Muchos analistas han querido posicionar la idea del ascenso en la popularidad el presidente chávez como producto de la solidaridad despertada a raíz de su enfermedad. En anteriores artículos en GISXXI, hemos señalado que la curva de ascenso es una tendencia que se viene presentando desde mediados del año 2010 y que el ascenso debe […]
Muchos analistas han querido posicionar la idea del ascenso en la popularidad el presidente chávez como producto de la solidaridad despertada a raíz de su enfermedad. En anteriores artículos en GISXXI, hemos señalado que la curva de ascenso es una tendencia que se viene presentando desde mediados del año 2010 y que el ascenso debe explicarse en factores ligados a las realizaciones que el gobierno bolivariano logra generar a pesar del contexto de crisis global y la caída de los precios del petróleo.
Nuestro estudio del mes de enero confirma esta afirmación, una tendencia emocional producto de la solidaridad debería obligadamente llegar a un techo y comenzar a descender hasta ubicarse en una banda estable; sin embargo no es así, el presidente continúa ascendiendo y se ubica en un 61.2% de valoración de su gestión como buena y muy buena.
Recordemos que el mes de diciembre la aprobación a la gestión presidencial había descendido levemente al pasar de 61.5% en el mes de noviembre, a 60 en el mes de diciembre; sin embargo en enero de 2012 la aprobación positiva a su gestión vuelve a posicionarse en un nivel superior.
Que un presidente con 12 años de ejercicio continuado en el gobierno, obtenga una valoración positiva de su gestión de 61.2%, no puede explicarse desde factores de emocionalidad coyuntural; pero sí puede leerse desde un trazado emocional de conexión entre el pueblo y un dirigente, que desde hace más de 20 años, supo irrumpir y tejer la emocionalidad pública popular en clave de poder y construcción de un proyecto alternativo de sociedad.
El presidente es la expresión de una representación colectiva nacional de ruptura con la matriz de sentido político que gobernó a la sociedad venezolana por más de cuarenta años, es la expresión de un fenómeno de insurgencia política configurada al calor de las jornadas populares del 27 de febrero de 1989 en el caracazo y las insurgencias cívico-militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992.
La insurgencia política no hace referencia a un fenómeno de levantamiento de aparatos miltares, tampoco se expresa simplemente como una racionalidad estratégica en dirección al control del poder o un desplazamiento de las élites gobernantes y la construcción de un nuevo proyecto de orden social. La insurgencia política alude a un fenómeno de sintonía de la emocionalidad pública popular hasta ser capaz de crear una atmósfera política y cultural donde los actores con intencionalidad estratégica pueden conectarse y escalar hasta opciones de poder.
Es así como la generación política insurgente bolivariana de las jornadas de 1992, no puede valorarse por separado de la atmósfera cultural y política creada por el caracazo en febrero de 1989. La repetida frase «Chávez es el pueblo», expresa el lugar exacto de un liderazgo creado como necesidad histórica y colectiva por los excluídos. Es esta emocionalidad y conexión la que pervive aun, no como sortilegio carismático, sinó como continuación de las necesidades históricas que el pueblo hecho conciencia reconoce en el liderazgo y proyecto de rutura revolucionaria encarnado por el presidente.
Las tareas nacionales populares de soberanía e inclusión, es decir, de anti-imperialismo, superación de la pobreza y realización plena de la democracia, son el eje de la alianza y conexión entre la conciencia expandida traducida en pueblo movilizado y la generación militar bolivariana que asumió el liderazgo en la ruptura. Mientras esta tarea permanezca en desarrollo y el presidente sea coherente y consecuente con ella, el apoyo popular permanecerá de su lado, se hará evidente en los sondeos de opinión política y se manifestará una y otra vez de manera afirmativa en las urnas.
Regresando a la descripción del mapa político para este enero de 2012, es importante hacer mención del juego opositor y su apuesta por construir un candidato único a partir de las primarias del 12 de febrero.
Nuestro estudio muestra a Enrique Capriles encabezando las encuestas con un 16%, mientras Pablo Pérez lo sigue a 7 puntos por debajo con un 9%, aún existe un 30% que no ha tomado una decisión. Estos datos, sin embargo, no pueden entenderse ni valorarse como un pronóstico de lo que ocurrirá finalmente el 12F, pues asistimos a un juego político no perfecto, donde la ubicación geografica de las maquinarias electorales podrían inclinar la balanza hacia el candidato que hoy no se visibiliza de primero.
Hemos presenciado una campaña electoral totalmente asimetrica, donde el candidato Enrique Capriles ha invertido en publicidad, por lo menos 10 veces más que la inversión sumada de los otros 5 candidatos que participan en el proceso interno diseñado por la MUD. Esta gran exposición mediatica de Capriles ha culminado, con el nada sorpresivo pacto con el también precandidato Leopoldo López. Este pacto direccionado desde dos de los mas grundes grupos economicos del país (El grupo Mendoza y el grupo Capriles-Garcia) rompe con el ambiente amigable y democratico que se pretendio vender al país desde la oposición, visibilizando las primarias como un juego de democratico para buscar al mejor; por el contrario, este pacto radicaliza las posiciones políticas bajo las aguas opositoras, enfrentando la estructura tradicional de partidos con el poder economico real.
Indicativo de esto, es la reacción de muchos voceros de la oposición venezolana, los cuales han calificado esta alianza como el «carmonazo dos», en referencia al juego de dos grandes grupos economicos venezolanos para crear una apuesta unificada hacia las presidenciales del 7 de octubre que excluya a la estructura de los partidos y subordine la política al poder económico.
En el terreno opositor, el juego a dos semanas de sus primarias es incierto, su programa neoliberal ni siquiera gana prensa, y la exclusión del debate de los candidatos de la agenda publica ha creado un clima que podría atentar contra la participación en este proceso.
Ante esta realidad, podemos afirmar que el presidente ha comenzado de manera muy positiva el escenario electoral del 2012; sin embargo, el gran reto estará en como mantener estos altos niveles de aceptación durante todo el año 2012. La agenda social, la eficiencia en la gestión de las grandes misiones y el impacto del lanzamiento de la misión seguridad marcaran la tendencia de esta valoración. La imagen de estadista del presidente y la gestión de su equipo de gobierno seran el catalizador de esta variable.
La oposición tiene el reto de lograr una alta participación para poder pensar en convertirse en una opción ante el presidente Chavez. Del nivel de participación del 12FEB12 y de lograr un acuerdo real entre los factores políticos y los grupos economicos hoy en pugna, dependera que puedan mostrarse como una opción de poder.
Lo más interesante que nos presenta este tablero de ajedres de ENE12 es la posibilidad de comparar durante la campaña presidencial dos propuestas totalmente contrapuesta: la de presidente Chavez de la política como elemento de transformación social y la de la oposición de subordinación de la política a los grandes grupos económico.
Sera este pueblo sabio quien, con la madures política alcanzada en estos últimos 12 años, tendra la palabra! Que asi sea!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.