El realizador de «Bowling for Columbine», gran ganador en Cannes con su documental «Fahrenheit 9/11», sigue acusando a George W. Bush y revela presiones para que su filme no se estrene en EE.UU.
Un periodista canadiense lo mira a Michael Moore a los ojos y le dice: ¿Pensabas, hace quince años, cuando tratabas de que alguien fuera a ver tu documental Roger & Me en el Festival de Toronto que alguna vez ibas a ganar la Palma de Oro? Moore, con su traje negro, la transpiración todavía sobre la frente y la Palma de Oro que obtuvo en el Festival de Cannes por su película Fahrenheit 9/11 en la mano, lo mira y sonríe: «¿Quince años pasaron? -dice-. No lo puedo creer.
«Pocos pueden creerlo, en realidad. Hace sólo dos años, cuando presentó su documental Bowling for Columbine en Cannes, a muchos les sorprendía que figurase en la competencia. A diferencia de las hordas de fotógrafos y reporteros que siguieron sus pasos por la Croisette en estos días, uno podía entonces encontrárselo de paseo por esa misma avenida, dando la mano a cada curioso (periodistas inclusive) que pasaba a felicitarlo o, simplemente, a saludarlo, si alguno lo reconociera.
Este año fue diferente. Si tras el éxito de Bowling…, su premio Oscar, sus discursos y sus muy vendidos libros, ya era una celebridad antes de llegar, con las acusaciones cruzadas con Disney, Mel Gibson y toda la Casa Blanca y la posterior Palma de Oro algunos ya lo imaginan como el hombre que va a hacer perder la reelección al presidente George W. Bush.
«En realidad, no es la reelección sino la elección -dice el director, más obeso y con más barba que hace algunos años-. La anterior fue una total mentira.» Esa expresión marca también el punto de partida de Fahrenheit 9/11. Allí, Moore siembra dudas bastante lógicas sobre la plausibilidad del triunfo de Bush en el estado de Florida, gobernado por su her mano Jeb, el que finalmente le dio el triunfo electoral por decisión de la Corte Suprema.
Pero Moore no se detiene allí. Durante dos horas se dedicará a tomarle el pelo a Bush, a sus hombres y mujeres más cercanos (Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Condoleeza Rice), a acusarlos de tener secretos lazos económicos con la familia de Bin Laden (motivo por el cual nunca parecen encontrarlo por ningún lado), a mostrar cómo desviaron la guerra hacia Irak sin ningún sustento real y cómo intentan ahora aprovechar económicamente la desastrosa situación para «reconstruir» ese país que ellos mismos destruyeron.
Pese a lo claro y contundente que es su mensaje, el director trató de despegar al filme de la idea que es un trato político, acaso para no atemorizar al público de su país que huye despavorido ante la idea de ir al cine a ver un «sermón político».
Moore dice que «cuando hago películas quiero que la gente vaya a verlas, hacer algo disfrutable y entretenido. Quiero hacer la película que yo iría a ver un viernes a la noche. Quiero que la gente ría, llore, piense y coma popcorn. Claro que también me gustaría que después de verla sigan hablando de ella, pensando en lo que se dice».
¿Pero no te interesaría que la película pueda ser un factor a tener en cuenta por la gente a la hora de votar?
Yo quería decir algo acerca de cómo vivimos en mi país después del 11 de setiembre. Y quiero que los espectadores salgan del cine queriendo ser buenos ciudadanos. No estoy seguro de querer influenciar las elecciones, pero también sé que no tiene sentido estrenar esta película en Navidad (las elecciones en los EE.UU. son el 2 de noviembre).
¿Cómo se puede llegar a producir que las personas decidan tras ver Fahrenheit ser buenos ciudadanos?
Creo que será shockeante para los norteamericanos. Hay muchas cosas en el filme que nunca han visto, torturas a los iraquíes, escenas del frente de combate, la tristeza de los soldados y de sus familias. Son cosas que no dan en los noticieros de la tarde. Hay documentos secretos de Bush que fueron alterados, conexiones con la familia Bin Laden. Cuando se vea en mí país va a ser para la gente una revelación constante. Entenderán cómo se perpetró la mentira. Y cuando sepan, van a querer actuar correctamente, porque el pueblo norteamericano no soporta que le mientan, necesita saber la información.
La película se ensaña con Bush pero no toma en cuenta que no es el único responsable del ataque. Otros miembros de la «coalición», como Tony Blair o José María Aznar, salen mejor parados. ¿Por qué no hablás casi de ellos?
Lo que pasa es que soy norteamericano, y me parece que no me corresponde tratar esos asuntos. El mayor problema está en la Casa Blanca y que hay que arreglar ése primero. Lo que me molesta de Blair es que es un tipo inteligente. ¿Qué hace con Bush? Es la pareja más rara que vi en mi vida.
«La coalición de los decididos», como dijo Bush…
Fijate lo que pasó con los que trataron de advertirnos: Canadá, Alemania, Francia. Trataron de decirnos que estábamos equivocados, ¿y que hicimos? Los ridiculizamos. Es una vergüenza. Ellos son nuestros verdaderos amigos, los que te tratan de decir la verdad en la cara. Si no hubiese sido por los franceses, no existirían los Estados Unidos. Esa hermosa estatua que simboliza la libertad en Nueva York es un regalo de Francia. Y nosotros nos burlamos de ellos.
¿Por qué creés que la TV de tu país no muestra las imágenes de Irak que se ven en Fahrenheit
?Tendrías que preguntarle a NBC, CBS, ABC, Fox, CNN por qué no hacen bien su trabajo…
¿El filme no le habla a los que ya coinciden ideológicamente con tu punto de vista? ¿No va a ser difícil hacer cambiar de opinión al norteamericano medio republicano y conservador?
Mis películas en los EE.UU. no se distribuyen en las salas de arte. Van a los shoppings, a los multicines, alcanzan a un público mayor al que llegan la mayoría de los documentales. Hicieron una encuesta a la salida de Bowling… y el 70% de la gente decía que era la primera vez que veía un documental en el cine. Sé que la gente va a ir a verla. Miramax está comprometido a darle una distribución amplia en todas las ciudades del interior.
En un sentido es una secuela de Bowling…, muestra a qué nivel puede llegar la explotación del miedo y de la paranoia…
Es que es la misma idea. Se trata es de manipular a la gente hacia el odio social, racial. Acá ya es una histeria masiva, como quedó claro con el tema del antrax. Tratan de distraer a la población de lo que realmente está pasando. Fijate que, sin ningún tipo de pruebas, convencieron al 70% de la población que Saddam tenía lazos con Al Qaeda y poseía las benditas armas de destrucción masiva que hoy no aparecen. Bush y su gente tienen a la gente en un estado de miedo constante, y ellos entregan sus libertades a cambio de una ilusión de seguridad.
¿La amenaza terrorista es falsa?
No digo que no haya terroristas. Es un mundo peligroso, hay que tomar precauciones. Pero la forma de hacerlo de Bush es absurda.
La película deja en claro que ese tipo de conceptos («libertad», «democracia») no tienen nada que ver con los motivos reales de la guerra en Irak.
Ellos mandan a miles de jóvenes a la guerra para llenarse sus bolsillos y los de sus benefactores. Es inmoral. Bush, Cheney, Rumsfeld y todos ellos son inmorales. No hay ninguna misión noble.
Esta versión de Fahrenheit que vimos aquí, ¿es la definitiva?
Miramax nos dio dinero para actualizarla si hiciera falta. Desde ahora hasta el estreno tenemos cinco semanas para hacerlo. Puede que pase algo importante y haya que agregarlo. Pero no creo que haya grandes cambios. Y menos después de ganar la Palma de Oro. A ver si la arruinamos, todavía…