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El petróleo de Moscú

Fuentes: Rebelión

La economía de Europa occidental es muy dependiente del petróleo ruso: más del 30% del crudo que importamos proviene de ese país, que ha sido en estos últimos años el segundo productor mundial de petróleo, incluso en algunos periodos extrayendo más barriles que Arabia Saudí. La Europa de los 25 depende, sobre todo, del petróleo […]

La economía de Europa occidental es muy dependiente del petróleo ruso: más del 30% del crudo que importamos proviene de ese país, que ha sido en estos últimos años el segundo productor mundial de petróleo, incluso en algunos periodos extrayendo más barriles que Arabia Saudí. La Europa de los 25 depende, sobre todo, del petróleo para mantener su actual estatus socioeconómico, al suponer este combustible más del 40% de su «mix energético», y especialmente la práctica totalidad de la movilidad no electrificada. La UE importa el 90% del petróleo que consume.

Pero el petróleo ruso parece estar llegando a su cenit de  producción, tras años de importante incremento de la extracción (nada menos que un 58% en una década) que sucedió al colapso de la Unión Soviética. Según publicó Bloomberg recientemente, por primera vez en una década, en el primer trimestre de 2008, ha comenzado a caer la extracción de petróleo – que alcanzó los 9,7 millones de barriles al día -, reconociendo el Ministro de recursos naturales ruso, Yuri Trutnev que han pasado de un estancamiento en la producción en los dos últimos años a un decrecimiento en estos últimos meses.  

Se puede hablar, en Rusia, de un declive explícito de la extracción en tierra, que se intenta compensar con mayores esfuerzos de exploración off-shore. David Cohen, de ASPO-USA, usando las propias cifras de la Agencia Internacional de la Energía, que estima un declive anual del 3% para los yacimientos más importantes de Rusia, considera que la incorporación de nuevos desarrollos en las zonas más lejanas de Siberia, la isla de Sakhalin, Norte del Caspio, etc., exigentes en esfuerzos tecnológicos dadas las condiciones climáticas y orográficas existentes, no están compensando del todo el mencionado descenso de la producción de los yacimientos más importantes.
 

Aram Mäkivierikko, de la Universidad sueca de Uppsala, ha estimado que es probable que la producción rusa no pueda incrementarse ya más de un 5 a un 10%, dada la madurez de muchos de sus yacimientos. No hay que olvidar que Rusia lleva extrayendo petróleo desde el subsuelo desde hace más de un siglo, y que alcanzó su cenit de extracción en el año 1984, con 11,2 millones de barriles de petróleo al día.

Una de las consecuencias que ya está teniendo esta meseta o comienzo de declive de producción es el descenso de las exportaciones, un hecho de máxima trascendencia teniendo en cuenta que Rusia es el segundo exportador mundial de crudo, a mucha distancia de los restantes países. El geólogo Jeffrey Brown ha explicado en su «export land model» que, indefectiblemente, un declive geológico lleva a un declive aún mayor en la exportación de crudo, debido a varios factores: primero, porque la economía interior precisa de más suministro al crecer con los ingresos derivados de un petróleo cada vez más caro; segúndo, porque cada vez hay que emplear más energía para extraerlo, procesarlo y exportarlo; y tercero, porque todos los países productores, ante un escenario de declive,  llevan a cabo políticas de protección de sus recursos energéticos, procurando reservar para sí lo que otrora exportaban.

Este nuevo panorama, como dice David Cohen, es de una gran trascendencia histórica. Llevará inevitablemente a una carestía del crudo, y repercutirá duramente en la economía mundial y, específicamente, en la europea, cuya dependencia energética es proverbial. La razón para esta preocupación es que no existen hoy suficientes países con expansión de la extracción petrolera para compensar el declive del gigante ruso y otros grandes poseedores de reservas. El también geólogo Chris Skrebowski, editor de Petroleum Review, estimando los megaproyectos que se están poniendo en marcha para compensar el declive de los yacimientos, considera que quedarían unos 1.000 días para que el Mundo comience, cada día, a extraer menos crudo, entrando en una nueva fase histórica de importantes consecuencias socioeconómicas que podríamos estar ya comenzando a vislumbrar. Sería muy importante atender a los mensajes de estos científicos si queremos adaptarnos mejor a este nuevo escenario histórico.