Hay algunos mitos sobre el comercio. Su crisis, al parecer, es una cosa novísima. Sin embargo, les propongo que miremos atrás y nos preguntemos ¿qué hace que nuestra economía sea manipulable al máximo, que sea tan sencillo poner todo al borde de la locura? Esto como invitación a la palabra. Si miramos el campo, ¿cuántas […]
Hay algunos mitos sobre el comercio. Su crisis, al parecer, es una cosa novísima. Sin embargo, les propongo que miremos atrás y nos preguntemos ¿qué hace que nuestra economía sea manipulable al máximo, que sea tan sencillo poner todo al borde de la locura? Esto como invitación a la palabra.
Si miramos el campo, ¿cuántas vacas hay? ¿Son estas vacas suficientes? ¿Por qué no hay mas vacas? ¿Hemos crecido como República con escasez de vacas o esto es una situación de esas nuevas? Mario Briceño Iragorry para 1952 cuenta como en el pasado, ya para él lejano, de la Venezuela rural no había mayor problema con el ganado. Había incluso en Caracas, en las haciendas de Chacao. Sin embargo, entrada ya la mitad del siglo XX era frecuente que se hablara sobre si habían -o no- suficientes vacas para aquella sociedad que, en toda evidencia, era más pequeña que esta.
Dijo sobre esto, «Somos el país de la paradoja. La nación que en América tiene per cápita el más alto Presupuesto Público ocupa el último lugar como consumidor de carne. (…) Según el criterio de los abogados petroleros, su libre importación debe mantenerse en beneficio de la industria aceitera. Si se le cohíbe, pueden venirnos represalias. Cualquiera, en cambio, pensaría que es patriótico fomentar la lechería nacional. Otros más prácticos, creen que es más cómodo tener nuestras vacas en las praderas yanquis»
Este testimonio enmarcado en la denuncia sobre cómo la llamada buena vecindad con los Estados Unidos exigía «destruir todos los valores sencillos, ingenuos, amables, que se conjugan para dar resistencia realista a las líneas morales de nuestra tradición nacional» Situación que contó con los que el mismo llamó pitiyanquis que se sentían profundamente complacidos de vivir un american way of life.
Cuando pasó el tiempo algunas cosas se olvidaron, otras se hicieron leyenda. Pasan fotos esplendidas de esa Venezuela saudita donde algunos tenían del mustang el cartón para cubrirse la cabeza y nos dijeron con tono crítico que si el comercio dominó la industria era culpa de nuestra viveza-pereza criolla.
¿Pero fue esto pereza del pueblo? ¿El mismo que siempre ha trabajado? O, ¿imposición extranjera del orden mundial con cómplices que prefirieron el trigo al maíz y el maíz en bolsita y la gaseosa al guarapo? Décadas después la Venezuela que no produjo sino su propia vergüenza.
De aquella Venezuela que se dejaba dictar cátedra sobre lo que debía o no hacer a la actual, hubo un cambio. Ese cambió fue el pueblo llamado Chávez que se jugó la nueva geopolítica, la nueva integración y la reconstrucción del autoestima nacional. Este valor, de intentar soñarnos libres es el que llama hoy a la perseverancia. Perseverancia de pueblo que se defiende exigiendo del gobierno eficiencia y del comercio respeto.
Fuente original: http://anicrisbracho.wordpress.com/2014/08/11/el-problema-economico-a-desalambrar/