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El programa del golpe fracasó, ahora falta una salida para antes del 2018

Fuentes: Brasil 24/7

Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez

La semana que termina fue pródiga en señales de que el programa del golpe de 2016 fracasó, a pesar de que Temer y su coalición sigan gobernando.  Las señales proceden de la economía, de la Lava-Jato, de las encuestas, de la vida real y del mundo simbólico, sirva como ejemplo lo que ocurrió el pasado viernes (17) en la entrega del premio Camoes: una de las mayores estrellas de nuestra literatura denunció el golpe y su degeneración autoritaria. Fue duramente criticado por el ministro de Cultura. El plan golpista fracasó, pero el país todavía no encontró una salida. Si no la encontramos antes de 2018, vendrá de la mano de las urnas, pero el país estará más arrasado y la restauración tendrá un coste mayor.
En el ámbito de la economía, la difusión, por el mismo Banco Central, de un índice provisional que apunta hacia una caída del PIB de 2016 del orden de 4,55% es la culminación del fracaso. En la estela de este hundimiento viene también el desempleo, la contracción de la renta y de la masa salarial, la pérdida de la calidad de vida de quienes viven de su trabajo. La promesa de que se iba a encarrilar el futuro del país hacia mejor fue un engaño. Vendieronla idea de que, desplazando a Dilma y al PT del gobierno, los agentes económicos recibirían una inmediata visita del espíritu santo de la confianza y todo empezaría a salir bien. Ocurrió todo lo contrario. La ilegitimidad del gobierno, su vulgaridad y cinismo sugieren cautela, un paso atrás y desconfianza.
En el ámbito ético-político, el proyecto de golpe también fracasa, a pesar de todos los esfuerzos para «frenar la sangría» de la Lava Jato, como la instrucción de Alexandre de Moraes al Supremo Tribunal Federal y el blindaje de Moreira Franco. Desde Curitiba Eduardo Cunha advierte, al presentar 21 preguntas capciosas a Temer, de que está en el límite. O lo sacan de allí, o empieza a delatar. Sectores del Supremo estudían apoyar más al gobierno, pero esas maniobras, por el contrario, tan sólo harán percibir al pueblo que la promesa de moralización de la política fue otro embuste, una estafa política sin elecciones. Se hicieron con el control del gobierno para poder actuar a sus anchas y salvar el culo a todos los corruptos.
La encuesta de la Confederación Nacional del Transporte, en asociación con la MDA-Pesquisa (CNT-MDA), también incide en la imagen del fracaso del golpe. El rechazo al gobierno de Temer asciende hasta el 62% y su aprobación cayó hasta el 10%. En los sondeos para las elecciones presidenciales, Lula aparece como el preferido en cualquiera de los escenarios posibles. Alcanza el 30% en el primer turno si el candidato tucano fuese Aécio Naves y el 31% si fuese Alckmin. Los dos líderes del Partido da Social Democracia Brasileira perdieron musculatura electoral. Marina Silva y el ultraderechista Bolsonaro disputan el segundo lugar.
Qué significa la resurrección de Lula con el 30% -después de toda la persecución judicial que está sufriendo, después e la demonización del PT y a pesar de la cantinela diaria de los medios de comunicación y de la oposición, culpando a los gobiernos petistas del descalabro económico-, si no el fracaso del golpe en su objetivo estratégico principal, que no era otro que derrotar a Dilma y, principalmente, evitar un retorno de Lula y enviar al PT a una larga estancia en la oposición.
¿Qué salida puede haber antes de 2018? Si Cunha delatase a Temer, tendríamos un escándalo, pero no una solución. El presidente de la República no puede ser procesado por actos ajenos (o anteriores) al ejercicio de su mandato. Queda el Tribunal Superior Electoral, si hubiese casación de la fórmula Dilma-Temer en un juicio que el magistrado Gilmar Mendes está retrasando al máximo. Si los que resistieron y los que se desilusionaron con el golpe se juntasen para salir a las calles, como hicieron los que pidieron el impeachment de Dilma, podríamos tener el escenario perfecto para una solución anticipada de la crisis. Cualquier otro escenario supondrá que el país se desangre hasta el 2018, hasta que llegue la respuesta electoral que empieza a tomar forma.

Tereza Cruvinel es una de las analísticas políticas más respetadas de Brasil.