreres.
Pero la entrada de plata dulce no es eterna. El aumento de las tasas de interés en EEUU contribuyó a que la divisa local se haya depreciado más de un 13% en el transcurso de este 2018, mientras el mercado especula con un país que se ha endeudado en los últimos dos años a niveles no alcanzados por ninguna otra nación emergente. En paralelo, hace un mes entró en vigor un impuesto a la renta financiera en manos de extranjeros. «Eso explicó el retiro masivo de fondos», sostiene el analista argentino. «El Banco Central cometió el error de salir a vender reservas garantizando el precio de salida, y se aceleró el proceso de caída de los títulos argentinos y el peso».
Lo sucedido no fue una crisis de confianza hacia el Gobierno, sino el final de un negocio que había sido muy grande y volátil, según el economista. «Tenemos un sistema financiero muy pequeño en un país con grandes necesidades económicas, fiscales y de infraestructura. Sólo en enero se colocaron en un solo bono 9.000 millones de dólares para financiar al fisco. Eso da una idea de la vulnerabilidad de Argentina ante los movimientos de capitales».
Para confirmar al mercado que sostendría su programa de ajuste económico, el Gobierno también anunció una bajada del déficit primario del 3,2 al 2,7% del PIB a fin de ahorrar 3.200 millones de dólares este año, lo que contraerá la inversión pública, y en concreto, las partidas destinadas a infraestructura, uno de los principales indicadores que permitió al país crecer un 2,8% en 2017.
De acuerdo a Spotorno, una parte se compensará con los 6.000 millones de dólares que hasta 2021 se invertirán en obras públicas a través de proyectos de participación público privada licitados por el Ejecutivo.
Endeudamiento y déficit
Para Claudio Lozano, exdiputado y coordinador del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IpyPP), la causa del problema se debe en realidad a la desregulación comercial y financiera que ha llevado al país a depender en extremo del ingreso de capitales especulativos y del endeudamiento externo. «Esto hace que Argentina apenas produzca 6 de los 10 dólares que necesita para funcionar. Los otros 4 los consigue a través de deuda (30.000 millones por año) o garantizando renta en dólares atractiva para que ingrese capital local o extranjero», afirma.
El exlegislador cuestiona las razones por las que Argentina bebe del financiamiento externo. «No recurrimos a él para garantizar inversiones productivas. Si así fuera, necesitaríamos menos deuda», razona. «La gran mayoría del endeudamiento se utiliza para pagar deuda vieja. Sólo en 2017 pagamos 9.000 millones en intereses, ante una fuga de capitales de 23.000 millones de dólares anuales. Hay una situación de fragilidad vinculada al hecho de que no tenemos dólares, porque la apertura comercial ha producido un saldo negativo de 10.000 millones de dólares».
El Gobierno de Macri reconoce que la deuda pública total durante sus dos primeros años de gestión llegó a los 80.000 millones de dólares. Para este año, el Ejecutivo se hipotecará en otros 46.000 millones, de los cuales el 80% es deuda externa. «En tres años, este Gobierno casi duplica el endeudamiento al que recurrió la última dictadura (1976-1983), que acumuló 45.000 millones de dólares de deuda, equivalentes a 75.000 millones hoy en día», ilustra Lozano.
El déficit financiero, que incluye los intereses de deuda y del que el Ejecutivo no suele hablar, superó en 2017 el 6% el PIB, y se estima que este año se situará en torno al 5,3%.
Con las últimas medidas adoptadas el Gobierno ratifica un rumbo equivocado, enfatiza el economista, en un país sin divisas suficientes que no regula sus finanzas y que tampoco controla las liquidaciones de los agroexportadores. «Ninguna orientación económica lleva a ahorrar dólares», resume el exdiputado. «Al revés, se está haciendo todo de manera tal que Argentina convierta en eterna su dependencia financiera, lo que deprime la inversión productiva al ser más rentable la primera».
Este proceso recuerda una política ya vivida durante la dictadura y los años 90, advierte Lozano. «Ahora tropezamos por tercera vez en la misma piedra. Esto siempre ha terminado con una gran conmoción social y una crisis externa por exceso de endeudamiento».
Fuente: http://www.publico.es/internacional/mercado-pone-cuerdas-politica-economica.html