Mis queridos lectores, como es mi costumbre de tanto en tanto, trato de comentar lecturas que hago y compartirlas con mis lectores, mezcladas con mi visión particular de la realidad económica venezolana. En este caso me llamó la atención un artículo de Carmen Reinhart y Miguel Santos de la Universidad de Harvard, de abril de […]
Mis queridos lectores, como es mi costumbre de tanto en tanto, trato de comentar lecturas que hago y compartirlas con mis lectores, mezcladas con mi visión particular de la realidad económica venezolana.
En este caso me llamó la atención un artículo de Carmen Reinhart y Miguel Santos de la Universidad de Harvard, de abril de 2015, cuyo título es «From Financial Repression to External Distress: The Case of Venezuela» (Desde la represión financiera hasta el agotamiento externo: el caso venezolano).
De acuerdo a lo que dicen los autores, la represión financiera se da cuando la liquidez (cantidad de dinero circulante en la economía) se mantiene atrapada por el control de cambios, y se da una situación en la cual la tasa de interés se sitúa por debajo de la inflación con pérdidas para los ahorristas y las personas poseedoras de bonos domésticos (bonos en bolívares). En términos generales, son los bancos los que compran estos bonos, pero las pérdidas son transferidas a los depositantes con tasas de interés muy bajas. Esto significa que en Venezuela todo aquel que ahorre en bolívares se descapitaliza, lo que conduce a que la gente prefiera gastar su dinero en bienes durables o acaparar bienes de primera necesidad escasos, antes que tener ahorros en un banco, este es un comportamiento absolutamente normal de los seres humanos, se le llama aversión al riesgo y a las pérdidas.
Según los autores, los ingresos del gobierno provenientes de la represión financiera aumentan en los períodos con techos en las tasas de interés, controles de precios y control de cambio, en tanto que, cuando no existen estas condiciones el financiamiento del gobierno por esta vía es prácticamente cero. Es decir, es un mecanismo de financiamiento del gobierno a través del endeudamiento interno. La ventaja que tiene este tipo de financiamiento en virtud de que el gobierno controla prácticamente el 100% del ingreso en dólares por la venta del petróleo es que una devaluación del cambio oficial (hecho que ha ocurrido con cierta frecuencia) disminuye la deuda interna valorada en dólares.
Esta situación conduce a la desalineación de los indicadores macroeconómicos, propulsa la inflación debido a que nadie quiere tener bolívares y se vuelca al consumo, aunque el gobierno critica el consumismo, no hay mejor manera que inducirlo que mantener tasas de interés por debajo de la inflación. Esta situación lleva a que los bonos extranjeros en dólares sean mucho más redituables que los domésticos. También, es inevitable que aparezca un mercado paralelo del dólar cuyo valor se aleja del oficial. Cuando esto comenzó a suceder era el momento de tomar medidas efectivas, pero no se tomaron, se insistió en el mecanismo represivo y de controles, lo que ha llevado a esta situación desquiciada de múltiples valores del dólar con diferenciales abismales.
La represión financiera con un impuesto inflacionario que carcome los ingresos de la población y la empobrece día a día no pueden ser consideradas aisladamente y sin ninguna conexión con la balanza externa. Ganancias deprimidas de las inversiones domésticas conducen inevitablemente a la fuga de capitales y que el precio del dólar paralelo suba sin hallar techo.
Algo que resulta obvio, es que sin control de cambios pero con elevados niveles de inflación por encima de las tasas de interés se estimula la fuga de capitales, la gente no comprará bonos domésticos sino extranjeros cambiando bolívares por dólares. Por lo tanto, la inflación parece ser el factor clave, pero el gobierno desde hace más de una década jamás se ha planteado una política seria en este sentido. La razón era muy sencilla, mientras el gobierno recibía ingentes ingresos petroleros por los altos precios, podía mantener una tasa de cambio muy baja e importar todo lo que se requería.
Los autores del artículo señalan que tanto en los períodos con controles como en aquellos sin controles se da la fuga de capitales. Por lo tanto, el control de cambios no evita esta situación.
Los articulistas señalan dos métodos para que se dé la fuga de capitales. Uno a través de la compra de bonos del gobierno adquiridos en bolívares, pero con un valor facial en dólares. Estos bonos son inmediatamente vendidos en el mercado internacional con descuento. Es decir, si el bono tiene un valor facial de US$ 1.000 lo vendo en US$800. Quien compra estos bonos no está interesado en mantenerlos hasta su vencimiento, sino convertir su inversión en bolívares en dólares. Esta es una manera en que el gobierno estimula la fuga de capitales, algo que parece totalmente contradictorio con los fines del control cambiario. Además, quienes compran esos bonos pertenecen a los sectores más adinerados de la sociedad que tienen los suficientes bolívares para comprar esos bonos, o sea que el gobierno revolucionario se convierte en un aliado de la oligarquía para sacar los dólares del país en vez de invertir los bolívares en actividades productivas.
El segundo mecanismo es la corrupción por la vía de la sobrefacturación de las importaciones. Obviamente, este es un mecanismo que adquiere sentido cuando existe un control de cambios con un precio oficial para el dólar mucho más bajo que aquel se transa en el mercado paralelo. De lo que se trata es de obtener dólares baratos y venderlos caros. Es así como se han fugado más de 20 mil millones de dólares, de los cuales, todavía no tenemos la lista de quienes participaron en esta estafa, aunque se prometió informar al pueblo caiga quien caiga.
A lo anterior, habría que agregar el contrabando de extracción, la depreciación continua del bolívar ha llevado a que los productos venezolanos sean muy baratos al compararlos con el precio que tienen en Colombia, entonces están sentadas las bases para comprar los productos venezolanos baratos y venderlos mucho más caros en el hermano país. Cabe destacar que aparentemente la lucha contra este contrabando de extracción no se ha podido detener, después de un inicio con bombos y platillos de la guerra al contrabando esta parece haberse reducido a escaramuzas insignificantes.
En otro orden de ideas, según lo reportado por los articulistas, existiría una conexión entre la deuda interna y la deuda externa, en el caso venezolano las dos habrían aumentado fuertemente entre 2006 y 2013.
Según los datos del artículo, la deuda financiera externa consolidada neta subió de 26,9 a 104 millardos de dólares, pero el gobierno central solo habría contabilizado la quinta parte de este monto. La diferencia US$ 60,9 millardos fue contratada por empresas del Estado y el Fondo Chino sin que exista mucha transparencia en el uso de dichos recursos.
La deuda doméstica también se disparó de 36,298 millardos de bolívares en 2006 a 420,502 millardos de bolívares en 2013. Con el ajuste por inflación el crecimiento de la deuda interna fue de 85%.
La pregunta nada novedosa es ¿Por qué en un momento de auge del precio del petróleo el gobierno se endeudó interna y externamente? La respuesta entra en el terreno de lo político más que lo económico. Un gobierno identificado con el pueblo más humilde tenía que demostrar en un corto tiempo que ese pueblo se beneficiaría de las bondades de la renta petrolera, por lo tanto, había que acometer unos amplios programas sociales que beneficiaran a las clases más humildes. Esto llevó consciente o inconscientemente al clientelismo político, grandes masas que apoyaban al gobierno por los beneficios que recibían más que por cuestiones ideológicas. El gobierno ignoró algo que se llama el problema económico, las necesidades son múltiples y se reproducen, los recursos son escasos. Obnubilados por la lluvia de millones de dólares que caían sobre Venezuela, nadie pensó en la posibilidad de que la abundancia no durara para siempre y que no sería suficiente para unas necesidades crecientes.
El problema del gobierno es grave muy grave, está endeudado, la inflación es indetenible, la producción va en picada, y en un año electoral tiene que mantener el apoyo político del pueblo so pena de perder el poder.
El recorte de los cupos en dólares para viajes y el fraccionamiento del cupo para compras por Internet es una muestra palpable de la sequía de dólares que se avecina, a esto hay que sumarle la amenaza del aumento del precio de la gasolina. Medidas muy impopulares para ser tomadas en un año electoral, es posible que el gobierno piense que estas medidas no erosionarán su base electoral porque afectan a la clase media que no vota por el chavismo. Es posible que también piense que estos recursos que se ahorrarán permitirán importaciones masivas de productos de primera necesidad destinadas a las clases más humildes poco antes de las elecciones.
Volviendo al hilo central del artículo, según los autores citados no existe evidencia empírica que el control de cambios haya frenado la fuga de capitales, muy por el contrario, la represión financiera debida al control de cambios y la inflación induce a la aparición de un mercado paralelo del dólar que no puede ser controlado con medidas punitivas. Frente a la pérdida del poder adquisitivo del bolívar, las tasas de interés negativas, el comportamiento natural será comprar dólares a pesar del riesgo y de lo caro que resulte en el mercado paralelo.
El control de cambios, la alta inflación, los controles de precios y las tasas de interés negativas, será el caldo de cultivo para que progrese la corrupción que por la vía de la sobrefacturación y las empresas de maletín buscarán conseguir dólares baratos para venderlos muy caros en el mercado paralelo.
Es hora de que el gobierno entienda que el factor clave que distorsiona la economía es la inflación, la misma está atada a la devaluación de la moneda, no es posible estabilizar el valor del bolívar frente al dólar sino se baja la inflación a un dígito. Si la inflación no se reduce es imposible tener tasas de interés superiores a la inflación que estimulen el ahorro interno y eviten la fuga de capitales.
Ahora bien, prácticamente es una idea aceptada por la mayoría de los economistas, que la inflación se debe a una excesiva liquidez, es decir demasiados bolívares detrás de muy pocos productos. Está claro que es el gobierno el que ha venido incrementando la liquidez por la vía del endeudamiento interno y externo para favorecer las clases más humildes, pero que se ha convertido en una trampa al conformarse una clientela política cuyo apoyo al gobierno depende de la cantidad de recursos que este invierta en los programas sociales.
Como he señalado en varios artículos, el control de cambios, los controles de precios, la inflación, la escasez y la corrupción no son elementos constitutivos de un gobierno de izquierda, porque ahí tenemos los casos de Nicaragua, Bolivia y Ecuador que no tienen control de cambio, ni inflación, ni escasez.
Por último, quisiera señalar que la actual situación económica es el resultado de una ausencia de política económica realista y pragmática que viene desde hace muchos años y la incapacidad de la revolución bolivariana para escapar del rentismo petrolero que tanto se le criticó a la Cuarta República, la incapacidad para entender que el petróleo es un commodity sometido a las fluctuaciones de precios, y que por lo tanto, era necesario contar con un fondo de reserva para la época de las vacas flacas.