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Entrevista a João Pedro Stédile, líder del MST (Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra)

«El neodesarrollismo se agotó»

Fuentes: Brasil de Fato

Brasil de Fato – ¿Cómo estás viendo el escenario político brasilero? João Pedro Stedile – Brasil está pasando por un periodo histórico muy difícil y complejo. Lo que hemos discutido en las plenarias de los movimientos populares es que estamos pasando por tres graves crisis. Una es la crisis económica, con la economía paralizada, falta […]

Brasil de Fato – ¿Cómo estás viendo el escenario político brasilero?

João Pedro Stedile – Brasil está pasando por un periodo histórico muy difícil y complejo. Lo que hemos discutido en las plenarias de los movimientos populares es que estamos pasando por tres graves crisis. Una es la crisis económica, con la economía paralizada, falta de crecimiento de la industria, señales de desempleo y caída en los ingresos de la clase trabajadora.

Otra es la crisis social, cuyos problemas, sobretodo en las grandes ciudades, como falta de vivienda, de transporte público, aumento de la violencia contra la juventud en las periferias y de millones de jóvenes que no están consiguiendo entrar en la universidad apenas aumentan. Los 8 millones de jóvenes que se inscribieron en el ENEM (examen nacional de enseñanza media, requisito obligatorio para entrar en las universidades públicas brasileras), por ejemplo, disputaron 1,6 millones de lugares. Y los que no entran, para dónde van?

La última es la grave crisis política e institucional, en que la población no reconoce la legitimidad y liderazgo en los políticos electos. Eso se debe al sistema electoral, que permite que las empresas financien sus candidatos. Para tener una idea, apenas las diez mayores empresas eligieron 70% del parlamento. O sea, la democracia representativa fue secuestrada por el capital, y eso generó una hipocresía de los electos y una distorción política insuperable. Eso se refleja en las pautas que el parlamento adopta y en las ideas que ellos defienden, que no tiene nada que ver con los electores. Por ejemplo: en la sociedad brasilera tenemos 51% de mujeres. Se presentó un proyecto para garantizar 30% de representación femenina, pero ellos bloquearon. Y, con eso, vamos a mantener apenas el actual 9%!

¿Cómo evalúa las propuestas que predominan en el debate público para superar este escenario?

Las clases dominantes, aquellas que poseen el poder económico en nuestra sociedad, son bastante inteligentes. No es en vano que gobiernan hace 500 años. Percibieron la gravedad de la crisis, y por eso abandonaron el pacto de alianzas de clase con los trabajadores, representado por la elección de Lula y Dilma, que resultó en el programa neodesarrollista.

El neodesarrollismo, como programa de gobierno, se agotó. Los sectores de la burguesía que hacían parte y se beneficiaban de ese programa salieron de escena, y apuestan ahora a otro programa. El programa de este sector para salir de la crisis es básicamente la defensa de Estado mínimo, utilizando máscaras como la disminución de ministerios, menos intervención del Estado en la economía, retiro de derechos laborales – con el objetivo de que el costo de la mano de obra disminuya y se retomen las altas tasas de ganancia, pudiendo competir mejor en el mercado mundial con la competencia. El tercer elemento es la realineación de la economía y de la política externa con Estados Unidos. Por eso critican las políticas de los Brics, de Unasur, de Mercosur y defienden abiertamente el regreso del Alca.

Ese es el programa de la clase dominante para salir de la crisis. No es otra cosa que la vuelta al neoliberalismo. Y para alcanzar estos objetivos accionan sus operadores políticos en los espacios que detentan hegemonía completa, como es el caso del Congreso Nacional, del Poder Judicial y de los medios de comunicación burgueses. Estos tres poderes están actuando permanentemente y de forma articulada entre si para que este programa sea implementado. Y el partido ideológico que está articulando esa unidad entre los tres espacios es la Red Globo.

El gobierno ha tomado diversas iniciativas de política económica, medidas provisorias y ajuste fiscal. ¿Cómo los movimientos están viendo estas iniciativas?

Para nosotros, el gobierno de Dilma no entendió la naturaleza de la crisis instalada, ni lo que está aconteciendo en la sociedad brasilera. Tampoco la disputa ideológica que se dio en el segundo turno de las elecciones, una tremenda lucha de clases.

El gobierno erró al montar un ministerio muy dependiente de partidos conservadores, que inclusive votan contra el gobierno en el parlamento. Llega a ser ezquizofrénica. Tal vez sea el peor ministerio desde la nueva república, y está resumiendo la crisis a un problema de déficit en el presupuesto. Sin embargo, el déficit en el presupuesto es apenas consecuencia de la crisis, y no adelanta tomar medidas paliativas. Tal como explicó el profesor Belluzzo, «el motor de la economía pifeó, y el gobierno está preocupado con la chapa y pintura». Por increíble que parezca, todas las medidas paliativas y las iniciativas que el gobierno tomó no sólo no resuelven la crisis citada, como tienden a agravarlas, porque quedan en la apariencia de los problemas y no van a las causas. Peor, muchas de las medidas, en especial las de economía, van en la dirección del programa de la burguesía, o sea, retiran derechos de los trabajadores. Aumentar la tasa de interés es todo que el sector hegemónico de los capitalistas quieren: ganar dinero con rentismo y con especulación. Si el gobierno no muda de rumbo, no muda su política económica y no toma iniciativas que coloquen el debate en la sociedad, de la necesidad de una reforma política profunda, continuará cayendo en la impopularidad y en la incapacidad de salir de la crisis.

En esa coyuntura compleja, ¿hay posibilidades de golpe?

Las clases dominantes, los capitalistas, los empresarios y la derecha, como campo ideológico, son muy diversos en una sociedad tan compleja como la nuestra. Por más que la Globo se esfuerce para darles unidad, no consiguen tener consenso en la forma de ver los problemas y en las propuestas para la salida de la crisis.

Es cierto que hay sectores más radicales de la derecha que quieren golpe, impeachment, hasta por el parlamento. Pero creo que una confusión institucional no interesa a los sectores empresariales. Lo que ellos quieren es que el gobierno asuma el programa de ellos. Solo eso. Por otro lado, los mismos motivos para tener proceso de impeachment para Dilma podrían ser aplicados a los gobernadores Geraldo Alckmin (PSDB), Beto Richa (PSBD), etc, lo cual generaría una confusión generalizada.

Infelizmente creo que el gobierno cayó en esa trampa. Y mismo asumiendo el programa de la clase dominante, las tres crisis no se resuelven. Por eso estamos en un periodo de confusiones que no se resolverá a corto plazo.

¿Y cuál es la propuesta de los movimientos populares frente a esta situación?

Por parte de los movimientos populares la situación también es compleja. Los movimientos y las fuerzas populares, que encuadran todas las formas organizativas, como partidos, sindicatos, movimientos sociales, pastorales, etc, no han tenido la capacidad de organizar una plataforma común, un programa único de salida de la crisis.

Tenemos ideas generales, en teoría, como, por ejemplo, el entendimiento de que apenas saliremos de la crisis económica si el gobierno abandona el superávit primario y, en lugar de pagar 280 mil millones de reales en intereses por año, invirtiera esos recursos públicos en la industria para generar empleos, en obras públicas de transporte, vivienda o educación.

Ya en la crisis política, solo iremos a superarla si tenemos una reforma política profunda. Son ideas

generales, en torno de reformas estructurales necesarias. Sin embargo, es necesario construir un programa que unifique todos los sectores sociales y de unidad a las acciones de movilización de masas.

Por ahora, apenas los sectores organizados de la clase trabajadora se están movilizando. El pueblo en general está quieto, mirando por televisión de forma asustada las noticias de la crisis y de la falta de alternativas.

De un lado, el pueblo ve todos los días a la burguesía tomando iniciativas contra el, y un gobierno inerte e incapaz. Y de nuestra parte, no conseguimos llegar hasta esa masa con nuestras propuestas, inclusive porque los medios de comunicación están controlados por la burguesía.

¿Cómo estás viendo el proceso de la operación «Lava-Jato» y las denuncias de corrupción que envuelven a las empresas y a Petrobras?

Hay muchos aspectos que envuelven este tema. Claro que existen personas y empresarios que se apropian personalmente de estos recursos e inclusive los envían para el exterior, y por lo tanto son corruptos.

Pero la corrupción en la sociedad brasilera es mucho más amplia. Está presente en la gestión de recursos públicos, que envuelven políticos de todos los partidos y otros sectores sociales.

Cuando un profesor de la USP con dedicación exclusiva abre un escritorio de consultoría, o tiene un segundo empleo, el también está siendo corrupto. Pero todo eso lo resolveremos con procesos de participación popular en la gestión de los recursos públicos y métodos permanentes de fiscalización por parte de la sociedad.

Pero el caso más patético del «Lava-Jato» es que culpan a este o aquel. El problema de fondo es el método de las elecciones. Mientras haya financiamiento de las empresas en las campañas electorales habrá «Lava-Jato».

La solución real no es apenas querer arrestar fulan o mengano, es cambiar el sistema. Precisamos de una reforma política profunda. El Congreso ya dio varias pruebas, inclusive en las últimas semanas, que no quiere mudar nada. La única salida sería convocar una asamblea constituyente exclusiva, que haga la reforma del sistema político brasilero. Claro que la realización de un plebiscito popular, que legalice la convocatoria de la asamblea, solamente llegará si las masas salen a las calles a luchar por la asamblea constituyente. O sea, va a depender de una nueva correlación de fuerzas. Pero esa es la única salida política para combatir la corrupción.

También es importante resaltar que todas las entidades de abogados y jueces han denunciado los abusos de poder del Juez Sérgio Moro, extrapolando sus funciones y utilizando, junto a los medios de comunicación, la fuga de informaciones, de denuncias premiadas y prisiones con claro sesgo partidario.

No se ve la misma divulgación, empeño y ninguna prisión en casos semejantes de corrupción de los trenes de San Pablo, por ejemplo, o en el caso del conocido «mensalão mineiro», o mismo de las estafas practicadas por el gobierno de Aécio/Anastasia en las empresas estatales de Furnas y Cemig, en Minas Gerais.

El juez Moro se prestó a alimentar un odio de la clase media contra los petistas, como si todos estuvieran envueltos con corrupción, todos fuesen culpables, cuando el verdadero culpable es el sistema electoral, que ellos no quieren mudar.

¿Y cómo evalúas el proyecto del senador Serra (PSDB), que retira a Petrobras del pré-sal?

El proyecto de Serra, en debate en el Senado, es la prueba más cabal de como los parlamentares de la derecha aplican el programa de la burguesía en el Congreso Nacional para salir de la crisis.

El proyecto retira de Petrobras la prioridad de explorar el pré-sal. Es todo lo que las empresas transncionales precisan, ya que no será más necesario gastar con investigación, dado que se sabe dónde está el petróleo. No hay ningún riesgo, basta ir y buscarlo.

En un país continental como el nuestro, el Estado brasilero no tiene ninguna condición de fiscalizar lo que las empresas harían en alta mar, ni para dónde y cuánto petróleo llevarían.

Si Petrobras está atravesando dificultades financieras y no puede operar todos los pozos, es preferible que vaya más suave con la explotación de reservas, garantizando que todo el pueblo brasilero tenga el control sobre ellas.

Y claro, es preciso que los trabajadores de Petrobras tengan mayor participación en la gestión de la empresa, sino acontece lo mismo que con el mineral de hierro, cuando Fernando Henrique Cardoso privatizó la Vale do Rio Doce y entregó gratuitamente a los capitalistas estadounidenses.

Hoy, se exportan miles de millones de toneladas de hierro por año, y el pueblo brasilero no tienen ningún beneficio con esa riqueza natural, aunque según la constitución debería ser utilizada en beneficio del bienestar de toda la población.

Espero que el Senado tenga juicio y rechazar ese proyecto, o mismo que la presidenta lo vete después, y que los petroleros se mantengan movilizados y en lucha por la defensa de Petrobras.

¿Cuáles son las iniciativas que los movimientos populares están tomando para posicionarse en esa coyuntura?

 Estamos haciendo todos los esfuerzos para construir plenarias unitarias entre todos los frentes de masa, principalmente en los estados, y estimular a los sectores organizados que luchen. En algunos estados esa unidad es más visible, como pasó con la lucha de los profesores en Paraná y Minas Gerais.

A nivel nacional, las centrales sindicales, en especial la CUT (Central Única de Trabajadores), ha hecho el esfuerzo de coordinar las iniciativas de movilización de la clase trabajadora en defensa de sus derechos. Y existe una disposición, caso avance el proyecto de tercerización, de realizar una huelga general en todos los sectores de la economía, para boicotear esa medida que hace parte del proyecto de la burguesía.

Creo que ya hay una unidad bastante grande y disposición de lucha en defensa de los derechos de los trabajadores, pero todavía no avanzamos para construir un programa alternativo para la clase.

Ustedes también están proponiendo un frente político, que está siendo llamado de Grupo Brasil. El tema de los frentes amplios o frente de izquierda ha aparecido. ¿Cómo el MST está viendo estas propuestas?

Estamos viendo la necesidad de construir dos espacios complementarios de frentes, de unidad. Un frente de lucha de masas, que la CUT y los movimientos populares están halando.

Sin embargo, eso no es suficiente. Es necesario otro frente político, que consiga aglutinar los movimientos populares, partidos, entidades, pastorales e intelectuales para debatir un proyecto para Brasil. O sea, un frente que no es ni partidaria, ni electoral. Es un frente político para pensar el futuro y tener un proyecto alternativo al de la burguesía.

Claro que en la construcción de ese frente existen diferentes opiniones e iniciativas. Es probable que tengamos hasta varios frentes políticos. Tal vez no sea posible tener unidad en ese campo, ya que las ideologías, intereses de partidos y vanidades personales a veces se sobreponen a la necesidad de la unidad. Y hace parte de la lucha de clases esa diversidad.

Como MST, estamos apostando en un frente político, popular y nacional que aglutine todas las fuerzas que votaron en Dilma en el segundo turno. Esa es una referencia ideológica. Probablemente sectores más a la derecha o más a la izquierda no quieran participar. No porque no querramos, sino porque tienen un proyecto diferente.

Hay una propuesta de realizar, en setiembre o en torno a la semana de la patria, una grande plenaria nacional en Minas Gerais, que reúna representantes, militantes de todas las fuerzas populares (partidos, sindicatos, movimientos populares, pastorales e intelectuales) para debatir un programa popular para enfrentar a la derecha y a la crisis.

Y en la Reforma Agraria, ¿cuál es el análisis que el movimiento está haciendo de las medidas del gobierno Dilma?

La Reforma Agraria también está paralizada, como parte de esta crisis, de falta de un proyecto de país. Felizmente hubo cambios en el Ministerio de Desarrollo Agrario y en el INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria), y tenemos compañeros serios y comprometidos con la Reforma Agraria, lo cual nos ayuda mucho a resolver problemas pendientes, el pasivo de estos últimos diez años.

Tenemos 120 mil familias acampadas que el gobierno precisa asentar. Tenemos un déficit de más de 100 mil casas en los asentamientos, falta de asistencia técnica, y los proyectos de agroindustria están parados. Si el señor Levy (Ministro de Economía) no molesta, creo que esos problemas emergenciales serán resueltos por el nuevo equipo.

Sin embargo, lo que está colocado es la necesidad de un nuevo proyecto de Reforma Agraria, en aquello que llamamos de Reforma Agraria Popular, que se basa en los nuevos paradigmas que van más allá de la necesaria democratización de la propiedad de la tierra.

También precisamos organizar una producción que priorice el cultivo de alimentos saludables a toda la población. La matríz tecnológica debe volcarse para la agroecología, instalar agroindustrias y cooperativas en todos los asentamientos como forma de aumentar el empleo y los ingresos de los asentados.

Precisamos democratizar la educación y ampliar el acceso a la escuela en todos los niveles. Y para que ese nuevo proyecto de Reforma Agraria se realice, dependerá del programa y de la movilización de toda la clase trabajadora. El MST y los sin tierra solos no consiguen avanzar más.

De ahí nuestro esfuerzo de envolvernos con otras articulaciones políticas y populares, ya que el avance de la Reforma Agraria Popular depende de los cambios generales, de las reformas estructurales de la sociedad brasilera.

Usted está yendo para el encuentro de los movimientos populares de América Latina con el Papa Francisco, en Bolivia. ¿Cómo será ese nuevo encuentro?

Desde la elección del Papa Francisco, por iniciativa de el, hemos construido canales y puentes de interlocución. Hicimos seminarios en el Vaticano para debatir temas de la desigualdad. Elaboramos un documento sobre el peligro de los transgénicos y agrotóxicos.

Quedamos bastante contentos con la nueva encíclica del Papa, sobre ecología, en la cual incorpora varios debates que han acontecido en los movimientos campesinos y entre los científicos comprometidos con la verdad. En octubre de 2014 realizamos el encuentro en el Vaticano entre el Papa y 180 líderes populares del mundo entero.

Ahora estamos dando secuencia a ese diálogo, y vamos a reunir 1500 líderes de toda América Latina para debatir con el, en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia.

Aquí de Brasil estamos yendo con 250 delegados. Nuestra delegación está dividida siempre entre los tres sectores de los movimientos populares: tierra (campesinos), techo (lucha por la vivienda) y trabajo (sectores sindicales y populares que se organizan entorno al trabajo).

Tengo certeza que el encuentro será muy provechoso, y pretendemos sacar una carta común de compromiso entre los movimientos populares y el Papa Francisco, como representante máximo de la comunidad de los millares de católicos de todo el mundo.

Las posiciones del Papa en los diferentes temas en que ya se ha posicionado ha sido una grata sorpresa para todos, no solo para los movimientos populares, sino para la sociedad en general. En Roma defendió tres tesis fundamentales, como un programa mínimo para salvar la humanidad: «Ningún campesino más sin tierra. Ninguna familia sin una casa digna, y ningún trabajador sin trabajo y sin derechos». Creo que ahora vamos a avanzar hacia nuevos temas.

Traducción1 de la entrevista realizada a João Pedro Stédile, líder del MST (Movimiento de los trabajadores rurales sin tierra), por Brasil de Fato.

Link entrevista: http://www.brasildefato.com.br/node/32389

1 Traducción del portugués de Angela Garofali Patrón, Economista.