En este artículo el autor, que fue ministro de Lula, sostiene que el presidente Jair Bolsonaro es el instrumento necesario para devolver a los militares al poder, un proceso -lento, seguro y paulatino- iniciado en 2010, tras la victoria de Dilma Rousseff.
¿Qué es más grave: la continua y permanente crisis militar o la acción cada vez más evidente del Partido Militar? Ciertamente, las supuestas crisis entre los militares son la expresión de la actividad de los militares en tanto que institución en el gobierno de la nación.
Volvemos a los tiempos anteriores a la Constitución de 1988 y a los 30 años posteriores a la dictadura militar, en los que el Partido Militar consiguió su objetivo estratégico, que perseguía desde la victoria de Getúlio Vargas en las urnas en 1950, en los golpes de Estado del 1955, en los intentos de golpe en el 1956, en Jacareacanga, y en el 1959, en Aragarças, en el 1961 y, finalmente, en el 1964.
No hace falta ser historiador para saber que el Estado Novo, llamado getulista, fue instaurado por un golpe de Estado respaldado por el Estado Mayor del Ejército. Baste recordar que el condestable del régimen protofascista era el general Góes Monteiro, jefe indiscutible del Partido Militar.
En la práctica, nuestras instituciones militares retrocedieron a los tiempos de la dictadura, en los que la formación de los oficiales estaba dictada por la doctrina de la seguridad nacional y el enemigo interno, incondicionalmente alineados con Occidente bajo la hegemonía de los Estados Unidos.
Reflejo de este posicionamiento es la subordinación de las Fuerzas Armadas al Comando Sur norteamericano, solo comparable a nuestra participación en la 2ª Guerra Mundial. Es un error subestimar esta realidad.
O, lo que es más grave aún, aceptar a los militares como actores y agentes políticos, con derecho no solo a opinar sino incluso a actuar, como sucedió en el caso de las urnas de voto electrónico. Como parte de la estrategia militar, el presidente de la República acusa a la justicia electoral de fraude a través de las urnas de voto electrónico, buscando provocar un rechazo social a ese método que postergase las elecciones, sabiendo que ante las urnas no tiene ninguna opción.
Pronunciamientos
Una vez más, tenemos una cosecha de pronunciamientos políticos de los militares. Solo en las últimas semanas, se han pronunciado en tres ocasiones: en la orden del día 30 de marzo, firmada por los tres comandantes y el ministro de Defensa, Paulo Sérgio Nogueira, en “defensa” de la institución ante las denuncias de torturas, asesinatos y desaparecidos durante la dictadura militar; y, más recientemente, con el pretexto de defender el “honor militar” ante las declaraciones del magistrado Luis Roberto Barroso, ex presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE).
Ni una palabra de los militares sobre las denuncias de corrupción en el ministerio de Educación. Asimismo, no solo permanecieron callados cuando el objetivo de las denuncias era el general Eduardo Pazuello, sino que incluso intentaron cubrir las evidencias de su desastrosa y criminal paso por el ministerio de Salud.
El escenario de confraternización del presidente de la República, sus ministros y congresistas con el diputado Daniel Silveira (PTB-RJ), condenado por el STF por ataques a la corte e indultado por Bolsonaro, expresa hasta dónde puede llegar el Partido Militar. En el acto, el general Braga Netto, ex ministro de Defensa que dejó el gobierno el 31 de marzo en aplicación de la ley electoral, aparece junto al ex cabo de la Policía Militar.
La militarización de la política se da a través de la elección de miembros de la Policía Militar y de las Fuerzas Armadas. La militarización de la sociedad se produce a través de la venta indiscriminada de armas y fomentando los clubs de tiro, de caza y de coleccionistas, los nuevos CCC [N. del tr.: Comando de Caça aos Comunistas]. Y también por la aceptación de las milicias e incluso apoyando su desarrollo. Las milicias dominan hoy el tráfico y venta de protección y prestación de servicios en varias capitales del país.
Militares en política, comandantes de las tres Fuerzas haciendo declaraciones políticas, el apoyo abierto a la candidatura de Jair Bolsonaro en 2018, la ocupación del Palacio de Planalto y de todo el gobierno por parte de los generales muestran el continuo avance de la recuperación del poder por parte de los militares.
El tuit del general Vilas Boas abrió el apoyo militar al golpe de Estado de 2016. Su continuidad ahora está determinada por la estrategia de reelegir a Bolsonaro e imponer a las Fuerzas Armadas como actor político, como poder moderador, árbitro de la nación o con derecho a intervenir en la vida política constitucional del país en caso de crisis entre los poderes o de convulsión social. Obviamente, los militares pretenden ser los jueces de su necesidad y urgencia.
Este es el principal peligro que amenaza nuestra democracia y el estado de derecho. Jair Bolsonaro es solo el instrumento. No nos dejemos engañar…
Fuente: https://www.poder360.com.br/opiniao/o-partido-militar-e-a-verdadeira-ameaca-a-democracia/