A partir de la tercera década del pasado siglo, cuando la actividad petrolera comenzó a generar una copiosa renta del suelo para el Estado venezolano, propietario del recurso natural, los conflictos sociales heredados de nuestra etapa agraria, comenzaron a diluirse en la medida que los proventos petroleros, fueron dando origen a la emergencia de un […]
A partir de la tercera década del pasado siglo, cuando la actividad petrolera comenzó a generar una copiosa renta del suelo para el Estado venezolano, propietario del recurso natural, los conflictos sociales heredados de nuestra etapa agraria, comenzaron a diluirse en la medida que los proventos petroleros, fueron dando origen a la emergencia de un nuevo país con características bien distintas, a las que configuró la economía basada en el café y el cacao. De ser unos de los países más miserables economíceme de América Latina hacia 1920, bastaron cincuenta años para pasar a ser una de las naciones más ricas financieramente de este continente en 1970. El petróleo hizo aluvional y pacifico nuestro tránsito hacia la formación social capitalista. El raudo proceso de urbanización que originó la inversión de la renta petrolera, arrancó al campesinado de sus lugares de origen y de esta manera, los viejos conflictos por la tierra perdieron significación con el cambio espacial de la lucha política y por las mejoras sociales que significaba residir en las ciudades. Los propios latifundistas, aprovechando las ayudas financieras del Estado rentista se vinieron a la ciudad y se convirtieron en especuladores con terrenos urbanos, constituyendo así unos de los componentes de la nueva clases burguesa del país. El enfrentamiento entre latifundista y trabajadores del agro se trasmutó por un nuevo tipo de enfrentamiento social: el capital contra el trabajo asalariado, fenómeno este que se inició en los campos petroleros, pero luego se extendió a todo el territorio nacional.
El conflicto entre el capital y el trabajo que se dio bajo el manto del capitalismo rentístico presentó unas peculiaridades que lo diferencian del que se originó en Europa en los tiempos aurorales de la Revolución Industrial, a saber:
1.-Pasar de conuquero miserable económicamente a ser obrero petrolero explotado, fue para el campesino una bendición, pues, su ingreso, en cuestión de horas se le multiplicó por cinco y hasta por siete veces lo obtenido en el agro. Igual cosa ocurrió para el jornalero explotado por el latifundista que abandonó el campo. Nuestros obreros petroleros de la quinta y sexta década de la pasada centuria veían a las compañías petroleras como las diosas de la fortuna. Hacerle entender el concepto de explotación económica a esta clase obrera fue la tarea del indio para las organizaciones políticas de izquierda.
2.-El agresivo capitalismo de Estado que se implementó a partir de mediados del siglo pasado, creó un asalariado dependiente del sector público que obtuvo grandes mejoras sociales, cuando se impuso en el país, la tesis se Rómulo Betancourt de reeditar en estas latitudes el Estado de Bienestar, parido por las burguesías del capitalismo desarrollado para contener el comunismo soviético.
3.-La modernización del Estado y la acumulación de capital, financiada por la renta petrolera, también creó una pujante clase media que se convirtió en la tierra prometida para los trabajadores asalariados. Llegar a pertenecer a los grupos medios era una tarea para los asalariados que se resolvía interpelando al Estado y no al capital.
4.-En la medida que los obreros petroleros fueron arrancando conquistas al capital arrendatario externo, sobretodo, a partir del llama Trienio Adeco (1945-1948), cuestión que fue imitada por los obreros dependientes del sector público, a partir de los inicios del periodo puntofijista (1958-1980), se hizo conciencia nacional que la buena o mala situación de la clase trabajadora, dependía únicamente del comportamiento de la organización política administraba la renta petrolera. Por consiguiente, la lucha de nuestros obreros y empleados se dirigió, a exigirle al Estado mayores prebendas económicas y lo que se le arrancaba al Estado se hacía extensivo al trabajador del sector privado.
La consecuencia más nefasta de esta situación para la formación de la conciencia obrera criolla, fue que la burguesía desapareció de la palestra como el enemigo real de la clase asalariada y su lugar fue ocupado por el Estado distribuidor de renta petrolera. Para el obrero venezolano no existía una burguesía explotadora del trabajo asalariado, sino buenos y malos gobiernos. Según esta óptica, éramos un país rico pero administrado por Ali Baba y sus cuarenta ladrones. De esta manera la burguesía se escondió detrás del Estado rentista y la lucha de clases en este país estuvo de bajo perfil hasta la llegada de la Revolución Bolivariana. El mismo Comandante Chávez por el año 1992 pensaba que el mal principal de la nación era la corrupción administrativa y no la explotación del trabajo por el capital.
Durante el mandato del Comandante Supremo, su accionar política consistió, en llevar a las clases trabajadoras a descubrir que tenían derecho a participar en el reparto de la torta petrolera, pero se quedaron a medio camino en su enfrentamiento con el capital, pues, el mismo Chávez -a pesar de las troneras que la abrió a la dominación – ayudó poco en la visualización del enemigo fundamental del trabajo asalariado, cuando envió mensajes contradictorios en esta dirección. Por una parte, condenaba la idea de ser rico, pero al mismo tiempo compraba el apoyo de la burguesía criolla al permitirle obscenas tasas de ganancias; por otra parte, criticaba a la burguesía interna pero se dirigía al empresariado internacional clamando por que vinieran a Venezuela los capitales extranjeros. Por último, aceptó al Impuesto al Valor Agregado (IVA), como legado de los aperturistas petroleros puntofijistas que perjudicaba fundamentalmente a las masas trabajadoras. En consecuencia, la radicalización de las masas chavista se dio más por el reparto de la renta petrolera y no por afectar la tasa de ganancia y mucho menos por enterrar al capital en estas latitudes.
El presidente Maduro heredó una situación política signada por las apetencia de una burguesía que ya no se conforma con las obscenas tasa de ganancia, sino que viene por el bocado que ataruga, o sea, la renta petrolera toda; y a tal efecto, aprovechó el colapso del capitalismo rentístico, para decretar una guerra económica utilizando el desabastecimiento y la inflación como los grandes tanques de esta contienda. Frente a esta arremetida del capital, el Presidente Maduro reaccionó, implementando una contraofensiva que se concretó en utilizar el aparato del Estado para bajar a presión, los escandalosos precios que la burguesía parasitaria había fijado con toda la mala intención de desestabilizar la revolución. Paradójicamente, para la burguesía su guerra económica se viene develando como uno de los más grandes errores políticos cometidos por este sector social, pues, las medidas del Presidente Maduro han desnudado por primera vez a la burguesía criolla frente a su asalariado. La clase obrera venezolana comienza a ver que entre ella y la renta petrolera se interpone las desmedidas ansias de la burguesía parasitaria. Las grandes colas frente a los negocios intervenidos por usureros y especuladores, no solamente se llevan artículos de consumo, sino que también se llevan la imagen de un empresariado rapaz dispuesto despojar a las clases trabajadores de su menguados ingresos salariales. Por primera vez en la historia del capitalismo rentístico venezolano, un presidente desnuda a la burguesía parasitaria y se mete de frente con su sacrosanta tasa de ganancia. Este ha sido el fenómeno histórico más relevante de los últimos años, y si Maduro logra que esto se haga conciencia proletaria , habrá superado al Comandante Supremo en el terreno político, al poner a la clase obrera frente a su enemigo histórico sin mamparas. La formación de la conciencia obrera pasa por tener un referente material y eso se lo está dando Maduro a la clase trabajadora con su política de precios justos. Pero todavía Maduro ha logrado algo más en el terreno político: comienza a tejer una alianza con la pequeña burguesía, al revisar los alquileres que pagan los pequeños propietarios en los locales del gran capital, incentivando así la lucha de clases entre estos sectores sociales. En la medida que este proceso se profundice, imponiendo la lucha de clases en la agenda nacional, la posibilidad de enterrar al capitalismo en estas tierras comienza a verse al final del túnel. El enorme fracaso de la última marcha convocada por la oposición para enfrentar la contraofensiva de Maduro, es realmente indicadora de que la ofensiva política regresó con bríos a manos de la Revolución.
¡Viva la Clase obrera ¡
Viva el Presidente Maduro ¡Chávez Vive la lucha sigue ¡
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