La oferta china de comprar Unocal, una petrolera californiana, levantó en EE.UU. una tormenta que va más allá del mundo de los negocios.
La batalla por la petrolera estadounidense Unocal se está convirtiendo más en un test sobre las relaciones económicas y estratégicas sino-estadounidenses que en una puja interempresaria por la compra de una firma.
La mayoría de las peleas por la toma de empresas se resuelve por el precio: gana el que más pone. Pero a juzgar por las olas que se levantaron esta semana en Washington, el caso de Unocal podría ser bien diferente.
El miércoles, la China National Offshore Oil Corporation, o CNOOC (pronúnciese Cinuc), una de las grandes petroleras estatales de China, efectuó una oferta no solicitada por Unocal, una centenaria petrolera de California. Quiere pagar 18.500 millones de dólares, más de los 16.400 millones que ofreció en abril el gigante estadounidense Chevron por la misma empresa.
Se trata quizás del mayor desafío que se le plantea al actual gobierno estadounidense en el plano de los negocios, como lo muestran las estocadas lanzadas de inmediato por legisladores, abogados, banqueros y lobbistas.
Es la primera vez que China da un paso tan audaz en la arena energética mundial, dominada por EE.UU. El intento de toma -el más ambicioso en una reciente ola de compras de firmas extranjeras por empresas chinas- alimenta los recelos de muchos políticos estadounidenses.
«Plantea interrogantes sobre cuánto queremos venderle del país a un país comunista con el que algún día podríamos combatir», dijo Michael O’Hanlon, especialista en temas militares en la Brookings Institution.
La oferta de CNOOC obliga a los accionistas de Unocal a plantearse si vale la pena considerar el plus de dinero que ofrecen los chinos, teniendo en cuenta los riesgos que el acuerdo enfrentaría en Washington.
Ya se habla de si el acuerdo debería ser sometido al Comité de Inversiones Extranjeras en los EE.UU., un organismo que puede impedir cualquier inversión externa si afecta la seguridad nacional. Los gobiernos han puesto límites a la participación extranjera (básicamente de países industrializados como Japón y Gran Bretaña) en una serie de sectores, desde aerolíneas hasta contratistas militares y medios.
Avanzada
«Hay una notable entrada de China en el mundo de las grandes empresas mundiales», dijo Clyde V. Prestowitz Jr., un ex negociador comercial del gobierno de Reagan y presidente del Economic Strategy Institute. «Y suscita la cuestión de si eso le da algún tipo de influencia a un gobierno que puede no ser siempre amistoso con nosotros».
A la CNOOC, cuyas acciones se comercializan en las bolsas de Nueva York y de Hong Kong, no se le escapa que Washington puede oponerse. Contrató a Public Strategies, una firma de relaciones públicas cuyo vicepresidente, Mark McKinnon, encabezó la campaña de medios de Bush en la elección del 2004. También tomó contacto con algunos de los más avezados asesores financieros del país -como Goldman Sachs y J. P. Morgan- y de firmas de lobby y estudios de abogados muy conectados.
CNOOC dijo que mantendría la práctica de Unocal de vender dentro de EE.UU. todo o casi todo el petróleo y el gas que produce en el país (según la firma china, es menos del 1% del consumo estadounidense de petróleo y gas).
Mirando al sudeste
Pero la mayor parte del petróleo y del gas de Unocal se produce en el exterior y se vende afuera. De hecho, CNOOC y Chevron se interesan por Unocal por sus importantes proyectos de exploración de gas y petróleo en Asia-Pacífico, en países como Tailandia, Indonesia, Bangladesh y Myanmar.
Unocal también actúa en el Golfo de México y el Mar Caspio. Un 66% de sus ventas provienen del exterior. Impulsada por los precios altos de los hidrocarburos, Unocal ganó el año pasado 1.200 millones de dólares -una utilidad récord para la empresa- y facturó unos 8.200 millones.
Desde el punto de vista estratégico, los yacimientos de la compañía son atractivos para CNOOC porque la empresa china quiere a toda costa reservas adicionales. Hoy China es el segundo consumidor mundial de petróleo, después de EE.UU.
Traducción para Clarín de Susana Manghi