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Organizaciones sociales destapan la imagen de la entidad

El publicitario compromiso social de CaixaBank

Fuentes: El salmón contracorriente

Las últimas campañas publicitarias de CaixaBank intentar proyectar una imagen de compromiso social en un banco denunciado repetidas veces por sus impactos sociales, desde el apoyo a la industria militar hasta el estímulo de la burbuja inmobiliaria o la gestión errónea de los desahucios. Así, la campaña «Imprescindibles» parece un nuevo punto álgido en esta […]

Las últimas campañas publicitarias de CaixaBank intentar proyectar una imagen de compromiso social en un banco denunciado repetidas veces por sus impactos sociales, desde el apoyo a la industria militar hasta el estímulo de la burbuja inmobiliaria o la gestión errónea de los desahucios. Así, la campaña «Imprescindibles» parece un nuevo punto álgido en esta carrera comunicativa, alineada a los frecuentes programas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o marketing con causa que los bancos han puesto en marcha recientemente para mejorar su imagen pública.

«Imprescindibles», una de las últimas campañas de la Fundación Bancaria «la Caixa», proyecto vinculado al grupo CaixaBank, nos recuerda de forma emotiva que muchas entidades sociales hacen un trabajo imprescindible. Y probablemente es cierto, pero resulta cuanto menos curioso que sea el propio anunciante, CaixaBank, el que ignore a estas entidades sociales en temas tan delicados como los derechos humanos o las guerras.

Sin ir más lejos, el pasado 28 de abril, activistas e investigadoras de la campaña «CaixaBank Sin Armas» intervinieron en la Junta General de Accionistas del banco para denunciar que CaixaBank habría destinado un mínimo de 87 millones de euros a empresas armamentísticas entre 2011 y 2015. Los informes, elaborados por el Centro Delàs de Estudios por la Paz, Setem, Justícia i Pau, el Observatorio de la Deuda en la Globalización y el Colectivo RETS, recoge préstamos de CaixaBank a empresas como Maxam, uno de los principales fabricantes y exportadores de explosivos y municiones en todo el mundo, granadas subacuáticas o bombas lapa. Maxam también es sospechosa de querer vender armas a lugares en conflicto como Siria o sus países vecinos y en República Centroafricana.

Además, CaixaBank tiene participaciones accionariales significativas en Indra y Oesia, empresas que desarrollan tecnología aplicada al sector militar. «Destaca por su amplitud y alcance, el entramado de participaciones accionariales en armamento de Caixabank» [1] , explica la campaña «CaixaBank Sin Armas». Pero como señalan las organizaciones que crearon esta campaña, todas estas inversiones van en desacuerdo con el propio Código de Valores Éticos y Principios de Actuación de CaixaBank: «estas participaciones accionariales de CaixaBank muestran una grave incoherencia con la Obra Social de La Caixa, el denominado «alma de la Caixa», y con el Pacto Mundial de las Naciones Unidas al cual se ha adherido», explican [2] .

Por otro lado, CaixaBank ha tenido un papel destacado, al igual que otros bancos y cajas de ahorros, en la crisis que estalla en 2008, tanto en el estímulo de la burbuja inmobiliaria como en la incorrecta gestión de los dramáticos efectos de la crisis. Así, junto a BBVA, Santander y Bankia, CaixaBank es una de las principales entidades que pusieron en marcha los procesos de ejecución hipotecaria y deshaucios en los años más duros de la crisis, señalan los informes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el Observatori Desc.

Sin embargo, los impactos sociales y medioambientales de las entidades bancarias se extienden a muchos otros ámbitos. Fernández Olit, De la Cuesta y Pardo, argumentan que el sistema financiero, «pese a la aplicación y suscripción de numerosos códigos y estándares», provoca «crisis en ciclos de 5-7 años, con graves perjuicios en cuanto al retroceso de derechos económicos y sociales de amplios grupos de población, que generalmente ven aumentado su nivel ya alto de vulnerabilidad, y sin que muchas veces se puedan aplicar medidas eficaces siquiera a nivel de los estados» [3] . Según estos autores, los 800 mayores firmantes de los Principios de Inversión Responsable de la ONU, suman 22.000 billones de USD, pero «además de realizar una declaración de intenciones relativamente inconsecuente, están condicionados por un mercado financiero global que supera el trillón de USD y que ha establecido unas reglas de juego con interconexiones sumamente complejas, altísima opacidad y aplicación de las teorías financieras neoliberales, de las que los 22.000 billones iniciales no pueden escapar.» [4]

Este mismo año, CaixaBank ha sido seleccionada como finalista de la categoría LAVADO SOLIDARIO de los Premios Sombra de Ecologistas en Acción, unos premios que justamente denuncian el lavado de imagen o la transmisión de valores antisociales a través de la publicidad.

Notas:

[1] Véase también el informe «La banca es la bomba» (SETEM, 2011). htttp://www.setem.org/media/pdfs/Informe_inversiones_explosivas.pdf

[2] http://www.caixabanksinarmas.org

[3] Fernández Olit, B., De la Cuesta, M. y Pardo, E. (2014). Principales impactos ambientales y sociales del sector financiero derivados de su negocio de banca comercial, banca corporativa y gestión de activos. Actas de las XIV Jornadas de Economía Crítica, Perspectivas económicas alternativas.

[4] Ibidem

Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?El-publicitario-compromiso-social