Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Noticias que acaban de aparecer dicen que el gobierno de Bush tiene la intención de declarar «terroristas globales especialmente declarados» a todo el Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán a fin de aumentar las sanciones contra ese país. Esto viene después de una andanada que ya dura meses de afirmaciones de EE.UU. contra Irán – por suministro de armas no sólo a milicias chiíes (e insurgentes suníes) y de las bombas más avanzadas al borde de la ruta para atacar a tropas estadounidenses, sino también a los talibanes (una acusación particularmente improbable). También viene después de un creciente afán en el Congreso por aprobar a Ley Contra la Proliferación en Irán; informes del aumento de la frustración del gobierno por la falta de disposición del Consejo de Seguridad de la ONU para aprobar una tercera vuelta de sanciones contra Irán; un frenesí de filtraciones confidenciales de que el ala de Cheney del gobierno presiona de nuevo por una acción militar contra los iraníes y que el propio vicepresidente ha instado a que se lancen «ataques aéreos contra presuntos campos de entrenamiento en Irán dirigidos por la fuerza Quds, una unidad especial del Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán»; que los gabinetes estratégicos y eruditos neoconservadores se están sumando a la refriega del ataque contra Irán; los constantes ataques de los comandantes y diplomáticos del presidente de que la mano de Irán está detrás de cada paso falso del gobierno en Oriente Próximo. En este contexto, vale la pena recordar que el presidente ha afirmado desde hace tiempo que no abandonará su puesto sin que haya sido resuelta la situación nuclear iraní.
El último trabajo de Michael Klare probablemente ofrezca el contexto crucial dentro del cual hay que considerar la presión de Cheney para que se lance un ataque aéreo contra Irán. Si entramos, como escribe Klare, a una «era de petróleo difícil,» si los suministros globales de petróleo ya están bajo intensa presión y los precios de petróleo listos para dar un salto ante todo indicio de un posible desastre petrolero en cualquier parte del planeta, hay que imaginar lo que podría significa un gran ataque aéreo contra Irán antes de enero de 2009. En realidad, el Secretario de Defensa, Robert Gates, nos ayudó a imaginarlo en sus audiencias de confirmación en diciembre de 2006 cuando le preguntaron sobre los efectos de un tal ataque: «Siempre es embarazoso hablar sobre asuntos hipotéticos en este caso. Pero pienso que aunque Irán no nos puede atacar directamente con medios militares, su capacidad de clausurar potencialmente el Golfo Pérsico a todas las exportaciones de petróleo, su potencial de desatar una ola importante de terror en – bueno, en Oriente Próximo y en Europa e incluso aquí, en este país, es muy real.»
Un ataque semejante sería, por cierto, un acto directo de demencia económica global; pero, considerando el reparto de personajes – una pulla clásica neoconservadora del período anterior a la invasión de Iraq fue «Todos quieren ir a Bagdad. Los hombres de verdad quieren ir a Teherán…» – así que esto difícilmente elimina la posibilidad de la «mesa» hipotética en la que todas las «opciones» permanecen de modo tan obstinado. Dejando de lado un ataque contra Irán, Klare, autor del indispensable «Blood and Oil: The Dangers and Consequences of America’s Growing Dependence on Imported Petroleum» [Sangre y petróleo, los peligros y consecuencias de la creciente dependencia de EE.UU. del petróleo importado] sugiere la naturaleza del alarmante mundo energético al que vamos entrando. Tom
——————
A la busca del petróleo difícil
El nuevo pesimismo energético
Autor: Michael T. Klare
Cuando la teoría del «pico del petróleo» fue publicada ampliamente por primera vez en libros tan trascendentales como «Hubbert’s Peak» (2001) de Kenneth Deffeyes, «The Party’s Over (2002)» de Richard Heinberg, «Out of Gas» (2004) de David Goodstein, y «The End of Oil» (2004) de Paul Robert, funcionarios de la industria de la energía y sus asociados en el gobierno generalmente ridiculizaron la noción. Un pico inminente – y la decadencia subsiguiente – en la producción global de petróleo fueron ridiculizados como ciencia de lunáticos con poco fundamento geológico. «Sobre la base de [nuestro] análisis,» afirmó confiadamente el Departamento de Energía de EE.UU. en 2004, «esperaríamos que el petróleo convencional llegara a su pico más cerca de la mitad que a principios del Siglo XXI.»
Recientemente, sin embargo, un aluvión de informes de alto nivel del gobierno y de la industria han comenzado a sugerir que los teóricos originales del pico del petróleo estaban mucho más próximos a la tétrica realidad de la disponibilidad global de petróleo que lo que estaban dispuestos a admitir los analistas de la industria. El optimismo de la industria sobre las perspectivas de suministro de energía a largo plazo, indican esos informes oficiales, han cedido el paso a un profundo pesimismo, incluso en las mayores centrales corporativas del Gran Petróleo.
El cambio en perspectiva tal vez lo sugiera mejor un artículo del 27 de julio en el Wall Street Journal intitulado «Los beneficios del petróleo muestran señales de envejecimiento.» Aunque informa sobre asombrosos beneficios en el segundo trimestre de los gigantes del petróleo Exxon Mobil y Royal Dutch Shell – 10.300 millones de dólares para el primero, 8.700 millones para el segundo – el Journal señaló tristemente que los inversionistas se preparan para resultados decepcionantes en los trimestres futuros ya que el costo de la nueva producción aumenta y la producción baja en los campos más antiguos. «Todas las compañías petroleras tienen dificultades para aumentar la producción,» explicó Peter Hitchens, analista en la casa de corretaje Teather and Greenwood. «[Sin embargo] se hace más y más difícil preparar proyectos a tiempo y dentro del presupuesto.»
Para apreciar la naturaleza del dilema del Gran Petróleo – hay que volver a estudiar brevemente la teoría del pico del petróleo. Tal como fuera formulada originalmente por el geólogo del petróleo M. King Hubbert en los años cincuenta, el concepto sostiene que la producción mundial de petróleo aumentará hasta que se haya agotado aproximadamente la mitad del patrimonio original de petróleo del mundo; una vez que se haya alcanzado ese punto, la producción diaria llegará a un pico e iniciará una irreversible decadencia.
Los sucesores de Hubbert, incluyendo al profesor emérito Kenneth Deffeyes de Princeton, afirman que ahora hemos consumido aproximadamente la mitad del suministro original y que por lo tanto hemos llegado a, o muy cerca de, el momento de pico de la producción predicho por Hubbert.
Desde que el concepto irrumpió en la conciencia pública hace algunos años, sus proponentes y críticos han discutido ampliamente sobre si hemos o no llegado a la producción máxima mundial de petróleo. De cierto modo, es un argumento discutible, porque las cifras involucradas en la producción convencional de petróleo han sido crecientemente oscurecidas por petróleo derivado de fuentes «inconvencionales» – profundos yacimientos costa afuera, arenas alquitranosas, y líquidos de gas natural, por ejemplo – que están siendo mezclados a las materias primas petrolíferas para producir gasolina y otros combustibles. En los últimos años, esto ha complicado cada vez más el cálculo de los suministros de petróleo. Como resultado, podrán pasar años antes de que podamos estar seguros de la oportunidad exacta del momento del pico del petróleo global.
La era del petróleo difícil
Existe, sin embargo, un segundo aspecto de la teoría del pico del petróleo, que no es menos relevante cuando tiene que ver con la visión del suministro global – un aspecto que es mucho más fácil de detectar y evaluar en la actualidad. Los teóricos del pico del petróleo han afirmado desde hace tiempo que la primera mitad del petróleo del mundo que será extraída y consumida será la mitad fácil. Se refieren, por supuesto, al petróleo que se encuentra en las costas o cerca de las costas, petróleo cercano a la superficie y concentrado en grandes reservas; petróleo producido en sitios acogedores, seguros y fáciles.
La otra mitad – que (si tienen razón) queda del suministro de petróleo del mundo – es el petróleo difícil. Quieren decir que está enterrado lejos, costas afuera o profundamente bajo tierra; petróleo esparcido en pequeños yacimientos difíciles de encontrar; petróleo que debe ser obtenido de sitios poco amistosos, políticamente peligrosos, o arriesgados. Una vista a ojo de inversionista en petróleo de nuestro planeta energético de hoy revela rápidamente que ya parecería que estuviéramos entrando a la era del petróleo difícil. Esto explica el creciente pesimismo entre analistas de la industria, así como ciertos cambios en la conducta del mercado energético.
En sólo una señal de la nueva realidad, el precio del punto de referencia de petróleo crudo liviano, dulce, estadounidense para entrega el próximo mes subió a nuevas alturas el 31 de julio, superando el antiguo récord para comercio intradía de 77,03 dólares por barril fijado en julio de 2006. Algunos observadores predicen que un precio de 80 dólares por barril está a la vuelta de la esquina; mientras que John Kildruff, un analista perfectamente serio del corredor de futuros Man Financial, dijo a Bloomberg.com: «Estamos a sólo un titular importante del petróleo a 100 dólares.» Nuevas alteraciones en los suministros nigerianos o iraquíes, o un ataque militar de EE.UU. contra Irán, explicó, podrían provocar ese aumento de precio en el equivalente energético de un nanosegundo.
Una señal de otro tipo fue dada el 7 de agosto por el gobierno de Kazajstán en el Asia Central rica en petróleo. Advirtió a los operadores privadores del gigantesco proyecto petrolero costa afuera Kashagan – en el sector kazajo del Mar Caspio – que redujeran costos y aceleraran el comienzo de producción o encararan una posible toma de control por el gobierno. En una entrevista, el primer ministro Karim Masimov dijo de modo amenazador: «Estamos muy desilusionados con la ejecución del proyecto. Si el operador no puede resolver estos problemas, no excluimos su posible reemplazo.»
Hay que recordar que Kashagan, no es un proyecto petrolero cualquiera: es el mayor yacimiento que ha sido desarrollado en cualquier parte del mundo desde el descubrimiento de Prudhoe Bay en Alaska hace unos 40 años. Con reservas de petróleo estimadas entre 9 y 13.000 millones de barriles, es crucial para las esperanzas de sus principales desarrolladores – Exxon, ConocoPhillips, Shell, Total (de Francia), y Eni (de Italia) – para aumentar su producción en los años por venir. Consistente con el aspecto del «petróleo difícil» de la teoría del pico del petróleo, sin embargo, Kashagan resulta desalentadoramente difícil de convertir en una fuente exitosa de petróleo. La reserva de petróleo en sí está enterrada bajo una capa de gas de alta presión, lo que hace que su extracción sea extremadamente difícil, y contiene niveles anormalmente elevados del letal sulfuro de hidrógeno; además, todo el campo está ubicado en un área poco profunda del Mar Caspio que se congela durante cinco meses por año y es el sitio de incubación de focas poco comunes y esturiones beluga.
Como resultado de estos y otros problemas, el consorcio operador de Kashagan ha sufrido la casi duplicación de la cuenta para el lanzamiento del proyecto – de 10.000 millones a 19.000 millones de dólares – y ha postergado el comienzo de la producción inicial de 2005 a 2010, enfureciendo al gobierno kazajo, que había esperado estar recibiendo ya miles de millones de dólares en impuestos y royalties.
Un mundo exigente
Y luego, tenemos esos informes de agencias y organizaciones de alto nivel sobre el cuadro energético global, que llegan todos a la misma conclusión básica: Esté o no inmediato el pico de la producción mundial de petróleo, el futuro del suministro global de petróleo en un mundo de una demanda que crece interminablemente parece sombrío.
La primera de estas recientes advertencias, intitulada «»Medium-Term Oil Market Report» [Informe a mediano plazo del mercado del petróleo], fue publicado el 8 de julio
por la Agencia Internacional de la Energía (IEA), un brazo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el club de las mayores potencias industriales. Aunque está repleto de estadísticas y análisis técnicos, el informe, que evalúa la ecuación global del suministro y la demanda del petróleo hasta 2012, parecía filtrar ansiedad y llegó a una conclusión claramente preocupante: Debido a que es probable que la demanda mundial de petróleo siga aumentando a un ritmo acelerado y a que no se espera que el desarrollo de nuevos campos petrolíferos pueda hacer lo mismo, es probable que emerjan importantes déficit dentro de los próximos cinco años.
El informe de la IEA predice que la actividad económica mundial crecerá en un promedio de 4,5% por año durante este período – impulsado sobre todo por el crecimiento irrefrenable en China, India, y otras dinamos asiáticas. La demanda global de petróleo aumentará, predice, en un 2,2% por año, impulsando el consumo mundial de petróleo de aproximadamente 86,1 millones de barriles por día en 2007 a 95,8 millones de barriles en 2012. Con suerte y sustanciales nuevas inversiones, la industria petrolera mundial podría lograr aumentar suficientemente la producción para satisfacer este mayor nivel de demanda – pero, si lo hace, apenas. Más allá de 2012, la perspectiva de producción parece mucho más sombría. Y hay que recordar que hablan de la perspectiva más favorable.
Hay una serie de temores específicos que subyacen a las conclusiones del informe. A pesar de los crecientes precios del combustible, ni los consumidores maduros de los países de la OCDE, ni los nuevos consumidores pudientes en el mundo en desarrollo limitarán significativamente su apetito por petróleo. «La demanda crece, y a medida que la gente se acostumbra a precios más altos, comienza a volver a sus tendencias anteriores de alto consumo,» fue como Lawrence Eagles, experto en petróleo en la IEA, resumió la situación. Esto es claramente evidente en EE.UU., donde precios a un nivel alto récord no han impedido que los conductores repleten sus tanques y conduzcan distancias récord.
Además, la producción de petróleo en EE.UU. y en la mayoría de los otros no-miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) ha llegado a su pico, o está a punto de hacerlo, lo que significa que la contribución neta de los proveedores no-OPEC sólo puede disminuir entre ahora y 2012. Eso, por su parte, significa que el peso de suministrar el petróleo adicional requerido tendrá que recaer sobre los países de la OPEC, la mayoría de los cuales está situada en áreas inestables de Oriente Próximo y de África.
Las cifras son realmente asombrosas. Sólo para satisfacer una demanda de algo como 10 millones de barriles por día adicionales entre ahora y 2012, habría que sumar cada año dos millones de barriles por día en petróleo nuevo a las existencias globales. Pero incluso este cálculo es engañador, como dejó en claro Eagles de la IEA. En los hechos, el mundo necesitaría inicialmente cada año «más de 3 millones de barriles por día de petróleo nuevo [sólo] para compensar la caída en la producción en los campos maduros fuera de la OPEC» – y eso antes de que siquiera se llegue cerca de esos dos millones de barriles adicionales.
En otras palabras, lo que se necesita realmente son cinco millones de barriles de petróleo nuevo cada año, un desafío verdaderamente desalentador ya que casi todo este petróleo tendrá que ser hallado en Irán, Iraq, Kuwait, Arabia Saudí, Argelia, Angola, Libia, Venezuela, y uno o dos otros países. No se trata de sitios que vayan exactamente a inspirar la confianza a los inversionistas que pueda atraer los muchos miles de millones de dólares necesarios para incrementar la producción suficientemente como para satisfacer los requerimientos globales.
Al leer entre líneas se percibe rápidamente el peor de los panoramas en el que no se realiza la inversión necesaria; la producción de la OPEC no crece año por año en cinco millones de barriles por día; el etanol y otra producción de combustibles sustitutos, junto con combustibles alternativos de varios tipos, no crece con rapidez suficiente para colmar la brecha; y, en el futuro no demasiado distante, una escasez sustancial de petróleo lleva a una catástrofe económica global.
Los billones que faltan
Una prognosis similar emerge de una lectura cuidadosa de «Facing the Hard Truths About Energy» [Enfrentando las duras verdades sobre la energía], el segundo informe importante publicado en julio. Sometido al Departamento de Energía de EE.UU. por el Consejo Nacional del Petróleo (NPC), una asociación petrolera-industrial, este informe encapsuló la visión de funcionarios de la industria y analistas académicos. Fue ampliamente elogiado por suministrar un enfoque «equilibrado» del dilema energético. Llamó a aumentar los estándares de eficiencia del uso de combustible para vehículos y un aumento de las perforaciones en busca de petróleo y gas en tierras federales. A todo el ruido respecto a su publicación contribuyó la identidad del principal patrocinador del informe, el antiguo presidente de Exxon, Lee Raymond. Después de haber expresado previamente escepticismo sobre el calentamiento global, ahora apoyó el llamado del informe a adoptar pasos significativos para limitar las emisiones de dióxido de carbono.
Como el informe de la IEA, el estudio del NPC afirma que – con la perfecta mezcla de políticas y un nivel adecuado de inversión – la industria energética sería capaz de satisfacer la demanda de petróleo y gas durante algunos años por venir. «Afortunadamente, al mundo no se le acaban los recursos energéticos,» afirma con brío el informe. Pero uno lo lee cuidadosamente, ese optimismo comienzan a desvanecerse cuando su énfasis pasa a las crecientes dificultades (y costos) de la extracción de petróleo y gas de sitios menos que favorables y a los riesgos geopolíticos asociados con una creciente dependencia global de proveedores inestables, potencialmente hostiles.
Una vez más, las cifras involucradas son asombrosas. Según el NPC, se calcula que se necesitarán nuevas inversiones de unos 20 billones de dólares (20.000.000.000.000 de dólares) entre ahora y 2030 para asegurar suficiente energía para la demanda prevista. Esto significa «3.000 dólares por persona actualmente en vida» en un mundo en el que una buena mitad de la humanidad gana mucho menos que eso por año.
Esos fondos, que sólo pueden provenir de aquellos de entre nosotros en los países más ricos, serán necesarios, señala el consejo, para «construir plataformas a un costo de muchos miles de millones de dólares, en agua a miles de metros de profundidad, la colocación de oleoductos en terreno difícil y a través de fronteras nacionales, la expansión de refinerías, la construcción de barcos y terminales para embarcar y almacenar gas natural licuado, la construcción de ferrocarriles para transportar carbón y biomasa, y la colocación de nuevas líneas de transmisión de alto voltaje entre molinos eólicos alejados.» A la magnitud de este proyecto se agrega que es probable que «futuros proyectos sean más complejos y remotos, resultando en costos más elevados por unidad de energía producida.» De nuevo, hay que pensar en términos de petróleo difícil.
El informe luego pasa a señalar lo obvio: «Un clima de inversión estable y atractivo será necesario para atraer capital adecuado para la evolución y la expansión de la infraestructura energética.» Y aquí todo observador astuto debiera comenzar a alarmarse seriamente; porque, como señala el propio informe, no se puede esperar que un clima semejante exista. Como el centro de gravedad de la producción mundial de petróleo pasa decididamente a proveedores de la OPEC y a productores de energía centrados en el Estado como Rusia, factores geopolíticos más que los de mercado llegarán a dominar a la industria energética y toda una gama nueva de inestabilidades caracterizarán el comercio del petróleo.
«Estos cambios plantean profundas implicaciones para los intereses, estrategias, y decisiones políticas de EE.UU.,» declara el informe. «Muchos de los cambios esperados aumentarán los riesgos para la seguridad energética de EE.UU. en un mundo en el que la influencia de EE.UU. probablemente disminuirá a medida que el poder económico pasa a otras naciones. En los años por venir, podrían empeorar las amenazas de seguridad a las fuentes principales de petróleo y gas natural del mundo.»
Leídos desde esta perspectiva, los recientes informes de pilares de los círculos dominantes del Gran Petróleo y de las naciones ricas, sugieren que la lógica básica de la teoría del pico del petróleo dio en el blanco y que vienen tiempos duros en cuanto a la suficiencia global de petróleo y gas. Ambos informes afirman que si se tiene exactamente el menú correcto de políticas correctivas y un golpe poco realista de pura suerte – como ser que no lleguen grandes huracanes del tipo de Katrina a los campos petrolíferos o a las refinerías, que no haya nuevas guerras en las áreas de producción de petróleo en Oriente Próximo, ni un colapso político en Nigeria – podríamos de alguna manera llegar tambaleando hasta 2012 y tal vez un poco más lejos sin una catástrofe económica global. Pero en una era de petróleo difícil, las probabilidades apuntan también hacia la mala suerte. Abróchese su cinturón de seguridad. Llene rápido el tanque de gasolina. El futuro probablemente será un viaje agitado hacia el borde del abismo.
———-
Michael T. Klare es profesor de estudios de paz y seguridad en Hampshire College en Amherst, Mass., y autor de: «Blood and Oil: The Dangers and Consequences of America’s Growing Dependence on Imported Petroleum.» Su libro más reciente: «Rising Powers, Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy,» será publicado en la primavera de 2008 por Metropolitan Books.
Copyright 2007 Michael T. Klare
http://www.tomdispatch.com/post/174829/michael_klare_tough_oil_on_tap