En una coyuntura complicada, donde algunos de sus integrantes tendrán que comparecer ante la justicia por casos de corrupción y cuando el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva está empantanado y confundido, el Partido de los Trabajadores (PT) aprovechó su tercer Congreso Nacional para mostrarse cohesionado y ratificar su carácter «socialista, democrático y popular», […]
En una coyuntura complicada, donde algunos de sus integrantes tendrán que comparecer ante la justicia por casos de corrupción y cuando el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva está empantanado y confundido, el Partido de los Trabajadores (PT) aprovechó su tercer Congreso Nacional para mostrarse cohesionado y ratificar su carácter «socialista, democrático y popular», según una de las tantas resoluciones aprobadas durante el evento.
Los presentes definieron al «socialismo petista» como una «convivencia armónica entre crecimiento y distribución de renta» y resolvieron convocar una Constituyente -que aún no tendría fecha- para hacer una reforma política que limite los gastos de campaña, mejore los niveles de representación y limite la duración de los mandatos.
Los camisas vermelhas también respaldaron lo realizado hasta ahora por Da Silva por los «extraordinarios avances que tuvo el país» desde 2002. Aunque muchas veces pronuncia su desacuerdo y marca diferencias con las políticas del mandatario brasileño, el PT suele reagruparse detrás de su líder y fundador cuando éste es atacado por la oposición.
«La unidad y cohesión partidaria son las principales victorias de este Congreso», destacó el presidente del PT, el diputado nacional por el estado de San Pablo Ricardo Berzoini. «Para un partido tan heterogéneo como el nuestro, el grado de unidad alcanzado no es poca cosa», amplió.
Para Berzoini, el entendimiento entre los delegados nacionales fue posible por que se mantuvo «un diálogo interno muy respetuoso con las posiciones divergentes».
Es que, si bien el PT comenzó siendo una fuerza de marcado corte obrero-sindical con influencia en el cordón industrial que rodea la ciudad de San Pablo -conocido como ABC paulista-, a medida que su estructura avanzó hacia el resto del país, las reivindicaciones mantuvieron cierto contenido contestatario pero fueron cruzadas por demandas específicas de cada región.
Por otra parte, Berzoini entendió que la presencia de Da Silva en el Congreso significó «un reencuentro con la militancia», aunque aclaró que el mandatario está en contacto permanente con los militantes del PT «que están esparcidos por todo el país, sumados a las luchas por el derecho a la tierra, la educación la salud, la vivienda y el medio ambiente».
En tanto, el diputado petista dejó en claro que «el PT sabe de sus responsabilidades» dentro de Gobierno de coalición de Da Silva, el cual está conformado por once partidos que ostentan uno o más ministerios dentro del gabinete nacional. «El PT no tiene un compromiso con la democracia, sino con una democracia económica, social y cultural, que permita incluir y hacer una nación digna», concluyó.
También resaltó que la redemocratización de Brasil se organizó a partir del PT y alrededor de la figura «emblemática de Lula». Berzoini se refirió asía la consigna «Directas ya», bajó la cual el PT movilizó a millones de personas en busca del sufragio universal de presidente, ya que hasta ese momento los jefes de gobierno se elegían a través de un colegió electoral de manera indirecta, y sólo los parlamentarios y gobernadores se sometían a votación.
Da Silva, que no participó de la apertura pero se hizo presente el sábado, proclamó «su orgullo de pertenecer a un partido que ha contribuido a los avances de Brasil rumbo a la dignidad, que ha jugado un papel destacado en las acciones más victoriosas de su gobierno y que está comprometido con los sectores sociales más excluidos».
Además, Da Silva advirtió que «el partido ha sido el más atacado por la reacción, que sobredimensiona los errores en que puedan haber incurrido algunos», pero insistió en que «el PT tiene una elevada autoridad moral, ética y política en este país».
«En política no podemos ser más duros de lo que somos, no podemos perder la sensibilidad, el compañerismo», resumió Da Silva al término de una exposición que duró aproximadamente una hora, durante la segunda jornada del Congreso, que tuvo lugar este fin de semana. Así, el mandatario de Brasil intentó cerrar desde el atril la posición partidaria sobre los comprobados casos de corrupción en que se vieron envueltos los hombres de su mayor confianza como José Dirceu y José Genuino.