Uruguay y Paraguay se quejan de ser los oprimidos del MERCOSUR. Señalan al Brasil y la Argentina como los opresores. Venezuela cumple el rol de alegre prestamista y el gobierno de Evo Morales tiene miedo que los grandes negocios del Mercado Común Suramericano pongan en riesgo los mini emprendimientos empresarios que tiene en vista, basado […]
Uruguay y Paraguay se quejan de ser los oprimidos del MERCOSUR. Señalan al Brasil y la Argentina como los opresores. Venezuela cumple el rol de alegre prestamista y el gobierno de Evo Morales tiene miedo que los grandes negocios del Mercado Común Suramericano pongan en riesgo los mini emprendimientos empresarios que tiene en vista, basado en una participación un poco más alta en la renta de los hidrocarburos, hoy en manos extranjeras.
Luego vienen los problemas con las fabricas de automóviles y auto partes, el gas, el petróleo, el acero y ahora la carne.
Todo esto se trata como si fueran tratativas y quejas entre gobiernos que controlan toda la economía de sus respectivos países. O que existieran dos bloques de países dentro del MERCOSUR: uno poderoso formado por Argentina y Brasil, con el apoyo financiero de Venezuela y uno de países pobres formado por Paraguay, Uruguay y si ingresa, por Bolivia. Nada más falso.
¿Bloque de países o de multinacionales y burguesías nacionales?
El MERCOSUR no es un conglomerado de países, donde los gobiernos negocian autónomamente entre si, sino una serie de compañías multinacionales radicadas en cada país que, arrastrando tras de si a las débiles burguesías nacionales – con excepción de Brasil- utilizan a los gobiernos de turno para negociar y velar por sus intereses.
Detrás de ellos esta la socialdemocracia europea y como consejero – ahora de la moderación – se desempeña Fidel Castro.
No existen bloques, sino una hegemonía Brasileña (o mejor dicho de las multinacionales y capitales brasileños residentes en el país) que con un PBI, una infraestructura industrial y financiera y una población equivalente y hasta superior a la de todos los demás países del bloque juntos, ejerce su hegemonía, a veces utilizando a la Argentina como ariete contra los socios menores y a Venezuela como colchón financiero.
Brasil es el que imprime al MERCOSUR su dirección y dinámica. Sin Uruguay ni Paraguay, el MERCOSUR seguiría siendo importante. Sin Argentina sufriría un poco y dejaría más en evidencia el rol de Brasil. Sin Brasil, sin embargo, el MERCOSUR no seria nada.
Los empresarios de Renault, GM y Ford lo dejaron claro: en Argentina se producirán automóviles solo en la medida que las fábricas de Brasil produzcan a pleno y si las ventas bajan, serán las pocas líneas ensambladoras argentinas las que cerraran primero.
La mayoría de las fábricas de auto partes y proveedores de la industria automotriz hace tiempo cruzaron las fronteras para radicarse en Brasil, siguiendo en el éxodo de los 80s y 90s a la mayoría de las automotrices.
El rol hegemónico de Brasil
Brasil depende en parte aun del petróleo venezolano y el gas boliviano, pero Petrobrás (un conglomerado de capitales privados y estatales) ya tiene planes de exploración y explotación en territorio brasileño, ha diseñado explotaciones conjuntas con Venezuela y domina el mercado de gas boliviano a precios inferiores a los internacionales.
¿Por qué el propuesto gasoducto Venezuela – Argentina tiene que pasar por Brasil y es Petrobrás quien controlara la llave de los oleoductos que provean a Uruguay y Argentina de petróleo? ¿Y porque siendo un proyecto que beneficia dos tercios a Brasil, Petrobrás solo se haría cargo de un tercio del costo y Argentina, beneficiaria del 15% del proyecto tiene que pagar el 30%?
Paraguay y Uruguay, que no poseen reservas petroleras y Argentina, que las remato al peor postor cuando vendió a manos extranjeras su estatal de hidrocarburos tienen poco que agregar a este proyecto. Cuando las reservas Argentinas se agoten en una década por la sobreventa de exportación que se hace hoy, Brasil dominara la entrada del petróleo que consuma la Argentina.
Demás esta decir que Petrobrás ya es parte importante en el mercado interno argentino de comercialización de la nafta y que junto a la estatal venezolana están haciendo planes para controlar mayores porciones del mercado interno argentino.
Bolivia, con su gas en manos extranjeras, fundamentalmente de Brasil y su segundo producto de exportación, la soja, controlada desde el Puerto de Manaos, no le deja a Morales otro camino para la independencia económica que la ruptura con los intereses económicos de las multinacionales radicadas en Brasil y la burguesía de ese país.
La desintegración de la planta industrial argentina desde los anos setenta, que se agudizaron en los 80s y 90s y la casi inexistente de Paraguay, Uruguay y Bolivia, asi como la presente debilidad estructural de la industria venezolana dejan a estos países a merced de la potencia industrial brasileña. Las privatizaciones no hicieron más que debilitar a estos países en su intercambio con Brasil y el mundo.
¿Integración de los ejércitos o supremacía militar brasileña?
Pongamos otro ejemplo.
Recientemente, los gobiernos de Brasil y Argentina anunciaron planes para la integración militar y de industrias de guerra para la región.
Brasil se halla entre los 10 principales fabricantes de armas del mundo, solo superados por Estados Unidos, algunos países de Europa, Israel y Sudáfrica. Fabrica tanques, aviones sofisticados, barcos de guerra, armas cortas, misiles, etc. y los vende y distribuye a más de 50 países alrededor del mundo.
La decrepita y atrasada industria militar argentina no representa ni siquiera la sombra de competencia con Brasil.
Los otros países del MERCOSUR ni siquiera poseen dichas industrias.
Una consolidación de fabricaciones militares regional solo le garantizaría a Brasil el mercado cautivo de Suramérica y sometería a la Argentina a un rol accesorio y dependiente de la industria armamentista brasileña.
Mas peligroso aun, Brasil y su clase dominante poseerían la llave política a la preconstitución de ejércitos en Argentina y otros países. Recordemos que las fuerzas armadas brasileñas están intactas y «otorgaron» una democracia a cuenta gotas y negociada a los civiles.
Lula, como antes otros presidentes brasileños, son prisioneros de las fuerzas militares de su país. Para ejemplo basta observar las operaciones de miles de soldados que ocuparon en estos días las favilas de Rio de Janeiro, imponiendo en ellas la ley marcial y la ocupación, procediendo a registros minuciosos casa por casa.
Sin siquiera anunciarle sus planes al Ministro de Defensa o al propio Presidente Lula que se enteraron de las operaciones por los diarios. Lula, que se hallaba de viaje a Inglaterra, espero dos días para anunciar que estaba «de acuerdo» con la decisión de los altos mandos militares.
¿La razón de semejante operativo? La búsqueda de 10 armas cortas recientemente robadas de un arsenal militar.
Por su lado, Kirchner esta torpemente tratando que los militares argentinos se inmiscuyan en la construcción de fabricas y establecimientos vinculados con la industria, aumentando su presupuesto y cavando la fosa de la democracia burguesa a trabes de la preconstitución de quienes la enviaran a la fosa… eventualmente.
Brasil busca dominar económicamente a la Argentina
Para ilustrar el caso, solo bastan algunos ejemplos.
Petrobrás invertirá 50$ millones para ampliar su producción de fertilizantes del que ya controla 20% del mercado local argentino. Con nuevas instalaciones y la construcción de un nuevo puerto en Campana, Petrobrás aspira a quedarse con más del 50% del mercado en los próximos anos y llegar a dominarlo en el 2011.
La empresa brasileña Camargo Correa, que adquirió la calera Loma Negra a los Fortabat, piensa en expandirse hasta controlar, junto a otras firmas brasileñas, el conjunto del mercado.
En la actualidad hay 10 empresas brasileñas que buscan adueñarse del mercado de los productos para la construcción, una de las industrias más dinámicas de la argentina.
Las exportaciones industriales de Argentina a Brasil se han desmoronado. Esencialmente porque Brasil ha sustituido lo que importaba por producción propia y el gobierno de Lula ha incrementado los subsidios para ello y para las exportaciones propias.
Argentina respondió como toda economía dependiente, pidiendo una tregua al poderoso Brasil en la forma de un acuerdo temporal llamado Mecanismo de Adecuación Comercial (MAC) que instituye algunas normas provisorias de limitación de importaciones de Argentina de algunos productos brasileños.
Pero Brasil se ocupo de incluir algunos puntos en el acuerdo que prácticamente lo vuelven ineficaz:
a) Los mecanismos son temporales y provisorios; b) las protecciones están ligadas a grandes inversiones en tecnología y producción de las firmas argentinas, en muchos casos irrealizables y c) deja abierta la puerta para que la producción brasileña, hecha en otros países, reemplace a la que hoy se limita relativamente. El país vecino también se preocupo de incluir una cláusula en el tratado que permite a las industrias brasileñas, las menos, que se hallen en desventaja, a utilizar también los mecanismos proteccionistas del acuerdo.
De hecho, fueron industrias brasileñas como la del arroz y no argentinas, quienes formularon las primeras denuncias contra sus pares argentinos a la sombra del MAC.
Si este es el caso en relación a la Argentina, el socio mas fuerte de Brasil en el MERCOSUR, la situación de los otros países es aun peor.
Los falsos nacionalismos
Néstor Kirchner de Argentina, Evo Morales de Bolivia, Hugo Chávez de Venezuela y Tabare Vázquez de Uruguay han jugado la carta del nacionalismo populista para ganar y sostener el poder político en sus países.
El MERCOSUR, su marco de funcionamiento axial, así como el surgimiento como potencia regional dominante de Brasil, ponen más que en duda estas credenciales que se exponen a diario en los discursos presidenciales.
Igual que Brasil, estos países tienen incrustadas en su economía a grandes multinacionales de todo tipo.
En muchos casos, estas multinacionales tienen una presencia regional. Todas ellas ejercen un poder casi ilimitado en los respectivos países y se han hecho cargo de representar un gran porcentaje de los PBI nacionales.
Pero a diferencia de Brasil, donde existe una burguesía nacional lo suficientemente poderosa, unas fuerzas armadas que funcionan como garantes de sus intereses y una voluntad política de negociar en un plano de mayor igualdad con las compañías extranjeras, los demás países de la región lo hacen en condiciones altamente desfavorables.
Argentina, Bolivia, Uruguay y Venezuela tienen burguesías nacionales debilísimas, que actúan básicamente como colaterales del imperialismo económico de las empresas foráneas.
Los ejércitos de los tres primeros dependen en demasia de los prestamos y «ayuda militar» (léase dependencia política) de sus pares norteamericanos.
Seria un error juzgar a las fuerzas armadas venezolanas como totalmente independientes ya que se hallan profundamente divididas con un gran porcentaje de las mismas en el campo de la reacción.
Algunos ponen como ejemplo de «independencia», las posiciones criticas sobre la asimetría del MERCOSUR planteadas por los gobiernos de Paraguay y Uruguay.
Nada más ilusorio. Tanto Paraguay como Uruguay están estrechando los lazos de dependencia con los EEUU y buscando acuerdos que le permitan al imperialismo dominarlos como lo hace actualmente con la economía chilena. Buscan, en definitiva, cambiar unas cadenas de dependencia e inferioridad asimétrica por otras.