Menor acceso a la educación, al trabajo y salarios inferiores, son algunos de los aspectos que definen la situación de los negros en Brasil. Un encuentro de comunidades quilombolas busca el reconocimiento de sus de sus derechos.
Desde el 29 de marzo hasta el 1 de abril, más de 400 comunidades quilombolas, se reunieron en el II Encuentro Estatal de las Comunidades Quilombolas de Mina Gerais, que se realizado en el estado de São João, Brasil.
La idea del Encuentro, donde participaron 300 dirigentes quilombolas -que expusieron sus demandas- fue crear un espacio de discusión y acción para lograr el reconocimiento legal de las tierras e igualdad de derechos.
De las 401 comunidades quilombolas del estado de Minas Gerais, sólo una tiene el titulo de su territorio: Porto Coris. «Minas Gerais es el segundo estado con más comunidades quilombolas en el país, sin embargo, sólo una fue titulada hasta el momento. En San Pablo existen 30 y todas ya recibieron su título de propiedad. Es necesario agilizar más el proceso», explicó Mariana Figueiredo, investigadora del proyecto Quilombos Gerais.
Los quilombos fueron lugar de escondite y albergue de esclavos negros fugitivos en el medio rural, que se constituyeron en focos de resistencia de los africanos al esclavismo colonial. Los primeros negros llegaron al Brasil colonial a mediados del siglo XIV, para trabajar como esclavos. Durante más de trescientos años se mantuvieron en esa situación, hasta 1888, momento en el que se elimina la esclavitud.
La población negra produjo gran parte del café en San Pablo, producto que consolidó la industrialización del Estado. También implantó la carretera de hierro en el interior paulista, trabajó en la producción de caña de azúcar, y en la extracción de oro y diamantes en las regiones de Goiás, Mato Grosso y Minas Gerais. Durante tres siglos y medio, la población negra ayudó a construir Brasil, y produjo los cimientos económicos para la industrialización.
Sin embargo, la abolición de la esclavitud no trajo la abolición de la condición de servidumbre de esas etnias. El racismo perduró en los proyectos de sociedad de las élites dominantes que remplazaron a los colonizadores.
Según datos oficiales, la mitad de la población de Brasil, estimada en 187 millones de habitantes, es negra o mulata, dato que la constituye en la mayor comunidad negra de Latinoamérica. No obstante, esa mitad no tiene los mismos derechos que la otra blanca o mestiza.
Menos acceso a la educación, al mercado de trabajo, salarios inferiores, no reconocimiento de tierras, son algunos de los aspectos que conforman la real situación de esas poblaciones en Brasil.
En ese sentido, el II Encuentro buscó que sean reconocidos los derechos de las comunidades quilombolas y que haya máxima participación en la elaboración y efectivización de políticas públicas. Por lo tanto, es imprescindible que tenga lugar el diálogo entre las comunidades y las esferas gubernamentales.
Este fue un espacio de intercambio de informaciones sobre salud, trabajo, género, música y política. El debate que abrió el Encuentro fue «Los quilombolas de Minas Gerais: Historia e Identidad», coordinado por la Federación Quilombola N´golo.
Asimismo, «Cómo enviar el pedido de reconocimiento de comunidad quilombola»; «El proceso de titulación de tierras quilombolas»; «Formación de asociación local»; «Agroecología en las comunidades»; «Medio ambiente y comunidades quilombolas»; y «la organización en la lucha por la tierra; Racismo; Género; y Ritmos quilombolas», son los otros talleres que se desarrollaron.
De todos modos, Minas Gerais no es la única población con problemas. En el Estado de Sergipe, las cuatro comunidades de quilombos, del municipio de Amparo do São Francisco, denunciaron ser víctimas de amenazas por parte de hacendados y empresarios de la región.
El problema tiene su origen en el 2002, cuando los hacendados interrumpieron la entrada del agua hacia la Laguna de los Campinhos, tradicionalmente utilizada por los quilombolas. Como consecuencia, muchos peces murieron y las familias pasaron a tener dificultades para obtener alimentos.
Esos conflictos señalan que la igualdad social está lejos de conseguirse, y que a siglos de haberse abolido la esclavitud, sus resabios continúan latentes. Las viejas cadenas fueron reemplazadas por nuevas ataduras, que hacen invisibles la discriminación racial, económica, social y cultural de las comunidades negras e indígenas, bajo el mito de la igualdad racial.
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=3025