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El País y la deuda externa venezolana

Fuentes: Rebelión

El pasado lunes 8 de diciembre, el diario El País le dedicó a Chávez un duro editorial donde, además, se decantaba literalmente a favor de un triunfo de la oposición. Por si todavía quedaba alguna duda. Según dicho editorial, la pretensión chavista de que se apruebe -fíjate tú, votando- la posibilidad de ser reelegido indefinidamente […]

El pasado lunes 8 de diciembre, el diario El País le dedicó a Chávez un duro editorial donde, además, se decantaba literalmente a favor de un triunfo de la oposición. Por si todavía quedaba alguna duda.

Según dicho editorial, la pretensión chavista de que se apruebe -fíjate tú, votando- la posibilidad de ser reelegido indefinidamente (recordemos que actualmente sólo puede gobernar por dos legislaturas consecutivas), «amenaza la democracia venezolana».

Cabría preguntar a El País si, por esa regla de tres, considera a Aznar un baluarte de la democracia occidental por retirarse tras su segunda legislatura, o cuántas veces podemos elegir al jefe de Estado en España. Por ejemplo.

Eso sí, de esa amenaza que advierte el diario contra la democracia venezolana se desprende  un hecho francamente noticiable: El País afirma que Venezuela es, todavía, una democracia.

Sin embargo, nos detendremos aquí en el revelador dato que se ofrece en la última parte del referido texto: Venezuela tiene una deuda externa de «más de 60.000 millones de dólares».  

Empecemos por aclarar que decir esto es no decir nada. No revela salvo la intención sensacionalista del editorial, pues para casi todo el mundo, eso de una deuda de más de 60.000 millones de dólares suena a mucho.

Pero ese dato, ¿de dónde sale? Si vamos a las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV) los datos más recientes, para el tercer trimestre de 2008 muestran una deuda de 50.378 millones de dólares, por lo que el dato revelado por el periódico debiera ser considerado quizá fruto del periodismo de investigación.

Supongamos que, efectivamente, son 60.000 millones. Suena a mucho, pero si lo miramos en relación con el tamaño de la economía venezolana (que es cuando este dato sí dice algo) resulta que la deuda externa total (pública y privada, porque el dato incluye ambas) representaría un 18,1% del PIB [1] , es decir, menos de una quinta parte del producto interno venezolano. Ya aquel mucho no lo es tanto.

Así pues, ¿realmente Venezuela afronta un problema de endeudamiento? No parece. Más aún, el pago de intereses, lo que se denomina «servicio de la deuda» es de apenas un 2,2% del PIB y no es previsible que vaya a encarecerse próximamente habida cuenta de que las tasas de interés internacionales están en caída libre. Además, no tiene pendiente desembolsos de principal ni este año ni el que viene [2]. La deuda a corto plazo respecto al PIB es muy baja: un 4,3% según datos del BCV.

Si consideramos la deuda externa pública, esto es, la ocasionada por la «prodigalidad petrolera» de Chávez, resulta que ésta alcanza un escaso 11,5%. Téngase en cuenta a su vez que el nivel de reservas internacionales que acumula Venezuela, y que ronda los 40.000 millones de dólares, bastaría para cancelar toda esa deuda pública. Aparte, la balanza por cuenta corriente, que es la diferencia entre sus exportaciones e importaciones de bienes y servicios, tiene hasta el tercer trimestre de 2008 un saldo positivo de 44.325 millones de dólares. Es decir, y a falta del último trimestre del año, este superávit cubriría ya casi tres cuartas partes de la deuda externa que nos ha sido desvelada.

Así pues, ¿dónde está la situación económica desesperada? El dato de una deuda externa «de más de 60.000 millones» es en realidad un buen dato económico una vez sabido qué significa.

Claro que, si además de endeudarse, Venezuela presenta como aval tener el sexto mayor volumen de reservas probadas de petróleo y el octavo de gas natural de todo el mundo [3] , el riesgo de impago no parece tampoco excesivo. Más bien se podría decir que, para las necesidades sociales y productivas que ha decidido afrontar, dada su riqueza en recursos naturales, su economía, lejos del presunto derroche por aquella «prodigalidad petrolera», debiera aumentarse el gasto público más todavía como medida frente a la crisis internacional.

Esto nos lleva al argumento, también apuntado en el editorial, según el cual la caída en el precio del petróleo sí podría ser desesperante para Chávez, dado que su política de transferencia de rentas hacia los segmentos más pobres de la población, que le votan masivamente, ya no sería sostenible. Cabría preguntarse entonces si lo coherente debiera ser transferir rentas a los más ricos. A fin de cuentas es lo que han hecho las políticas neoliberales que han desembocado en la que afirman es la mayor crisis desde el crack de 1929 (y cuya pretendida solución, por cierto, vuelve a ser una trasferencia de rentas hacia el capital).

Pero es que tal argumentación sobre el petróleo (tan manida entre medios de comunicación venezolanos opositores), aunque sostenida por la fuerte caída en el precio, no es realista. En efecto, y según datos que ofrece el Ministerio del Poder Popular para la Energía y Petróleo, el precio del barril venezolano pasó de 105,32 dólares en el segundo trimestre de 2008, a 34,49 dólares al comenzar diciembre: la caída ha sido drástica. Ahora bien, ha de tenerse en consideración que el petróleo no tiene hoy en día sustitutivo equiparable como fuente energética, por lo que la demanda mundial, por mucho que baje, lo haría sólo hasta cierto punto y sólo de manera temporal. Esto es lo que se conoce como «demanda inelástica». Aparte, según el informe anual de la Agencia Internacional de la Energía para 2008, el rendimiento productivo por yacimiento disminuye cada vez más rápido, mientras que los costes para obtener este recurso fósil crecen, tanto como un 90% en costes de exploración-producción entre 2000 y 2007. En consecuencia, si la extracción existente es decreciente y la nueva es más costosa, se puede suponer que la situación de petróleo «barato» no sea sostenible en el tiempo.

Cierto es que este argumento es un tanto especulativo, si bien no menos que el opuesto. De todas formas, tengamos en cuenta lo siguiente: cuando se hace referencia a este problema del petróleo «barato» para el actual gobierno venezolano se obvia que en los diez años de proceso bolivariano, el precio promedio estuvo por debajo de los 50 dólares hasta 2005. Si ese menor precio del crudo no supuso antes ninguna crisis (la única que hubo fue consecuencia del sabotaje petrolero de 2002), ¿por qué iba a serlo ahora si, además, hay un colchón financiero suficiente para amortiguar unos menores ingresos?

En conclusión, tenemos a un jefe de Estado que quiere poder cambiar la legislación mediante un referéndum, para poder ser elegido nuevamente mediante votación. A través del editorial se nos desvela que esta desesperación plebiscitaria se debe a una situación económica alarmante según datos que nadie más que ese periódico tiene, que no se sabe qué significan y que, cuando se descubre su significado, resulta que muestran lo contrario de lo que se pretenden hacer entender. Como puede verse, indudablemente, el desesperado es Hugo Chávez.

[1] La cifra del PIB la tomamos de la estimación para 2008 del World Economic Outlook 2008 (noviembre) del FMI.

[2] Weisbrot, Mark y Bray, Rebecca (2008), «Los precios del petróleo y la economía venezolana», Center for Economic and Policy Research (noviembre). Disponible en www.cepr.net/documents/publications/venezuela_2008_11_spanish.pdf

[3] Fuente: BP, Statistical Review 2008 .