Con motivo del Día Mundial de la Justicia Social, la Coordinadora Estatal de Comercio Justo publica un informe que expone cómo el Comercio Justo ha mejorado las condiciones laborales de Bangladés, uno de los países con mayores tasas de pobreza de Asia.
El Comercio Justo contribuye a reducir la pobreza pero sin cambios en el modelo de producción y comercialización a nivel global no será posible el desarrollo sostenible y la equidad, ni para el planeta ni para la población mundial.
«El modelo de globalización económica da lugar a la necesidad de plantear una segunda etapa de la globalización de carácter social, colaborativa, solidaria y justa, que se enfoque en resolver los problemas más acuciantes del actual modelo de mundialización en curso, como la desigualdad, la pobreza extrema, la precariedad laboral, el deterioro ambiental, la migración ilegal y las violaciones de los derechos humanos.»
Así se refería Juan Carlos Lozano Herrera en la obra «Comercio justo, globalización y medio ambiente», publicada en 2014 por la Universidad de Colombia, a la acuciante necesidad de que el modelo económico actual escuche y atienda a los síntomas que anuncian el fin de una era, en la que las consecuencias del cambio climático están ya afectando a sociedades enteras de todos los hemisferios.
En este mismo sentido se pronuncia Juanjo Martínez, presidente de la World Fair Trade Organization y autor del informe «El comercio justo y la erradicación de la pobreza. El caso de Bangladés», que se presenta esta semana coincidiendo con el Día Mundial de la Justicia Social, editado por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo: «Si por modelo económico entendemos la manera en la que se produce, comercializa y consume actualmente, este modelo es insostenible, social y medioambientalmente.»
Según Martínez, «es una cuestión de tiempo, pero este modelo no es capaz de desarrollar oportunidades de desarrollo y, por tanto, erradicar la pobreza, dentro de unos límites ecológicos que están próximos a extralimitarse, y con un crecimiento demográfico que nos llevará en 2050 a ser 9.000 millones de personas.»
«Seguramente, las tres partes -producción, comercialización y consumo- tienen que revisarse», -insiste. «Y solo cuando esto se haga «desde una perspectiva sensata, largoplacista y sostenible, será posible, y creemos que es factible porque desde el Comercio Justo así lo estamos demostrando».
En el informe se expone el caso de Bangladés como ejemplo de que si se transforman los patrones de producción es posible la sostenibilidad del comercio y del consumo:
Tal y como explica el informe, en un contexto de superpoblación en Bangladés, la propuesta fue la de competir en el sector textil -en cierto modo estimulada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional-. «Se crean, prácticamente desde cero, industrias textiles hasta el punto de que hoy en día Bangladés es el segundo exportador mundial de textil después de China».
¿Cómo consiguió el país tanta demanda de productos textiles? «Ni más ni menos que a base de precio: producir ropa a un precio supercompetitivo. Y esto solo era posible si a los trabajadores se les pagaba miseria», afirma su autor. En el informe se demuestra cómo, a diferencia de los grandes países en Asia, en Bangladés no se ha reducido la pobreza de la misma manera que sí pasó en Indonesia, India o China.
EMPLEO DE CALIDAD
Además, en estos días que hemos conocido datos sobre empleo, debemos recordar que la creación de empleos de calidad sigue constituyendo un gran desafío para casi todas las economías: «la falta de oportunidades de trabajo decente, la insuficiente inversión y el bajo consumo producen una erosión del contrato social básico subyacente en las sociedades democráticas», alerta el presidente de la World Fair Trade en Europa. Y añade: «Para conseguir el desarrollo económico sostenible, las sociedades deberán crear las condiciones necesarias para que las personas accedan a empleos de calidad, estimulando la economía sin dañar el medio ambiente.»
Esto constituye, además, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos- además de parte esencial de las máximas del Comercio Justo: las prácticas comerciales justas, el pago justo, la igualdad de género, la libertad de asociación sindical y la no discriminación, la erradicación del trabajo infantil y trabajo forzoso, y condiciones de trabajo seguras y saludables.
En el informe «Comercio Justo y erradicación de la pobreza, el caso de Bangladesh», se habla también de las previsiones macroeconómicas que parecen estar mejorando a nivel global, aunque a un ritmo más lento de lo esperado: Según Naciones Unidas, en 2016 la economía mundial se expandió en un 2,2%. Se pronostica que el producto bruto mundial se expandirá en un 2,9% en 2018. Asimismo, la Organización Mundial del Comercio prevé para 2018 un crecimiento del comercio mundial del 2,4%. Sin embargo, no están aportando mayores cuotas de bienestar y justicia social. Más bien todo lo contrario.
En este sentido, recordamos el último informe de Naciones Unidas, que indica que un 1% de la población acapara más del 50% de la riqueza global del planeta en tanto que el 80% tiene que sobrevivir con un 6% de los recursos totales. Y añade que de continuarse con esta tendencia, en 2050 será el 0,1% la que acapare más de la mitad de la riqueza, situación insoportablemente injusta que con toda seguridad provocará conflictos sociales y un deterioro medioambiental sin precedentes.
En el mismo sentido, también la Organización Internacional del Trabajo advierte del incremento exponencial de los llamados «trabajadores pobres», es decir, personas que a pesar de disponer de un trabajo, no cuentan con ingresos suficientes para salir de la pobreza y mantenerse a sí mismos y a sus familias. Este fenómeno de alcance internacional afecta a 780 millones de personas, a saber, casi un tercio de la clase trabajadora mundial, cifra que se va incrementando en 11 millones de personas al año.
En ese sentido, asegura que «a menos que se tomen medidas para reducirla, la pobreza podría perpetuarse de generación en generación, exacerbando la inestabilidad socioeconómica y erosionando el apoyo a las políticas en favor del crecimiento.» Avisos que refuerzan la idea de que es necesario avanzar hacia un desarrollo sostenible e inclusivo para todos y todas que no deje a nadie atrás, tal y como destaca el informe.
También la Comisión Europea ha lanzado un informe en el que se habla de revisar el modelo de crecimiento económico para cumplir los compromisos de Naciones Unidas de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030: «De acuerdo con el modelo de bienestar social de la UE, la transición a una economía sostenible no debe dejar a nadie ni a ningún lugar atrás».
En dicho informe, la Comisión Europea en el que reitera su compromiso de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, incluido el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Y lo hace hablando de «modernizar nuestra economía para adoptar patrones de consumo y producción sostenibles».
CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO VS POBREZA
Lo que más preocupa ahora es que la gran reducción de la pobreza viene fundamentalmente del lado asiático, porque el modelo de producción ha creado oportunidades, si bien es cierto que más en unos países que en otros, según el informe. India y China han conseguido reducir bastante sus tasas de pobreza en términos absolutos, y el crecimiento demográfico ya está estancado, por lo que ya no va a tener la necesidad de aumentar sus exportaciones y podrá crear mejores condiciones de trabajo y de vida para su población.
«Pero quien tiene ahora las tasas de crecimiento demográfico más altas del planeta es África. Y el continente africano no está participando de este modelo de producción y comercio internacional. En 2050, África va a tener más población que Asia y unos niveles de pobreza superiores incluso a los que tenía Asia en los años 80», constata Martínez.
«Nos podemos quedar esperando a que el problema crezca y la situación sea un drama imposible de gestionar o podemos ir poniendo soluciones.», reitera Juanjo Martínez. «Estamos a tiempo.», concluye.
Desde el Comercio Justo, seguiremos luchando por la justicia social, económica y medioambiental en todo el planeta.
El informe «El Comercio Justo y la erradicación de la pobreza. El caso de Bangladés» ha sido elaborado en el marco del proyecto europeo Trade Fair, Live Fair con financiación de la Unión Europea. Descarga aquí .