En este artículo el autor sostiene que «la tarea prioritaria de Lula para la actual etapa de la lucha es asegurar que el peso de su liderazgo sirva para proporcionar a las masas populares el nivel de conciencia política y de organización que les genere las condiciones propicias para su participación activa en el logro de las transformaciones que deben efectuarse y sostenerse».
A partir de la publicación de los sondeos de opinión realizados por algunos institutos encuestadores, se encendieron varias luces de alerta que auguran incertidumbres para el futuro cercano.
En este sentido, creo que es de fundamental relevancia que tengamos clara una cuestión: en la coyuntura en la que nos encontramos en este momento, Lula sigue siendo el activo más expresivo que tiene el pueblo brasileño para impedir que la extrema derecha bolsonarista, o cualquiera de sus variantes limpias y fragantes, vuelva al mando del aparato del Estado en Brasil en los próximos comicios electorales.
El debilitamiento del actual Gobierno en este momento y en las condiciones en que nos encontramos solo favorecerá a los eternos enemigos viscerales de la inmensa mayoría de nuestra población, es decir, los sectores más reaccionarios de nuestras clases dominantes. Por lo tanto, es importante que todos los que se sienten vinculados a las aspiraciones populares entiendan que contribuir a socavar las bases de apoyo del actual Gobierno equivale efectivamente a ayudar a estas fuerzas ultrarreaccionarias a lograr su propósito.
Por otro lado, tampoco me parece correcto que, dada la indispensabilidad de Lula para que el aparato del Estado no vuelva a caer en manos de lo que hay de más retrógrado entre nuestras oligarquías entreguistas, la militancia de izquierda se vea coaccionada a no criticar la gestión gubernamental, aun cuando tome decisiones que van en contra de los intereses de las masas trabajadoras.
En un gobierno de frente amplio, cada uno de los sectores que conforman su amplio espectro tratará de presionarlo para que sus prioridades sean contempladas al máximo posible. Así, las divergencias de enfoques y objetivos no se extinguen dentro de este bloque de fuerzas, es decir, la conocida lucha de clases y sus consecuencias siguen vigentes. Por lo tanto, cuanto menos presión haya de las fuerzas del campo popular, más direccionado a atender los anhelos de los demás componentes del frente estará el gobierno.
Si partimos del principio de que nuestra propuesta es la construcción de una nueva sociedad, en la que predominen los valores e intereses colectivos de todos los trabajadores, concluiremos que tal objetivo no puede lograrse sólo por el ingenio, la buena voluntad y la disposición de un líder. Sin la participación activa, efectiva y consciente de los principales beneficiarios de un proyecto de esta magnitud, es casi nula la posibilidad de su realización.
Por lo tanto, la constatación de que todas las expectativas de cambio a favor del pueblo todavía dependen esencialmente de la figura de Lula es un indicio de que el trabajo de concienciación y organización de las bases no se ha llevado a cabo como debería haber sido llevado. La falta de autonomía del campo popular y su total dependencia de las decisiones de su principal dirigente es mucho más un síntoma de debilidad que de fortaleza.
Evidentemente, algo no se hizo como tendría que haber sido hecho. Esta es la conclusión que se extrae cuando observamos que ni los principales partidos de izquierda, ni sus entidades sindicales más combativas, ni su dirigente más expresivo se han esforzado por educar, organizar y estimular a la gente desde sus lugares de residencia y trabajo para que el pueblo asumiera un papel protagónico y activo en el proceso de luchas. Y esto se puede observar en el desempeño del actual Gobierno.
Así, al no priorizar el trabajo de preparación y movilización de las masas populares para que pudieran disputar la hegemonía en la gestión gubernamental con las otras fuerzas aliadas, sus intereses más relevantes quedaron relegados a un segundo plano, en beneficio de los sectores no populares que integran el frente.
Es innegable que poder contar con un líder con la habilidad personal y el carisma de nuestro Lula es una ventaja que el pueblo brasileño debe esforzarse por preservar y evitar que sea desperdiciada. Sin embargo, esto por sí solo no es suficiente para cambiar realmente los pilares de sostenimiento de la sociedad, con miras a erigir en su lugar otros que sean realmente capaces de asegurar que estas mayorías trabajadoras se conviertan en la fuerza social hegemónica.
Soy de los que creen que, para defender a Lula y su papel indispensable al frente de la saga del pueblo trabajador brasileño en busca de su liberación de los grilletes de las clases dominantes, es imperativo que le brindemos nuestro apoyo y nuestra dedicación, para inducirle a cumplir la función que esperamos que cumpla. Así, la crítica constructiva sigue siendo una herramienta de inestimable valor para generar condiciones que posibiliten que nuestros sueños se materialicen.
Por lo tanto, considero que la tarea prioritaria de Lula para la actual etapa de la lucha es asegurar que el peso de su liderazgo sirva para proporcionar a las masas populares el nivel de conciencia política y de organización que les genere las condiciones propicias para su participación activa en el logro de las transformaciones que deben efectuarse y sostenerse.
A raíz de lo anterior, creo que el aporte más relevante que Lula tiene para ofrecer en estos dos años que le quedan por concluir su actual mandato es preparar y convocar al pueblo a una participación activa y consciente en todo lo relacionado con el destino de la nación. Para ello, es fundamental que Lula y todos los que nos identificamos con los verdaderos intereses del pueblo trabajador nos comprometamos decididamente en el trabajo que requiere la empresa. Y, debemos entenderlo, hay que dar pasos enérgicos en esta dirección de inmediato, puesto que ya hemos perdido mucho tiempo.
«el aporte más relevante que Lula tiene para ofrecer en estos dos años que le quedan por concluir su actual mandato es preparar y convocar al pueblo a una participación activa y consciente en todo lo relacionado con el destino de la nación»
Si Lula realmente aspira a pasar a la historia no solo como el gestor más eficiente del capitalismo brasileño, sino como el forjador del camino que llevará a los trabajadores de nuestro país a conquistar el derecho a vivir en un mundo no sometido al poder y la dominación de los capitalistas, su grandeza será resaltada cuando la fuerza del pueblo, organizado, consciente y movilizado, se haga sentir de manera inequívoca. Y es esencial que este movimiento pueda seguir avanzando, incluso cuando el propio Lula ya no pueda liderarlo.
En resumen, el gran desafío que se le plantea a Lula y a todos aquellos que quieren que nuestro pueblo supere la eterna barrera impuesta por la correlación de fuerzas adversa es confiar mucho más en la capacidad de las masas para superar estas dificultades. Como nos enseña la historia, solo las grandes movilizaciones de masas tienen el poder de anular la camisa de fuerza impuesta por las instituciones que funcionan para mantener el statu quo. Para ello, invertir en el trabajo político y en la organización popular parece ser la única forma de romper los marcos de parálisis en el que las clases dominantes quieren mantenernos presos.
Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.
Fuente: https://www.viomundo.com.br/politica/jair-de-souza-o-papel-de-lula-e-a-mobilizacao-popular.html
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