Este año caducan algunas licencias televisivas en poder de la red mediática más grande del país, la Comisión Ejecutiva Nacional del partido pide una discusión democrática sobre la renovación de los espectros.
Sin dudas, la decisión soberana del presidente de Venezuela Hugo Chávez de no renovar la licencia televisiva a Radio Caracas Televisión (RCTV) abrió un debate regional sobre el funcionamiento, la propiedad y las concesiones de los medios masivos de comunicación. Ahora es el turno de Brasil. Ahora es el turno de TV Globo.
Fue en el hermano mayor del Mercado Común del Sur (Mercosur) donde la Comisión Ejecutiva Nacional (CEN) del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) aprobó una resolución por la que solicita una audiencia con los ministros Luiz Dulci (Secretario de Presidencia), Hélio Costa (Comunicaciones) y Franklin Martins (Comunicación Social) para defender una discusión democrática sobre la concesión de lo espectros y el modelo de gestión de la, hasta ahora por crear, red de televisión pública.
En el documento, la CEN también informa que el PT pedirá a la bancada partidaria en el Congreso que haga gestiones en el sentido de que se revean las actuales concesiones de los canales de radiodifusión.
Por otra parte, el texto aboga por la creación de una Conferencia Nacional de Comunicaciones (CNC) «amplia» con la participación del Gobierno, empresarios y la sociedad civil para a su organización.
Para el PT, la CNC «tiene que comprender un sistema de acompañamiento de programación, que permita diferentes formas de participación y validación del contenido transmitido, creando comisiones de usuarios por programas y una comisión general para cada emisora».
Además, según la información, la Conferencia, una vez instituida, solicitará a los funcionarios con responsabilidad en la materia informaciones oficiales sobre como será definida la gestión de la nueva red de TV pública, en particular a partir de la noticia de que será hecha por un consejo indicado por el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.
La Red es en un proyecto en el que Da Silva se ha embarcado y con el cual tratará de calmar los ánimos de aquellos, propios y extraños, que lo critican desde una posición de izquierda. Según lo prometido, el sistema contará con un presupuesto anual de 175 millones de dólares.
La publicación aparece un mes antes de que venzan concesiones de importantes emisoras brasileñas, entre ellas cinco señales propiedad de la TV Globo -también conocida como Red Globo-, el conglomerado televisivo más importante, poderoso e influyente del país, propiedad de la familia Marinho, que maneja casi cien emisoras, entre propias y asociadas. También se esperan para esa fecha fuertes movilizaciones, que preparan movimientos sociales y entidades del campo de la comunicación.
Aunque suele usarse como sinónimos, la TV Globo, forma parte de Organizaciones Globo, un emporio que maneja canales de televisión, radios, diarios -como el famoso O Globo, de Río de Janeiro-, sitios web y hasta bancos y negocios inmobiliarios.
Según el Forum Nacional por la Democratización de la Comunicación (FNDC), caducan este año, en total, los permisos otorgados a 28 emisoras así como de 153 canales de radio.
Esta iniciativa del PT, fuerza que junto al Partido Comunista de Brasil (PCdeB) y el Republicano (PRB) llevó a Da Silva a la presidencia, es un especie de contra ofensiva apuntada al centro neurálgico de la derecha brasileña, ya que la TV Globo es su nave insignia.
Según el cronista argentino Darío Pignotti, «Globo se ha tornado una suerte de partido de facto, a quien nadie votó, pero cuyos índices de audiencia le otorgan un extraordinario poder para fabricar escenarios políticos, imponer agendas y deponer (o intentar deponer) gobiernos. Globo es, de hecho, el principal partido opositor al gobierno petista».
También el reportero Paulo Henrique Amorim, responsable de un sitio web especializado en el análisis mediático comparativo, caracterizó a los principales medios como «vehículos de oposición al gobierno Lula».
Cabe recordar que hace casi cien días que el senado de Brasil, a instancias del opositor y liberal Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), aprobó en sesión plenaria un «apelo» por la reapertura de la privada RCTV, cuando Chávez sólo había hecho uso de sus facultades ejecutivas adquiridas mediante las urnas. Eso generó una controversia diplomática que por ahora enfrió la entrada formal de Venezuela al bloque regional.
Para el periodista radicado en San Pablo Daniel Zanini (h), la explicación estaría en que «muchos de los señores senadores que rechazaron la no renovación de la concesión a RCTV son ellos mismos propietarios de redes de televisión ligadas a la nuestra RCTV, o sea, retransmiten TV Globo; y son también propietarios de radios y medios de comunicación impresa y electrónica».
Entonces, como intuye que serán muy fuertes las presiones contra Da Silva para que acceda a una renovación automática de las licencias, el PT busca poner ese tema en la agenda pública para que no pase desapercibido; sin olvidar que puede leerse como una jugada de Da Silva para mostrarle a sus detractores hasta dónde es capaz de llegar.
Además, en la vereda del PT nadie olvida lo sucedido en las primeras elecciones presidenciales abiertas después de casi dos décadas de gobiernos militares. Corría diciembre de 1989 y Da Silva tenía que disputar el balotage con Fernando Collor del Mello, a quien aventaja en las encuestas. Días antes de los comicios, ambos candidatos acudieron a un debate en los estudios de TV Globo. La edición de ese encuentro que hizo la señal fue tan tendenciosa a favor de Collor de Mello, que pasó al recuerdo como la explicación de la derrota ajustada del obrero metalúrgico.
Más allá de lectura correcta, puede extraerse una reflexión que resulta tabú para el establishment mediático: la necesidad de un control ciudadano de los contenidos que atiborran las pantallas. Sería polemizar en qué medida expresa las demandas brasileñas populares una TV Globo – léase brasileñas y TV Globo como intercambiables para cualquier país de América Latina- que, como dice Zanini (h), «nos ofrece hasta hoy, a cincuenta años su malvada creación, una programación rastrera basada en sexo barato, novelas, Big Brothers, Xuxas, violencia y emburrecimento general e irrestricto».