La zona euro está siendo sacudida por los mercados financieros. Al final de la jornada del martes 15, cuando la tasa de interés sobre los bonos italianos superó el 7.0 por ciento, la zona euro fue objeto de «una generalizada y total corrida en el mercado de bonos» soberanos, lo que tuvo como consecuencia que […]
La zona euro está siendo sacudida por los mercados financieros. Al final de la jornada del martes 15, cuando la tasa de interés sobre los bonos italianos superó el 7.0 por ciento, la zona euro fue objeto de «una generalizada y total corrida en el mercado de bonos» soberanos, lo que tuvo como consecuencia que «la crisis se extendiera a Francia, Bélgica y Austria», como apunta el resumen cotidiano de la prensa financiera europea del miércoles 16, efectuado por Eurointelligence.com.
La precipitación de esta crisis representaría – según un despacho de la agencia Reuters – el consenso del mercado financiero de que «los gobiernos técnicos no pueden ser una solución a la crisis política». Los acreedores financieros exigen que el Banco Central Europeo (BCE) acepte «explícitamente (convertirse) en el prestamista de último recurso». Y a través del ministro de Finanzas François Baroin, en entrevista con el diario financiero Les Echos, el gobierno francés dijo estar «a favor de una intervención de todas las instituciones europeas, incluyendo el BCE, para aportar la mejor respuesta a la crisis () El banco central, que es independiente, ha asumido el compromiso de estar disponible en el caso de dificultades. Alemania, por razones históricas, ha cerrado la puerta a una actuación directa del BCE». Baroin recordó que «sin perder su independencia» los bancos centrales de Estados Unidos, Japón e Inglaterra intervinieron para controlar la crisis.
El cambio de rumbo de Francia respecto al BCE no será bien recibido en Alemania, ni tampoco en Holanda, cuyo primer ministro Mark Rutte declaró en Londres que le gustaría «poder expulsar fuera de la zona euro a algunos países», según reporta el diario británico The Guardian (16 de noviembre 2011). Esta declaración de Mark Rutte y lo que se percibe como «un intento de parte de Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy de dirigir la zona euro», apuntan los diarios franceses Le Monde y Les Echos, muestra que la crisis se extendió a la esfera política de toda la zona euro.
Y como era previsible, esta política de Merkel y Sarkozy está agravando la situación de la economía real en toda la zona euro: en el tercer trimestre del 2011 la tasa de crecimiento económico de los 17 países de la zona euro fue de 0.2 por ciento. En Grecia, según el diario Kathimerini, la economía se contrajo 5.2 por ciento en ese período. Y una contracción es prevista para el conjunto de la zona euro en el cuarto trimestre, según The Guardian.
En entrevista con Reuters en Moscú el economista Nouriel Roubini pronosticó que la política de austeridad aplicada en Grecia, Italia, Portugal y España y la falta de un «prestamista de última instancia» aseguran la salida de varios países de la zona euro (1).
La democracia (es un estorbo y) no tiene lugar en la Unión Europea
En tiempos de crisis salen más fácilmente a luz los ocultos intereses que manejan los hilos del poder, y esto es particularmente cierto en el contexto de la llamada «crisis de la deuda soberana» en la UE.
Por ejemplo, en un artículo titulado «En tiempos de crisis traigan a los tecnócratas», que publica el diario canadiense The Globe and Mail (15 de noviembre 2011), Fabrizio Tassinari, director de estudios sobre la Unión Europea (UE) en el Instituto Danés de Estudios Internacionales, afirma que el ascenso de tecnócratas no electos al poder político en Grecia e Italia sugiere, al menos superficialmente, que ha sido roto el viejo tabú contra los gobiernos tecnócratas que aplican una agenda dictada por la UE.
El «déficit democrático» no figura, según Tassinari, entre las muchas cosas que andan mal en la UE. Y agrega, con total franqueza, que este «déficit democrático» es muchas veces percibido como «una falsedad conveniente políticamente», para citar luego al académico Andrew Moravcsik, de la Universidad Princenton, quien «desde hace tiempo argumenta que la legitimidad de la UE proviene no de la urna electoral, sino de su habilidad en proveer beneficios concretos a sus ciudadanos». Lo que importa a los ciudadanos de la UE, según Tassinari, es la seguridad, particularmente la seguridad económica.
«La regla no escrita en (la UE) parece ser que más despolitizado el proceso, mayor legitimidad es ganada por los tecnócratas. Inversamente, cuando la política se interpone ante la toma de una decisión, los burócratas pierden credibilidad. Una objeción a delegar autoridad política a los tecnócratas es que tales nominaciones equivalen a una humillante limitación de la soberanía. En tiempos normales esto es inaceptable para la mayoría de los ciudadanos. Pero en tiempos de crisis la voz de tecnócratas neutrales ganan mayor legitimidad».
«La UE es un fondo voluntario de soberanías nacionales, pero las exigencias planteadas ahora a Italia y Grecia son el dictado de otras naciones soberanas. Un gobierno de unidad nacional dirigido por un tecnócrata en lugar de una administración a cargo de políticos electos no cambia cualitativamente el hecho de que son los extranjeros quienes están demandando las reformas», Para Tassinari la legitimidad de los tecnócratas de la UE se debe al condenatorio veredicto de los ciudadanos sobre el comportamiento de «la totalidad de la clase política» del país sometido al tutelaje.
Colusión de la codicia financiera y el dogma económico
El interés exigido para los bonos italianos linda el 7.0 por ciento, una tasa de interés que definitivamente asegura, incluso con una respetable tasa de crecimiento económico, la bancarrota de las finanzas públicas. De esta manera el mercado financiero global está dejando en claro que los «podestá» impuestos en Grecia e Italia por la Troika de la CE-BCE-FMI (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), es decir Lucas Papademos y Mario Monti, no son garantía suficiente para los acreedores, que no basta con la extirpación de la democracia parlamentaria.
Hace casi una década el profesor Henry Mintzberg, de la facultad de Administración de la Universidad McGill en Montreal, me decía en entrevista (2) que era necesario salvar a las empresas de los vicios de un sistema capitalista que había quedado en manos de una «intima coalición liberal de financieros y economistas», estos últimos encargados de justificar a los primeros cuando para «crear valor» destinado a los accionistas se dedican a despedazar o corromper a las empresas, y por supuesto a despedir el mayor número posible de empleados. Mintzberg definía esa coalición, que según él había adquirido ya «dimensiones un tanto demenciales», como una entre «la codicia financiera y el dogma económico, con los economistas formando una intima coalición liberal con los financieros, proveyéndoles a estos últimos la racionalidad y las justificaciones para la codicia.»
¿Qué mejor ilustración de ésta coalición que la designación por la «troika» de dos economistas y banqueros que sirvieron al banco de inversiones Goldman & Sachs para gobernar Grecia e Italia? ¿Qué es la llegada de Lucas Papademos y de Mario Monti sino la capitulación de la democracia liberal ante las instituciones financieras, ante el club de acreedores? ¿Y por qué los mercados financieros están insatisfechos?
El problema con la sociedad de mercado es que obligatoriamente la sociedad debe estar al servicio del mercado, escribía a mediado de los años 40 el economista Karl Polanyi (3), al analizar la historia del libre mercado o del mercado autorregulado, y en particular la etapa del laissez-faire que condujo a la Gran Depresión de los años 30.
Y cuando se refería a «la sociedad al servicio de los mercados» Polanyi estaba apuntando a que el desenvolvimiento del mercado autorregulado, lo que hoy calificamos de neoliberalismo, encuentra necesariamente un escollo en la democracia, lo que explica el surgimiento a finales de los años 20 y comienzo de los 30, del siglo pasado, del «Nuevo Orden», del corporativismo fascista en Europa.
¿Cuán nuevo será ese orden?
En su libro «La Gran Transformación» Polanyi recuerda que el fascismo fue la solución al impasse a que llegó el capitalismo liberal, una suerte de reforma de la economía mercantil lograda a costa de la extirpación de todas las instituciones democráticas, tanto en el terreno político como en el industrial. ¿Y cómo se llegó al impasse? Cuando el sistema político de muchos países perdió su razón de ser en las recetas economicistas que quemaron gobiernos bien intencionados, desgastaron las instituciones cívicas y los partidos políticos, y crearon el desencanto que llevó a los ciudadanos a votar por «el orden», por los partidos fascistas.
En septiembre pasado el dirigente político francés Jean-Luc Mélenchon (4), candidato a Presidente en las elecciones del 2012 por el Frente de Izquierda, alertaba sobre el «golpe de Estado de los financieros» y la «nueva etapa de la tentación totalitaria» en la UE. Esta semana Mélenchon escribe, en su blog, que «la democracia parlamentaria no cesa de ser pisoteada» por los mercados financieros: «Consternante caída de dos primeros ministros en Grecia e Italia () Pero sus caídas tuvieron lugar de una manera que da frío en el espinazo! Los ‘mercados’ son claramente más fuertes que toda estructura e institución política. En el caso de Berlusconi el editorial del diario Le Monde (considera su salida) como un éxito que ‘la izquierda fue incapaz de lograr’ () Pero la lección se lee rápido: ¿de qué sirve una oposición si basta con los mercados? ¿Para qué sirve la democracia?»
Mélenchon añade que muy pronto veremos como los partidarios de «la única política posible» no se contentarán con sólo acompañar los golpes de Estado de las finanzas, ni tampoco con justificarlos, sino que «los pedirán!». Esto, agrega, se debe a la deriva autoritaria de (la UE), a su acostumbrado desprecio por los votos populares, y esto devendrá una banal cultura política para «las cohortes de satisfechos de la derecha y de la izquierda social-centrista.».
El «nuevo orden» de los financieros está en marcha y hay de que alarmarse porque lo que está sucediendo en la UE, según denuncia Mélenchon apoyándose en los hechos, y en lo que describe Tassinari, tiene mucho en común con lo que hace más de 65 años describía Polanyi al analizar las consecuencias políticas, sociales y económicas de las políticas liberales del laissez-faire en los años 20 que en su derrumbe condujeron directo a la crisis financiera de 1929 y a la Gran Depresión de los años 30, facilitando el ascenso al poder – por vía electoral, cabe recordarlo – del «Nuevo Orden», o sea del corporativismo fascista.
Notas
1.- http://www.economonitor.com/no
2.- Entrevista con Henry Mintzberg, publicada en el diario Milenio de México en octubre del 2002 bajo el seudónimo Rodolfo Ara.
3.- Karl Polanyi, La Grande Transformation, Editions Gallimard, 1983. La primera edición, en inglés, data de 1944.
4.- Jean-Luc Mélenchon, diputado francés en el Parlamento Europeo, copresidente del Partido de Izquierda y candidato a Presidente del Frente de Izquierda – formado por el Partido Comunista Francés, el Partido de Izquierda e Izquierda Unitaria – para las elecciones del 2012 en Francia. http://www.jean-luc-melenchon.
– Alberto Rabilotta es periodista argentino.