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El muro hizo katakrak

Fuentes: Noticias de Navarra

Si piensas que tu vida no tiene mucho sentido en esta época de demolición y derrumbe, recuerda qué pudieron sentir los soldados que enviaron a construir el muro de Adriano. Lejos de sus casas, venidos de todas partes del imperio, con dioses impronunciables y costumbres diversas, hablando idiomas que no eran el oficial, gastaron sus […]

Si piensas que tu vida no tiene mucho sentido en esta época de demolición y derrumbe, recuerda qué pudieron sentir los soldados que enviaron a construir el muro de Adriano. Lejos de sus casas, venidos de todas partes del imperio, con dioses impronunciables y costumbres diversas, hablando idiomas que no eran el oficial, gastaron sus mejores años allí, recluidos en aquella zona especial del norte, al borde de la frontera más inhóspita y gélida, acompañados solo por otros camaradas, o por sus mujeres y sus hijos, muchos nacidos de la fusión con la gente común con la que convivieron en esa tierra de nadie.

Todavía hoy no se sabe para qué se hizo todo aquel esfuerzo. La excusa oficial fue la consolidación del límite del imperio, aunque la historia demostró su inutilidad. Algunas fuentes dicen que servía como control de aduanas, otras como propaganda de la grandeza de Roma y algunas otras sugieren que pudo ser un ejercicio de distracción para mantener ocupadas a las tropas. A pesar del sometimiento de la población, nunca impidió el fin del imperio, ni la tan temida invasión de las tribus bárbaras, y durante décadas a ambos lados del muro las gentes instalaron sus viviendas, comerciaron, se conocieron y amaron.

Casi dos mil años después de aquella fútil hazaña, de aquellos hombres y mujeres que vieron venirse abajo todo un mundo de forma paulatina pero inexorable, este otro régimen ha hecho crac. Cayó el muro de Berlín, dicen, mas se empeñan en seguir alzando otras murallas y fortificaciones, cuyos sillares se deshacen bajo una capa de musgo y liquen. El régimen intenta mantener su capital, con sus oropeles y canonjías, su ciudadela, su baluarte, sus propias murallas. Y cuando todo parece más oscuro que el rostro del santo local, entonces, justo entonces, gentes que leyeron a Epicteto o que perdieron su casa o su trabajo pero ganaron la dignidad del liberto, espartaquistas sin imperio, deciden derruir el muro que les rodea y liberar un nuevo espacio y un nuevo tiempo, trabajar en cooperativa, hacer un crowdfunding por las calzadas de la comunicación y de la cultura, para transformar la vieja Pompaelum desde el corazón de su calle mayor.

Frente a esto, la guardia pretoriana cerrará filas ante lo que sienten como una amenaza. Bramarán otra vez diciendo que vienen los vándalos o los bárbaros. Se atreverán a colocar cuchillas más afiladas, dardos más peligrosos en las fronteras mediterráneas y pirenaicas. Tocarán las trompetas y pretenderán ocultar su decadencia a base de pan y circo, pero sus días de triunfo y gloria están contados. Quizá sea lento el derrumbe e incluso quedarán restos dispersos aquí y allá, como esas piedras del muro de Adriano que ahora están realojadas en granjas e iglesias de los alrededores. Sí, el muro del régimen ha hecho katakrak, aunque muchos seguirán pensando y escribiendo lo contrario por unos cuantos sestercios o por el laurel vanidoso que les conceden los patricios, esos patricios que adquirieron su botín con la dictadura del águila imperial.

Fuente original: http://www.noticiasdenavarra.com/2014/02/23/sociedad/el-muro-hizo-katakrak