Orlando Chirino tiene una larga trayectoria de lucha y es uno de los principales dirigentes clasistas del movimiento obrero venezolano y de Latinoamérica. En su extenso reportaje para Correspondencia Internacional nos explica su decisión, como la del PRS, de no ingresar al PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela). También nos da sus opiniones sobre las […]
Orlando Chirino tiene una larga trayectoria de lucha y es uno de los principales dirigentes clasistas del movimiento obrero venezolano y de Latinoamérica. En su extenso reportaje para Correspondencia Internacional nos explica su decisión, como la del PRS, de no ingresar al PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela). También nos da sus opiniones sobre las nacionalizaciones, las empresas mixtas, la luchas de los obreros petroleros, de Sanitarios Maracay como la situación de la UNT y la lucha por la autonomía sindical.
Orlando Chirino es un reconocido dirigente de los trabajadores venezolanos con una impecable hoja de vida en su actividad sindical y política. Desde muy temprana edad los caminos de la vida lo condujeron a promover la organización de los trabajadores para defender sus derechos. Proviene de la estirpe del sindicalismo clasista, combativo y revolucionario que hizo carne a finales de la década de los años 70 entre los trabajadores del sector textil en los estados Carabobo y Aragua.
En el ámbito político, se le reconoce como un aguerrido luchador socialista e internacionalista, que se identifica con las tesis y programas del dirigente de la revolución rusa, León Trotsky. En sus casi 40 años de vida militante, ha contribuido a la construcción de organizaciones políticas como el MIR, el PST-La Chispa, la agrupación Voz de los Trabajadores, y más recientemente el Partido Revolución y Socialismo (PRS), del cual actualmente es uno de sus dirigentes.
Con humildad -propia de los dirigentes sindicales honestos y entregados a la causa de los trabajadores-, reconoce que se siente orgulloso de ser uno de los más entusiastas promotores de la Unión Nacional de Trabajadores y de su Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma, junto con líderes de intachable conducta revolucionaria como Stalin Pérez Borges, José Bodas, Richard Gallardo, Vilma Vivas, José Meléndez y muchos otros dirigentes que hoy le acompañan en la titánica tarea de edificar una nueva estructura sindical nacional.
¿Chirino, cuéntanos cuál es tu visión de la propuesta del presidente Chávez de conformar un partido socialista unificado en Venezuela?
Reconozco que el presidente Chávez es un hábil político, ya que tiene la sagacidad de presentar permanentemente propuestas sobre diversos asuntos de interés de la población. Estoy seguro que desde tiempo atrás venía madurando la idea de un partido unificado, porque percibía el profundo descontento que la población tenía hacia las cúpulas de los partidos que le apoyaban. Creo que los pobres resultados de las elecciones de diputados para conformar la Asamblea Nacional, fueron el alerta «roja» que llevaron al Presidente a promover un remezón en esas estructuras. Por supuesto, no lo hizo de inmediato ya que se avecinaba la elección presidencial, pero ahora ha pisado el acelerador para intentar ensamblar una nueva organización política nacional.
El clamor expresado en las urnas por los electores en diciembre de 2005 e incluso en el proceso de reelección presidencial del 2006 durante el cual no se cumplió la meta de los 10 millones de votos, ha presionado al Presidente a lanzar la iniciativa del PSUV. Esta decisión presidencial es el resultado directo de la presión popular que no quiere más imposiciones de los cogollos de los partidos del Bloque del Cambio. Junto a muchos trabajadores, yo me siento partícipe de este proceso, porque desde tiempo atrás he venido insistiendo en la necesidad de que la población revolucionaria construya su propia herramienta política, para profundizar la revolución y liberarse definitivamente de la pesada carga burocrática que representaban las cúpulas del MVR, el PPT, Podemos.
No me canso de repetir que el proceso revolucionario en Venezuela es tan profundo que el pueblo y los trabajadores hemos triturado en pocos años a organizaciones de ingrata recordación como Acción Democrática, COPEI, Bandera Roja, Causa R; hemos minado las bases de los nuevos proyectos políticos de la oposición burguesa como Primero Justicia, Proyecto Venezuela, Un Nuevo Tiempo y otras pequeñas hordas fascista que quieren sobrevivir mediante el terror físico y mediático; pero también en poco menos de ocho años, estamos enviando a los archivos olvidados de la revolución las siglas del MVR, PPT y Podemos, que no le aportaron mucho al proceso revolucionario por el rol reformista, conciliador, burocrático y corrupto de sus dirigentes.
¿Cómo se planteó el tema en el seno de C-CURA?
A nosotros no nos sorprendió la propuesta de construir un partido hecha por el presidente Chávez. En C-CURA, que es una corriente sindical y política, desde enero definimos una posición. Acordamos disponernos a impulsar ese proceso porque partíamos de reconocer el importante avance alcanzado por la población de liquidar a esas estructuras con las cuales estaba inconforme, y acompañar a las bases en esta nueva y compleja experiencia política, presentándole a cada paso nuestras opiniones en forma franca. Ese es el abc de todo revolucionario.
Entendíamos que como todo camino de rosas, el PSUV tenía sus espinas. No olvidemos que la propuesta inicial del presidente Chávez era la aberración de construir un «partido único» que nos recordaba la infame dictadura totalitaria que implantó Stalin en la URSS. Por eso tratamos de presentar unas propuestas complementarias que nos permitieran participar en forma autónoma en el proceso. Definimos que no nos disolvíamos como corriente; reclamábamos a los organizadores del PSUV que se reconociera el derecho a la conformación de tendencias para promover la organización de las bases de la naciente organización alrededor de propuestas políticas y programáticas; propusimos que en la nueva organización quedara cerrado el paso a capitalistas, terratenientes, burócratas y corruptos; y alertamos que nos oponíamos a que se hicieran ataques políticos a quienes estando comprometidos con el proceso revolucionario no quisiesen vincularse al PSUV.
Y en concreto, ¿cómo ves en este momento el proceso de construcción del PSUV?
Llevo 30 años de mi vida empeñado en la tarea indispensable de construir un partido socialista que unifique a los auténticos revolucionarios, que guíe a los trabajadores y el pueblo en su lucha contra el imperialismo, la burguesía, los terratenientes y la burocracia; que lo prepare para la toma del poder y que lo conduzca hacia el socialismo bajo un gobierno de los trabajadores y el pueblo.
Dime tú, ¿cual obrero, cual poblador de alguna comunidad que hoy disfruta de reivindicaciones que le estuvieron negadas durante la Cuarta República, no simpatiza con la idea de construir un partido socialista, revolucionario?
El 9 de julio del 2005, junto con otros dirigentes sindicales en Caracas convocamos un acto llamando a la construcción de un partido revolucionario y socialista, y nos respondieron afirmativamente más de 500 dirigentes sindicales y activistas populares y estudiantiles de todo el país. Esa es una muestra que entre los trabajadores y sus dirigentes la idea de construir una herramienta política tiene más vigencia que nunca.
Esa es la ilusión de miles o cientos de miles de compatriotas que han comprendido que esa es la única alternativa para darle continuidad a la encarnizada lucha que tenemos contra las fuerzas de la IV República, del imperialismo y de las fuerzas ocultas de la reacción que actúan con ropaje «rojo rojito».
Lo lamentable es que la ilusión que generó el PSUV rápidamente comenzó a evaporarse. Los discursos del Presidente, las actuaciones de su gobierno, de sus ministros, de sus gobernadores, alcaldes y diputados torcieron y empezaron a matar esa ilusión. Hace poco menos de cinco semanas dije que se alejaban las posibilidades de que los sectores revolucionarios nos vinculáramos al PSUV. La lucha de clases, que es un tren de alta velocidad en épocas revolucionarias, en menos de tres meses ha revelado que el proyecto PSUV ha sido secuestrado por los mismos que tenían bajo su control las anteriores siglas políticas. Cada vez más el gobierno actúa en forma inconsulta y en dirección contraria a las necesidades de la población. Las puertas del proyecto han sido abiertas de par en par para los burócratas y corruptos. El PSUV no tiene una frontera política definida porque están entrando «capitalistas y terratenientes socialistas». El programa del PSUV nos indica que se aleja más y más de ser un programa para derrotar al capitalismo y avanzar hacia el socialismo.
La anti-democracia es el signo prevaleciente del PSUV, no lo digo yo, así lo aseveran miles de honestos luchadores que han querido vincularse al proyecto. La «dedocracia o poder digital» de los dirigentes sigue actuando impunemente. Bajo las siglas del PSUV corren apresuradamente a esconderse los seudo-dirigentes que tienen algo que perder. Incluso, ya tenemos denuncias que en algunos ministerios se estaría presionando a los trabajadores a inscribirse en el PSUV, mediante memorandos internos.
A lo anterior hay que sumarle la estigmatización que se hace contra quienes no nos vinculamos al PSUV. Antes esa campaña la desarrollaban los burócratas medios, ahora es el propio Presidente quien nos califica de contrarrevolucionarios. Si sumamos todo, podemos decir que hay temor y se pierde entusiasmo político, eso es innegable. No sentimos entre el pueblo y los trabajadores aquel fervor existente años atrás, cuando surgió el MVR, por inscribirse en dicho partido. Realmente resulta insólito escuchar al gobernador de Carabobo amenazar a los funcionarios de su gobierno, diciendo que si no se inscriben, los «bota» de sus puestos.
¿En qué te basas para afirmar que el programa del PSUV no va en dirección del socialismo si aún no se ha adoptado?
Eso es cierto. Formalmente el PSUV no ha adoptado un documento programático. Eso recién se hará durante el congreso de la organización que está convocado para agosto. Pero esa es la formalidad, ya que el programa del PSUV se viene construyendo día a día con las acciones, con las políticas, con las decisiones que toma el Presidente y el gobierno. Te doy varios ejemplos.
Es un hecho que la estrategia petrolera será el esquema de empresas mixtas, la entrega segura y confiable de petróleo a los grandes consumidores como Estados Unidos, China y Europa; y el incremento de la producción a 4 ó 5 millones de barriles diarios porque esos son los requerimientos internacionales, sin importar el impacto que ello pueda tener sobre la economía del país y el medio ambiente.
Se promoverá y apoyará la inversión extranjera como se viene haciendo desde hace un par de años. Capitales chinos, italianos, españoles, iraníes o rusos, entre otros, tienen las puertas abiertas y las máximas garantías para seguir súper-explotando la mano de obra local. No hay que olvidar que muchas de esas empresas, son fachada de multinacionales norteamericanas, alemanas o inglesas.
En el terreno de la integración seguiremos anclados al Mercosur, que como todos saben es un proyecto capitalista, donde salen favorecidos directamente las multinacionales y los gobiernos de Lula y Kirchner, que se distinguen por ser agentes de la aplicación de las recetas del FMI y el Banco Mundial y sumisos al gobierno de los Estados Unidos. Hay una integración económica capitalista y no una integración de los pueblos para potenciar la revolución en el continente. Ejemplo de esto es el papel explotador que juega, la transnacional argentina Techint en Sidor.
En el campo laboral, cada vez se hace más claro que se quiere someter al movimiento sindical, haciendo que perdamos nuestra autonomía; se oxigena a la vieja burocracia golpista como acontece en la industria petrolera y se pretende instalar el régimen de los consejos laborales, que no es otra cosa que la utopía de conciliar los intereses de los patronos con los de los trabajadores, y a su vez, sustituir a los sindicatos.
En materia política, se pierde la participación protagónica y decisoria de las organizaciones sindicales, populares y campesinas, porque la tendencia es a que todos ellas dependan financiera, organizativa y políticamente del gobierno, como sucede con los Consejos Comunales.
El programa que se adopte en agosto puede hablar de profundizar la revolución, de avanzar hacia el socialismo, pero ello no será más que anuncios, porque los hechos muestran que se trata, como máximo, de imple-mentar una política desarrollista con fuerte presencia del Estado, pero sin romper la matriz capitalista.
Sobre estos temas, los trabajadores y el movimiento sindical tenemos mucho que aportar, ya que debemos presentar un plan económico, político y social alternativo que efectivamente nos libere de las cadenas imperialistas y capitalistas, y trascender hacia el socialismo.
Si tu fundamento son las acciones del gobierno, ¿cuál es tu interpretación del aumento del 20% del salario mínimo, la nacionalización de la faja petrolera del Orinoco, de CANTV, de la electricidad de Caracas y los anuncios de recuperar Sidor?
Las nacionalizaciones son avances obtenidos con la movilización obrera y popular, en eso tenemos que estar claros. El problema es que el gobierno convirtió esos logros en retrocesos al favorecer a las multinacionales, que hace una década habían estafado al país comprando las empresas a precios de «gallina flaca». El justo reclamo del pueblo era la expropiación sin indemnización, pero el gobierno prefirió comprar. Las multinacionales vendieron parte del patrimonio, las edificaciones, los terrenos, las maquinarias, los vehículos y los equipos; mejor dicho vaciaron las empresas, se liberaron de los pasivos laborales trasladándoselos al Estado, y además de eso el gobierno les pagó un buen precio. Eso no puede entenderse como nacionalización revolucionaria ni en dirección al socialismo.
Es aún más delicado lo de la nacionalización de la faja petrolera del Orinoco. Las multinacionales no se han ido, antes eran contratistas y ahora son socias. De ahora en más, el Estado a través de PDVSA, las representa y asegura sus intereses, bajo el esquema de las empresas mixtas. Esta situación es muy parecida a la política que impulsó el primer gobierno del Frente Sandinista en los años ochenta en Nicaragua, siendo uno de los elementos que más contribuyó al fracaso de la revolución.
Lo mismo puedo decirte del aumento salarial del 20%, que en nada compensa la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo, y por si fuera poco, no se decretó un aumento general de sueldos y salarios. Y además de eso, no fue consultado con la UNT y las organizaciones sindicales y populares. El socialismo no consiste en que trabajemos para mal comer. Te doy el siguiente dato: en muchas entidades públicas, el salario mínimo cubrió hasta la escala 10, para obreros. A ese ritmo en dos o tres años, todos los empleados públicos ganaremos el salario mínimo, porque los sueldos un poco más arriba del mínimo están congelados, mientras que los sueldos de las nóminas de la burocracia que administra entes centralizados y descentralizados, los diputados, los gobernadores, los alcaldes, son sobradamente millonarios.
Pero eso no es todo. Con esa decisión, el gobierno les indica a los patronos públicos y privados que ese es el tope para la negociación de los contratos colectivos. En Coca-Cola, la multinacional está cerrada en un aumento del 20%, que significa 6.500 o 7.000 bolívares. En PDVSA se corre el rumor que no se aumentará más de ese porcentaje con respecto a la negociación pasada, lo que significa que el tope estará alrededor de los 10.000 bolívares. Estos son los asuntos de fondo que nosotros los dirigentes sindicales tenemos que responder a diario a los afiliados a nuestras organizaciones.
Pero hay otros hechos más aberrantes. Están los casos de Sanitarios Maracay y Parmalat, donde el gobierno a través del ministro del Trabajo, «invita a los trabajadores a no luchar más, que esperen a que los empresarios vendan para ellos recibir las sobras que queden». Es indigno escuchar eso de un ministro que proviene de las filas del movimiento sindical. Eso no tiene nada que ver con el socialismo y desgraciadamente esa será la política y el programa que tendrán que defender los militantes del PSUV.
Si la situación es como la describes ¿no sería más conveniente dar la batalla desde adentro, para intentar cambiarle el rumbo al PSUV?
Esa fue una posibilidad que nosotros contemplamos hace 3 meses. Es más, algunos camaradas que militan en CCURA, han optado por esa alternativa. Otros compañeros hemos tomado la decisión de no ir porque hemos evaluado una serie de elementos que son necesarios tener en cuenta, como por ejemplo el ambiente político en que nos encontramos, la correlación de fuerzas, las expectativas de los trabajadores y su vanguardia más luchadora.
Para hablar de la coyuntura política debo decirte que hace 3 o 4 años, las circunstancias eran otras, donde el gobierno obligado por las circunstancias de la confrontación y la presión de las bases, tomaba decisiones que a los ojos de la población eran más radicales contra todos los golpistas. Hoy eso casi no sucede. Está el caso de la justa medida de no prorrogar la concesión a RCTV, pero uno se pregunta ¿Por qué no se hace lo mismo con Venevisión, Globovisión, y Televen? ¿Por qué no se expropia a El Nacional, El Universal y Últimas Noticias? ¿Fue que acaso dejaron de ser medios al servicio del golpismo, de la oposición y del imperialismo? o ¿Por qué el grupo Polar se convirtió en el gran proveedor de la red Mercal? Es sintomático lo que sucede con Venevisión y el guante de seda del gobierno con este canal. Recientemente oíamos una conversación telefónica grabada entre Carlos Bardasano, alto directivo del Grupo Cisneros y Venevisión con el presidente de Venezolana de Televisión, Romero Anselmi, en la que entre risa y risa, se felicitaban por la cobertura conjunta del proceso electoral de diciembre, ¿Es que acaso hay un acuerdo con Cisneros?
Con esto te quiero decir que un sector importante de la población está haciendo una experiencia política acelerada y está sacando sus propias conclusiones. Ya no se cree la historia de que el Presidente está rodeado de malos asesores o que no está enterado de lo que está pasando. Eso es más evidente en el movimiento sindical. Los empleados públicos no soportan que luego de 27 meses no se negocie su contrato colectivo; o los de Mercal que llevan un año en esta misma incertidumbre, o los petroleros que van por el mismo camino. La población razona de la siguiente forma: Si ganamos la mayoría de las alcaldías y gobernaciones, si la Asamblea Nacional es «roja rojita», si PDVSA es «roja rojita», si reelegimos al Presidente, entonces algo está funcionando mal, porque no se resuelven nuestros reclamos.
El otro asunto es la correlación de fuerzas. Desde mi punto de vista, la burocracia y los corruptos, con la bendición presidencial, ya se atornillaron en los puestos dirigentes del PSUV. Esa situación es irreversible. Fue increíble que el Presidente el 24 de marzo saludara efusivamente al gobernador Manuit de Guárico, contra quien pesan graves acusaciones por violación de los derechos humanos. Este gobernador estaba siendo investigado por la Asamblea Nacional y era candidato fijo a revocársele el mandato, pero con su ingreso al PSUV de la mano del Presidente, ha salvado su pellejo.
Pero hay dos elementos esenciales que a mí y numerosos dirigentes sindicales nos han quedado claros en los últimos tres meses y que nos han llevado a la decisión de no vincularnos al PSUV, y dar la batalla desde afuera. La primera de ella es la intención de vulnerar la autonomía sindical. El Presidente ha catalogado la lucha por la autonomía sindical como una herencia de la IV República y se apresta con sus ministros a pasar por encima de este derecho sagrado de los trabajadores y sus organizaciones sindicales.
Y el segundo elemento es la intención de construir un partido policlasista, donde convivamos explotados con explotadores. Ha dicho el Presidente que los ricos deben aportar parte de sus riquezas para un fondo destinado a combatir la pobreza. Con esa idea, lo que se pretende construir es una gran ONG, una fundación de beneficencia, de caridad y de limosna para los pobres, no un partido revolucionario que tenga por misión expropiar a los bandidos explotadores y conducir a los trabajadores y el pueblo a la toma del poder.
Hace poco, buena cantidad de dirigentes sindicales estaban convencidos que la FBT era la responsable de que no se respetara la decisión de hacer las elecciones, como lo determinó el II Congreso de la UNT. Sin embargo, a partir del 24 de marzo, a esos dirigentes les ha quedado claro que no es un problema del ministro del Trabajo o de la FBT, sino una política oficial, porque es el propio Presidente quien se opone a la autonomía sindical y califica erróneamente a quienes defendemos ese principio, como contra-rrevolucionarios.
Otro tanto sucedió el pasado 1º de Mayo. A pesar de las profundas diferencias que tengo con Marcela Máspero, yo me solidarizo con ella y rechazo la forma en que el Presidente la criticó ese día. Chávez prefirió defender al Ministro del Trabajo que se ha aliado con los sindicaleros golpistas en la industria petrolera, y no a quienes estamos proponiendo que sean los sindicatos legitimados mediante procesos electorales democráticos los que negocien el contrato petrolero. Esto pone en evidencia que no se trata de que el Presidente está mal asesorado o el problema son los que lo rodean, es la política del gobierno que él encabeza. Esa es la realidad que los trabajadores están observando.
Por esas consideraciones, pienso que mi actuación política tiene que ser honesta y coherente. Si yo estoy todo el tiempo enfrentando a los patronos, públicos y privados, no puedo ser parte de la misma organización, ni considerar como camaradas, a quienes explotan a los trabajadores o desconocen los derechos y la autonomía de sus organizaciones.
Fuimos previsivos en enero cuando acordamos propuestas complementarias que nos blindaran de los peligros reales que corríamos al intentar participar en la discusión del PSUV. Hoy con toda autoridad y honestidad le podemos decir a nuestros compañeros que tuvimos la mejor actitud para participar, pero no se dieron las condiciones mínimas. El PSUV sigue reclamando disolución de las organizaciones, no se permite el derecho a las tendencias, se abrieron las puertas para que entraran corriendo los burócratas, los corruptos, los empresarios, los terratenientes y reconocidos adecos y copeyanos disfrazados de chavistas. El programa que se está confeccionando con el accionar diario del gobierno no va en dirección del socialismo, y se descalifica a los revolucionarios que no quieren incorporarse al proyecto. Por todas estas razones considero que está agotada la posibilidad de ingresar al PSUV, razón por la cual los trabajadores y los sectores revolucionarios que no ingresamos a ese proyecto debemos reunirnos para fijar una posición y sobre todo para presentar una propuesta alternativa.
Entendemos que algunos miembros de C-CURA se incorporarán al PSUV, ¿de acuerdo a las caracterizaciones que vienes haciendo sobre el gobierno y la situación política, esto no podría generar situaciones que afecten la unidad de la corriente clasista que encabezas al interior de la UNT?
Ya te decía previamente que en C-CURA habíamos establecido ciertas condiciones básicas para entrar al debate sobre un eventual ingreso al PSUV, sin embargo, a pesar de que la mayoría de estas condiciones que acordamos en un plenario nacional que realizamos en enero no se están cumpliendo, algunos camaradas de nuestra corriente, incluidos algunos que también son dirigentes del PRS, han decidido ingresar al PSUV. En este punto, sin embargo, es importante aclarar algo. Nosotros, aunque consideramos equivocada la orientación de los compañeros integrantes de C-CURA que ingresarán al PSUV, y la que, por supuesto, no compartimos por todas las razones que he venido exponiendo, les hemos dicho que respetamos su decisión y la experiencia que realizarán, y que para nosotros en este momento lo fundamental es mantener y defender a toda costa la unidad de nuestra corriente clasista al interior de la UNT, para seguir dando juntos la pelea por la defensa de la central y de su autonomía e independencia política, así como por la realización de elecciones democráticas en su seno, este mismo año, como bases fundamentales en la defensa de los derechos de los trabajadores que vienen siendo violados sistemáticamente por patronos públicos y privados. Creemos que es posible mantener esa unidad sobre la base de los principios que antes te mencionaba, y de los puntos programáticos que establecimos en febrero del pasado año cuando conformamos C-CURA, que sin duda, es una gran conquista del clasismo al interior de la UNT.
Antes hablabas de una propuesta alternativa al PSUV, ¿Qué has pensado al respecto?
Estamos estudiando los documentos de varios partidos y agrupaciones que al igual que nosotros, han tomado la decisión de no vincularse al PSUV. De esos materiales, hemos extractado al menos cuatro coincidencias importantes. La primera de ellas es la defensa de la autonomía de las organizaciones populares, llámense sindicatos, ligas campesinas, consejos comunales, organismos estudiantiles, culturales o de género. El segundo, es recalcar que el partido que se necesita construir en Venezuela, tiene que estar blindado contra el ingreso de burócratas, corruptos y explotadores. Empresarios o terratenientes socialistas no existen; patrón es patrón y su misión es explotar la fuerza laboral. El tercero, es que nos sigue orientando el rumbo socialista, entendido como la lucha por un proyecto económico y social que elimine la propiedad privada, acabe con la explotación del hombre por el hombre, expropie y socialice los medios de producción. Y en cuarto lugar, entendemos que la lucha por el socialismo es una batalla difícil y que se requiere una profunda revolución social, ya que no habrá transición pacífica en la que los explotadores y el imperialismo entreguen de buena manera sus propiedades.
Creemos que podemos presentar al país una propuesta que se cimiente sobre esos cuatro asuntos. Una fórmula muy elemental y muy apresurada que se me ocurre, ya que no lo hemos discutido todavía en profundidad, podría ser el llamado a la construcción de un Partido Independiente de los Trabajadores y el Pueblo, que defienda la autonomía de las organizaciones populares, que luche por el socialismo y prepare a los venezolanos y las venezolanas para la lucha por el poder para instaurar un gobierno de los explotados, sin burócratas, corruptos, capitalistas ni terratenientes.
Estas son algunas ideas que estamos pensando, pero que queremos debatir con los trabajadores y todos aquellos revolucionarios que no van al PSUV, pero quieren organizarse para mantener viva la llama de la lucha por el socialismo.