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El palito de selfie

Fuentes: Rebelión

La llegada de los teléfonos inteligentesi o smartphones, ha hecho que la industria toda se ponga a trabajar para producir servicios y productos que complementen a los dispositivos, que generen nuevas funcionalidades, mejoren otras y siempre, siempre, generar la necesidad de consumo, para que el ciclo de vida del sistema en el que vivimos siga […]

La llegada de los teléfonos inteligentesi o smartphones, ha hecho que la industria toda se ponga a trabajar para producir servicios y productos que complementen a los dispositivos, que generen nuevas funcionalidades, mejoren otras y siempre, siempre, generar la necesidad de consumo, para que el ciclo de vida del sistema en el que vivimos siga rodando y engordando.

Sin lugar a dudas los teléfonos inteligentes, junto con todo el desarrollo tecnológico que hemos logrado en esta etapa de evolución de la raza humana, para que dichos aparatos funcionen con todas sus posibilidades (redes de datos y telefonía veloces, cableados de fibra, tecnología GSM, 3G y 4G, nanotecnología y tantos otros etcéteras), marcan ya un punto de inflexión en la historia de la humanidad. No soy tipo que viene de las ciencias sociales por lo que por adelantado pido mis disculpas a todos ellos por los «horrores» que pueda deslizar en los próximos párrafos.

Rumbo al trabajo, por la mañana, un edificio emblemático de mi país: el Palacio Legislativo. Era temprano, la llovizna acariciaba mi rostro, caminaba tanto o mas despacio que cuando lo hago bajo la cálida caricia del sol de un día primaveral. Como casi siempre pasa, el Palacio Legislativo está en la ruta de los «city tour» y por eso me cruzo con un grupo de turistas que utilizaban sus 5 minutos (normalmente no se autoriza mas de eso para bajar de la camioneta u ómnibus que realiza el tour) para tomar fotografías con sus teléfonos inteligentes. Muchos de ellos tomaban auto retratos o «selifes». Pucha: ya casi no queda nada por globalizar: la moneda, la deuda, la pobreza, las marcas de ropa, la comida, los vehículos, los programas de TV, todos utilizando formatos comprados a alguna cadena internacional, poniendo actores o conductores locales, pero creo que lo mas jorobado es globalizar el idioma en tanto poco a poco perdemos identidad como nación, como sociedad.

Pero quiero detenerme en los auto retratos. Me hice alguno, claro está, a lo largo de los mas o menos 15 años en que utilizo teléfono con cámara fotográfica (o cámara fotográfica, radio, agenda, recordatorio, alarma despertador, aparato para jugar, navegar por Internet, con la posibilidad, ADEMAS, de hablar por teléfono y enviar mensajes de texto). Sin embargo el palito es mas reciente. Y tiene la lógica óptica de permitir mejorar la perspectiva y abrir el plano a ser fotografiado. El palito de selfie es un invento genial! Si estamos en La Habana podemos ir a la Plaza de la Revoluciónii y hacernos -nosotros solitos- la foto con el Che a nuestras espaldas (vieron que nadie la hace con la de Camilo Cienfuegosiii que está a menos de 100 metros?) y distribuirla por doquier, so pena de que se nos acuse de no haber ido a Cuba si no la tomamos!! Esto último es solo para decirles que no me crean cuando digo que una vez fui a La Habana, no tengo el testimonio fotográfico.

Recuerdo al «corto» Buscaglia y el «Cuento de Sensemayá»iv cuando escribo: lo escucho retumbando en mi cabeza diciendo «ya volví a irme por las ramas» (no se si es en la versión que cito pero lo tengo muy presente, con el bajo de Gonzalo Moreira, supongo, haciendo una musiquita como para abajo «plin, plin, plin, plin…») y pucha ando por La Habana sin comenzar a decir lo que realmente quería decir cuando me decidí a escribir luego de cruzarme con los turistas y sus fotos. Ahí vuelvo….

Recuerdo años atrás cuando en Buenos Aires me senté en el banco con Mafaldav y quería una foto con la pequeña gran gurisa salida de esa inigualable pluma de Quino. Andaba solo, de pasadita nomás, unas horas a un debate en un programa de televisión y me volvía. No tenía palito de selfie! No se habían inventado! Pero en la calle había cientos de personas por lo que le pedí a un grupo de adolescentes que andaba por ahí si me tomaban la fotografía. También recuerdo los cientos de comentarios del tipo «pudieron robarte el teléfono! Sos un inconsciente!»

Y a ese punto es al que me llevó esta gente con el palito de selfie: eran varios, iban todos juntos por lo que debo suponer que los unía al menos el mismo viaje por Montevideo. Sin embargo no se tomaban fotos ni todos juntos ni uno le solicitaba a otro que le tomara la fotografía. De forma cuasi onanista cada cual tomaba su propia fotografía. Y entonces pensé en Mafalda, en las bondades de la tecnología y en la sociedad en la que vivo y en cientos de cosas que reconozco no me dan los dedos para poner todas juntas: porque es bien sabido que la mente va mas rápido que las manos, aunque los magos insistan en decirnos que las manos van más rápido.

Y esas fotos seguro están, desde el minuto siguiente, en Instagram, Facebook, Twitter, Dropbox, Icloud y demás redes sociales. Obviamente en los discos duros de las agencias como la NSAvi, las bases de datos del gigante acaparador, goloso, glotón, Google, para su posterior desparramo por todo el mundo y su imposibilidad de ser borradas.

La georeferenciación de los GPS’s o la simple conexión telefónica de cada uno de esos aparatos, haciendo que se marque un puntito en algunos mapas en el mundo indicando que estamos exáctamente en ese lugar parados, con uno o dos metros de error en la precisión pero mas que suficiente para que manden un misil que le pegue a cada uno en la cabeza si es que así lo indicara alguna orden de algún loco en algún lugar.

Realmente no miré al resto de quienes caminaban por esa vereda. Quizá algunos cazaban pokemones, otros hablaban solos (porque cuando los miras parece que hablan solos: no logro que primero se me venga la idea de que tienen enchufado un aparato bluetooth en la oreja o un simple auriculares para ir conversando), seguramente sin pagar la llamada gracias a las nuevas tecnologías que nos permiten hablar gratis por internet, cosa que en los papeles está prohibida en mi país debido al monopolio estatal sobre las comunicaciones y puchaaaaaa!!! volveeeee!!!! el palito de selfieeeee!!!. Confieso que no miré al resto ni tomé mi celular para fotografiar ese instante.

Y ahora es el contador de palabras de mi LibreOfficevii, uso software libreviii si, para quienes aún no lo sepan, dice que voy en 7000 y algo de caracteres por lo que de eso y el consumismo y la lectura política que tengo de las tecnologías lo dejo para otros escritos que he ido dejando por ahí con el correr de los años o simplemente para otros que me surjan mas adelante.

Solo me quedé con una foto en la retina: estamos extremadamente solos, en sociedades cada vez mas hostiles, con toda la tecnología a nuestra disposición para estar conectados, sin siquiera la capacidad de pedir a quien tenemos al lado que nos tome una fotografía. Y no se quien pone el cascabel a ese gato pero lo cierto es que quiero escuchar, ansioso, a los profesionales de las ciencias sociales contemporáneos, a los de vanguardia, que me cuenten para donde entienden que estamos yendo. Por lo pronto un simple informático debe confesarse: nos vamos al carajo y sin retorno!

Notas:

i https://en.wikipedia.org/wiki/Smartphone

ii https://en.wikipedia.org/wiki/Plaza_de_la_Revoluci%C3%B3n#/media/File:Plaza_of_the_Revolution.JPG

iii https://en.wikipedia.org/wiki/Camilo_Cienfuegos#/media/File:Homenaje_a_Camilo_Cienfuegos_en_La_Habana.jpg

iv Cuento de Sensemayá – https://www.youtube.com/watch?v=2a0kBtHyvEU

v http://wikimapia.org/14223641/es/Estatua-Homenaje-a-Mafalda

vi https://es.wikipedia.org/wiki/Agencia_de_Seguridad_Nacional

vii https://www.libreoffice.org/

viii https://www.gnu.org/philosophy/free-sw.es.html