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El petróleo y la inseguridad mundial

Fuentes:

En este mundo donde prima una agresiva globalización neoliberal, cada día crecen las amenazas económicas que pesan sobre las naciones más desfavorecidas y que ahora, en gran número, se enfrentan a los inalcanzables precios del petróleo. Los dirigentes y pobladores de cerca de 150 países desarrollados y subdesarrollados del planeta que no cuentan con recursos […]

En este mundo donde prima una agresiva globalización neoliberal, cada día crecen las amenazas económicas que pesan sobre las naciones más desfavorecidas y que ahora, en gran número, se enfrentan a los inalcanzables precios del petróleo.

Los dirigentes y pobladores de cerca de 150 países desarrollados y subdesarrollados del planeta que no cuentan con recursos petrolíferos, están pendientes a los indetenibles costos del crudo, que los afectan, en mayor o menor escala, en dependencia de si viven en naciones ricas o pobres.

La última crisis de los desbalances ocurridos en el mercado petrolero se inició en diciembre de 2002 cuando Estados Unidos comenzó sus amenazas contra el gobierno iraquí de Saddam Hussein. En esa fecha, el crudo se podía adquirir entre 22 y 25 dólares el barril (59 litros)

Al consumarse la invasión contra esa nación árabe, que cuenta con la tercera reserva mundial del combustible, los precios desarrollaron una acelerada carrera que no se ha detenido y que hoy lo sitúa en los 50 dólares por barril.

El gigante norteamericano es el principal promotor de los desequilibrios en los costos porque además de llevar al mundo a conflagraciones que lo afectan directa o indirectamente, también consume 20 millones de barriles diarios (la cuarta parte del gasto total en el orbe) y trata de mantener altas sus reservas para resistir cualquier contingencia.

Washington estima que la alarma de crisis para sus inventarios comerciales (que poseen las compañías refinadoras del país) se sitúa en 270 millones de barriles y una leve baja mueve inmediatamente los mercados. Por si fuera poco, el gigante del norte consume uno de cada dos litros de gasolina que se fabrican en el orbe.

La perspectiva norteamericana de adueñarse de las reservas iraquíes de combustibles se han visto frustradas por la enorme resistencia que ha encontrado en todo el invadido país y que no le ha dejado normalizar la extracción del crudo al ser atacados y dañados tanto los oleoductos como los pozos.

Para finales de marzo del 2003, cuando se desató la invasión, el crudo se encontraba en casi 40 dólares y en la primera decena de abril bajaba a los 27 dólares por barril ante la creencia de que Estados Unidos había logrado por fin adueñarse de esos ricos yacimientos.

De entonces a la fecha, muchas han sido las excusas para incrementar los precios y entre ellas descuellan los crecimientos de la demanda en Estados Unidos, en China (40 %) y en la India.

Entre las primeras causas, apareció el debilitamiento del dólar frente a la moneda única de la Unión Europea, el euro, que de cotizarse a cerca de 0.90 unidades por el billete verde, pasó en pocos meses a valuarse entre l.15 y 1.20 superior al dólar.

Le siguieron otros hechos como el boicot de la oposición derechista en Venezuela que casi paralizó la producción del crudo por varios meses y en los lejanos países Nórdicos, una huelga de los petroleros en Noruega.

Seguidamente apareció la crisis en la gigante compañía Yukos que produce el 20 % del total de las exportaciones de Rusia y que aun se mantiene debido a una enorme deuda que le reclama el Estado.

Nigeria, uno de los más importantes exportadores de crudo en África y miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) padece desde hace más de un año problemas de desestabilización en las zonas donde están ubicados los pozos.

Un grupo armado que intenta la escisión de esa rica región ubicada en el delta del río Níger amenaza con atacar las instalaciones a menos que el ejército de Nairobi detenga la ofensiva.

Arabia Saudita, el mayor productor de la OPEP, ha sufrido varios ataques, reivindicados por elementos que se oponen a la invasión norteamericana en Iraq y que en la últimas ocasión mataron a empleados extranjeros que laboraban en la industria del crudo en la ciudad de Jobar.

Por si fuera poco, el reciente huracán Iván, que hizo estragos por el Caribe y la Florida, detuvo por varios días la extracción y refinación del combustible en el área del Golfo de México cuyas consecuencias se sintieron inmediatamente en Estados Unidos y en el precio del oro negro en el mercado mundial.

Ante tamañas inseguridades no existe tranquilidad pues un simple accidente o altercado en uno de los pocos países exportadores auparía la tendencia alcista que según varios analistas puede alcanzar en los meses venideros la astronómica cifra de 60 dólares el barril.

Los integrantes de la OPEP (Argelia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela), han tratado de detener los precios pero les ha sido imposible pues están al 95 % de su capacidad de producción estimada en 30 millones de barriles diarios y que representan solo el 36 % de la demanda mundial.

Mientras esto ocurre, los especuladores, denominados en el argot económico brokers, aprovechan la oportunidad para adquirir abundantes cantidades del combustible en espera de valores más altos, a la par que las empresas transnacionales del sector como Exxon, Amoco, Chevron Texaco, Total, Repsol y Fina ELF, entre otras, se convierten cada día en emporios multimillonarios.

Todo este vaivén petrolero se debe a la inseguridad existen en el orbe donde las guerras de rapiña, las amenazas de ataques preventivos y las acciones especulativas de empresas petroleras y comercializadoras hacen que la pobreza invada a decenas de naciones que ven como sus habitantes se empobrecen cada día más en un mundo donde la globalización parece estar destinada al saqueo de la mayoría.