Veo en las noticias y leo en la prensa que el Real Madrid anda detrás de un futbolista cuyo precio es de ciento veinte millones de euros. Todo ese asunto me parece una auténtica patraña. No hay ningún futbolista del mundo que valga eso. Por muchos goles que marque, por muchas camisetas que se vendan […]
Veo en las noticias y leo en la prensa que el Real Madrid anda detrás de un futbolista cuyo precio es de ciento veinte millones de euros. Todo ese asunto me parece una auténtica patraña. No hay ningún futbolista del mundo que valga eso. Por muchos goles que marque, por muchas camisetas que se vendan con su nombre, por muchos anuncios publicitarios que haga, por muchas natillas que venda o gafas de sol o condones o vehículos veloces como el viento o cualquier otra mierda de esas que venden los futbolistas. No hay ningún futbolista en la Vía Láctea, por mucha pasta que genere, que merezca ciento veinte millones de euros. Un futbolista no es nada, absolutamente nada. Un futbolista no sirve para nada, salvo para entretener. Además un futbolista, ya puestos, es un producto con fecha de caducidad, y si me apuran, es como comprar un melón. Nunca se sabe si el tío funcionará y hará un buen trabajo o al final habrá que sacrificarlo en el matadero como se sacrifica a una res vieja e inútil.
Leo en un periódico de la derecha todo lo que se podría hacer en estos momentos con la pasta que el Real Madrid va a pagar por el futbolista. Algunos ejemplos: Pagar su sueldo a muchos científicos del CSIC, iluminar la ciudad de A Coruña durante 63 años, pagar el subsidio de desempleo de más de doscientas mil personas, construir nosécuántas escuelas, y así un montón de cosas más. La lista es interminable. Y todas cosas de provecho. Cosas de las que la gran mayoría de la gente obtendría beneficio. No como fichar a un jugador de fútbol, que es algo completamente inútil y que no beneficia a casi nadie. Además, alucino con la política laboral de Florentino Pérez. No tiene reparos en pagar ciento veinte millones de euros por un jugador de fútbol pero a los obreros de sus empresas de limpieza les escamotea unos euros del sueldo. Lo sé porque un colega trabaja en una de sus empresas.
Ha dicho un tipo que tiene un carguillo en el negocio del fútbol -es el presidente de no sé qué asociación-, que sí, que él está de acuerdo en que un club como el Real Madrid se gaste esa pasta en un jugador. Y luego ha soltado la retahíla de argumentos, vacuos y manidos, que se dicen siempre en estos casos. Que el tipo los vale. Que va a generar mucho más. Que si la mejor liga del mundo. Que si el mejor equipo del mundo. En fin, las chorradas que suelen decir la gente del fútbol. Lo que no dice este individuo es la cantidad de dinero que los clubs de fútbol deben a Hacienda. Y a los bancos. De eso no dice ni media.
En mi opinión nadie merece que se paguen por él ciento veinte millones de euros. Mucho menos un futbolista. Todavía si hablásemos de un gran científico, un investigador fuera de serie, el mejor cirujano del mundo. Yo qué sé. Alguien de cuyo trabajo se beneficiara la humanidad en su conjunto. Pero no un futbolista. Un futbolista sólo tiene el valor que la gente le dé. Imaginaros que el Real Madrid ficha a este tipo. Y que la gente se mosquea porque es un gasto excesivo. Y que dejan de ir al estadio y dejan de ver los partidos por la tele. Y que dejan de ver las noticias deportivas en la televisión. Entonces el valor de ese jugador caería estrepitosamente. Y ya no valdría nada. Es así de simple. Eso se llama capitalismo. Y es más viejo que el mundo.
Veo en las noticias y leo en la prensa que el Real Madrid anda detrás de un futbolista cuyo precio es de ciento veinte millones de euros. Y qué queréis que os diga. Que el mundo me parece una puta mierda.
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