Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
Los medios de comunicación en EEUU y Europa han resaltado sobremanera el «nuevo estilo» en el enfoque de la política exterior por parte de la Administración de Bush: la Secretaria de Estado Condoleeza Rice visita las capitales europeas y se reúne con dirigentes europeos, declarando que una nueva era de cooperación puede ser posible. El Secretario de Defensa Rumsfeld destaca la necesidad de una mayor cooperación trasatlántica en materia de defensa en un encuentro con Ministros europeos de Defensa. En su gira por Europa, el Presidente Bush declara que la alianza entre EEUU y Europa es inamovible, que las divisiones son «cosa del pasado» y que es fundamental una nueva era de actividad en el área de la seguridad. El lenguaje y el tono de la Administración Bush ha cambiado verdaderamente: No hay más insultos gratuitos sobre la «Vieja Europa», no hay más amenazas públicas y declaraciones de acciones militares unilaterales. Sólo los neo-conservadores sionistas, como Kagan, Kristol y Frum, aunque no están en el gobierno, continúan protestando ruidosamente en contra de las negociaciones que Europa mantiene con Irán y declaran el «final de la cuestión Tras-Atlántica» (Financial Times, 21 de enero de 2005). The New York Times y los columnistas más importantes, así como los comentaristas de noticias de televisión hablan de un «nuevo giro hacia la diplomacia y hacia una política de reconciliación, de resurgimiento de la diplomacia en lugar del militarismo, del multilateralismo en lugar del unilateralismo.»
Aún cuando sea verdad que el tono ha cambiado, la sustancia, las políticas militaristas de guerra de la Administración Bush siguen siendo las mismas o incluso se han endurecido.
En primer lugar, y fundamentalmente, eso es algo que resulta evidente si se examinan los nuevos nombramientos para puestos clave en la Administración y los altos funcionarios que se mantienen en el cargo. Condoleeza Rice, una dura defensora de la guerra en Oriente Medio y de las operaciones mediante Fuerzas Especiales, fue ascendida a Secretaria de Estado, quedando a cargo de la política exterior de EEUU y de titular del Departamento de Estado. Rumsfeld, Wolfowitz y Feith continúan siendo el número, uno, dos y tres del Pentágono. Son los arquitectos de las guerras en Afganistán e Iraq y los más firmes partidarios y planificadores de futuras guerras contra Irán y Siria. Además, según el periodista estadounidense Seymour Hersh, quien tiene amplios lazos con los altos funcionarios de Washington, «los civiles del Departamento de Defensa, dirigidos por Douglas Feith, han estado trabajando con los asesores y planificadores israelíes para desarrollar y refinar la potencia de las armas químicas y nucleares, así como para fijar qué objetivos deben alcanzar los misiles en Irán» (New Yorker, 24-31 de enero de 2005). Elliot Abrams, al igual que Feith y Wolfowitz, incondicionales e incuestionables defensores de Israel, ha sido ascendido a Vice-Consejero de Seguridad Nacional y continúa como consejero de rango superior para Oriente Medio. Los nuevos nombramientos para los altos puestos de poder en el ahora ampliado y de mayor alcance aparato de inteligencia incluyen a John Negroponte, que encabeza la Agencia Nacional de Inteligencia. Negroponte fue el organizador de los escuadrones de la muerte en Honduras y de los ejércitos mercenarios del terror, «la Contra», en Nicaragua. Durante su mandato como Embajador en el Iraq Ocupado, fue en gran parte el encargado de supervisar la carnicería desatada contra miles de iraquíes en Faluya, así como la organización de cámaras de tortura y asesinato. Tiene estrechos lazos con Abrams desde los años ochenta, cuando aquél defendía las masacres de cientos de miles de guatemaltecos bajo la tiranía de Ríos Montt y de alrededor de 70.000 salvadoreños durante el gobierno del psicópata Roberto D’Aubuisson. El nuevo jefe de la CIA, Porter Goss, se ganó su reputación en Miami como oficial de campo de la Agencia, apoyando y promoviendo operaciones clandestinas terroristas efectuadas por exilados cubanos contra la Cuba revolucionaria. El nuevo director de la Seguridad Interior es Michael Chertoff, fanático sionista (no menos que Abrams o Feith), que fue responsable de los arrestos arbitrarios de cientos o de miles de inocentes inmigrantes musulmanes árabes y del Sur de Asia – por la única razón de su país de origen o religión. Fueron retenidos durante meses como «sospechosos de terrorismo», negándoles las leyes del habeas corpus y todos los derechos constitucionales. Chertoff es el autor de la infame Acta Patriótica, que «legaliza» las prácticas totalitarias que Chertoff aplicó a los inmigrantes y que ahora pueden aplicarse contra todos los estadounidenses. Marc Grossman conserva su antiguo puesto de Subsecretario de Estado para Asuntos de América Latina. Estaba, y sigue estándolo hoy, a la vanguardia de la violenta oposición de EEUU contra el Presidente Chavez de Venezuela. Alberto Gonzales, que despreció el Derecho Internacional, que aprobó el terrorismo y la tortura a los prisioneros iraquíes, que niega la validez e importancia de las Convenciones de Ginebra, ha sido ascendido a Fiscal General, concediéndole poderes para detener y procesar arbitrariamente a cualquiera que considere que ‘amenaza’ a la ‘seguridad nacional’.
Estos nombramientos y ascensos han encontrado muy poca, o ninguna, disconformidad y protesta en el Partido Demócrata. La mayor parte de los comentarios críticos se han centrado más en su «competencia profesional» que en su conducta homicida y criminal. Progresistas y críticos han argumentado que estos nuevos dirigentes no tienen el «nivel ético» para administrar la política exterior de EEUU y que el Presidente Bush ha cometido con ello errores tremendos. Esas críticas no se enfrentan con el fondo político implícito en los nombramientos. Esas designaciones y ascensos son la elección precisa y perfecta para una política de guerra continuada en Iraq, de guerras secuenciales que afectarán a Irán y Siria, de mayor represión y control interior frente al creciente descontento por los costes que suponen tantas guerras múltiples y de apoyo incuestionable para consolidar a Ariel Sharon, incrementando tanto el control judío sobre la ocupada Cisjordania como su poder en Oriente Medio.
En claro contraste con las frívolas informaciones de los medios de comunicación sobre las «propuestas» de Bush a Europa, Bush y los nuevos nombramientos han intensificado su poder sobre el aparato secreto político y militar, tienen ahora mayor poder para poder destinar presupuestos monstruosos a nuevas guerras. Todos los indicios fácticos demuestran que la «ofensiva de encanto desplegada» por la Administración Bush no es más que una careta deliberada y provocadora para dividir y conquistar a los dirigentes europeos a fin de que respalden nuevas y viejas guerras. Con Iraq, EEUU no se ha acercado a Europa – han aumentado sus necesidades de fondos para sus guerras y para sus tropas y le pide a Europa que proporcione dinero y oficiales de entrenamiento para preparar el ejército colonial iraquí que quieren crear para proteger la ocupación estadounidense. EEUU habla de política multilateral con sus socios europeos, pero rechaza unirse a las negociaciones diplomáticas de esos socios con Irán, mientras que su sionista Departamento de Defensa planea, junto a Israel, llevar a cabo bombardeos masivos unilaterales o bilaterales contra Irán. Europa mejoró relaciones con Cuba y Venezuela; mientras que Goss, Grossman y Rice aumentan las amenazas militares, se dedican a armar a Colombia para que se constituya en agresor suplente y planean nuevos intentos de desestabilización y conspiraciones de asesinato. Europa propone incrementar su comercio e inversiones con China, incluidas las exportaciones militares, mientras que Goss describe a China como una amenaza militar para la supremacía de EEUU en Asia y defiende la política de envolvimiento militar. Rice y Rumsfeld aseguran un nuevo tratado de seguridad militar con Japon que apunta, de forma clara, no sólo hacia Corea del Norte sino también hacia China, como reconocen con franqueza los mismos chinos.
Como es evidente, hay poca sustancia y ningún cambio entre los regímenes viejo y nuevo de Bush. Si Europa se mueve ‘más cercana’ a la Administración Bush, será porque los europeos se han batido en retirada de sus políticas diplomáticas y se han adaptado al militarismo estadounidense. Hasta aquí, aparte del lenguaje retórico y diplomático, los dirigentes europeos han buscado sólo minimizar sus diferencias reales con la Administración Bush pero sin renunciar a ellas. Europa probablemente estará de acuerdo en proporcionar alguna financiación (no mucha) y unos cuantos asesores para entrenar a los oficiales iraquíes militares y policiales, pero sólo una cifra simbólica, hasta el momento menos del 10% de la cifra que se acordó hace un año. Al mismo tiempo, cuando los clientes europeos de EEUU, como Ucrania, Polonia, Hungría y Bulgaria están reduciendo sus pequeños contingentes militares en Iraq, es muy poco probable que los poderes occidentales europeos comprometan recursos, especialmente cuando hay tanto que ganar dejando que los gastos de EEUU lo lleven a la bancarrota y a la falta de competitividad por una guerra colonial imposible de ganar. Asimismo, las agresiones de EEUU contra Venezuela, China y Rusia han obligado a mayores esfuerzos en defensa militar, diversificación del comercio y decisiones monetarias que debilitan el dólar USA y desestabilizan la arquitectura financiera de las guerras imperialistas.
¿Por qué EEUU ha tendido la mano a Europa si lo que intenta es seguir con las mismas políticas militares unilaterales? ¿Por qué los viajes diplomáticos a Europa y la adopción de un estilo conciliador si el propósito es continuar jugando la carta de la guerra en Oriente Medio y mantenerse de forma incondicional junto a Sharon en el reasentamiento de los colonos de Gaza en la Cisjordania palestina? Hay varias hipótesis:
La «ofensiva diplomática» es una campaña de relaciones públicas de cara al pueblo estadounidense y para asegurarse apoyos por parte de aliados europeos vulnerables, como son el británico Tony Blair y el italiano Silvio Berlusconi. Washington puede, en consecuencia, proseguir con su agenda militar, declarando que «dieron una oportunidad a la diplomacia» pero que los europeos no acertaron a comprender que el «poder duro» (agresión militar) debe ser el acompañante del «poder suave» (diplomacia). Ese es claramente el caso en Oriente Medio, donde los poderosos ideólogos y ejecutantes políticos sionistas, que han estado ausentes en los viajes europeos, lo cual no es sorprendente, han «predicho» ya que los europeos les fallarán a la hora de actuar (militarmente) contra Irán y Siria cuando las negociaciones «fracasen» (en lo que se refiere a los intereses militares de EEUU e Israel).
La segunda hipótesis es que la prolongada guerra en Iraq y los costes y déficits crecientes han obligado a EEUU a buscar, vía gestos diplomáticos, la ayuda y asistencia financiera europea para la creación del aparato estatal y ejército colonial iraquíes. Las propuestas formuladas estaban dirigidas a tener a Europa como «socia» para la construcción de un Estado neo-colonial en el que los iraquíes paguen por la guerra y proporcionen los soldados, mientras que EEUU conserva el control último.
La tercera hipótesis es que los europeos están «desplazándose hacia la derecha». En este sentido, Washington puede pensar que con las elecciones coloniales celebradas en Iraq, el reasentamiento de Sharon de Gaza a Cisjordania (denominado «retirada») y la fingida «apertura» a la reconciliación con Europa, quizá pueda convencer a ésta para que se una a la cruzada ilimitada por la «democracia y la libertad».
Es muy dudoso que Washington asegure algún acuerdo duradero con Europa en alguna cuestión fundamental. La razón es sencilla, los militaristas civiles que dirigen la política exterior de EEUU, los nombrados recientemente y los ascendidos, están profundamente enamorados de la ruta militar que lleva a ostentar el poder mundial. Sus biografías y sus declaraciones y acciones inmediatas son prueba convincente de que son incapaces de ninguna negociación franca, compromisos o acuerdos diplomáticos. Los dirigentes europeos tendrán que elegir entre proseguir su camino divergente de poder global a través del comercio, la diplomacia y coerciones selectivas o capitular ante un régimen dominado por extremistas militaristas civiles llevados por un deseo irracional de enfrentarse militarmente a China, de intervenir en Venezuela, de destruir a los adversarios de Israel en Oriente Medio y de provocar a Rusia.
Está muy claro que los organizadores de los escuadrones de la muerte, los planificadores terroristas y los militaristas globales van mal equipados para poder desarrollar una diplomacia tranquila. Les sientan mucho mejor las diatribas histéricas sobre la democracia mientras se dedican a guerras imperialistas que destruyen la carne y la sangre de los demócratas de verdad.
21 febrero 2005