En vísperas de las elecciones iraquíes nadie puede afirmar que nos encontramos ante una situación normal. La coyuntura que rodea esta celebración no puede respaldar las teorías que impulsan la «normalidad» a través de esa celebración electoral. Violencia, ocupación extranjera, llamamientos al boicot, listas ocultando la identidad de los candidatos… y a pesar de todo […]
En vísperas de las elecciones iraquíes nadie puede afirmar que nos encontramos ante una situación normal. La coyuntura que rodea esta celebración no puede respaldar las teorías que impulsan la «normalidad» a través de esa celebración electoral. Violencia, ocupación extranjera, llamamientos al boicot, listas ocultando la identidad de los candidatos… y a pesar de todo se llevan adelante.
Lo cierto es que a pesar de la imagen predeterminada que nos venden en occidente, el puzzle electoral no está tan definido como se apunta. Así, si bien es cierto que algunas candidaturas están formadas en torno a una cierta homogeneidad religiosa o étnica, también es verdad que la presencia de diferentes listas hace que el voto dividido de esa forma no sea enfocado hacia una única alternativa.
Los favoritos
La Alianza Unida Iraquí, que agrupa a las principales organizaciones chiítas y que parece contar con el apoyo implícito del Gran Ayatolá al-Sistani, es una de las favoritas para alzarse con el triunfo. Entre las quince organizaciones o partidos que la conforman, destaca el Consejo Supremo par la Revolución Islámica en Iraq (SCIRI), al-Dawa, el Congreso Nacional Iraquí de Ahmed Chalabi y algunas personalidades independientes como el científico nuclear Hussein Shahristani. Esta lista se le conoce como «la casa chiíta» o la «lista de los clérigos».
Al-Qaimah al-Iraqiyah (La Lista Iraquí), es el bloque liderado por el actual primer ministro, Ayad Allawi y su partido, Acuerdo Nacional Iraquí. También está el Movimiento de Demócratas Iraquí del ministro de seguridad Qasim Daoud, algunos independientes y otros cuatro partidos. Su lema, «un liderazgo fuerte, una nación a salvo». Sus dirigentes son principalmente chiítas, pero de carácter secular.
Al Iraqiyun (los Iraquíes), formado por el presidente interino Ghazi al-Yawar y con el apoyo de algunas tribus y partidos pequeños. Busca el respaldo en ambas comunidades religiosas y étnicas. Algún miembro del Partido Islámico Iraquí, tras el boicot de éste, se ha incorporado al proyecto. Se especula que puede coaligarse con Al-Qaimah al-Iraqiyah tras las elecciones.
El Partido comunista Iraquí junto a otra pequeña organización de izquierdas, han conformado le Unión del Pueblo, y ha presentado una de las mayores listas de candidatos. Este partido, uno de los más poderosos en los años de la guerra fría, ha sufrido importantes escisiones y represión desde entonces, pero mantiene una organización por todo el estado.
También la lista creada en torno a las principales organizaciones kurdas aspira a obtener muy buenos resultados, favorecido sobre todo por el importante respaldo que sumará en el sur del Kurdistán. La Alianza Kurda reúne al PDK, al UPK, al Partido Comunista Kurdo,a la Unión Islámica Kurda, algún partido asirio o caldeo, y aspiran a vencer en las tres provincias del norte iraquí, al tiempo que demandan, de momento, mayor autonomía y la declaración de Kirkuk como ciudad kurda.
Otros actores
Tras esas candidaturas se sitúa todo un conjunto de candidatos independientes, coaliciones o partidos que aspiran a lograr algún puesto, aunque con escasas posibilidades en su mayor parte. Así los votos «seculares y liberales», ubicados principalmente en Bagdad se los disputan entre otras la Alianza de Demócratas Independientes de Adnan Pachani, el Partido Democrático Nacional de Nasir al-Chaderchi y la Alianza Democrática Nacional de Samir al-Sumaidai.
Los seguidores del Muqtada al-Sadr no se han decidido por ninguna candidatura oficialmente, algunos pueden acabar votando a la Alianza Unida Iraquí, mientras que otros pueden apoyar a la lista formada por el periodista y seguidor de al-Sadr, Fathallah Ismail, Cuadros y Elites Nacionalistas Independientes, con importante apoyo en al-Sadr city.
La Alianza Republicana Iraquí, del empresario Saad al-Janabi, busca el voto sunita y nacionalista árabe y de rechazo a la ocupación norteamericana. Pide la salida inmediata de las tropas de ocupación y un estado centralista, así como depurar a buena parte de los colaboradores.
Las fuerzas monárquicas se presentan también divididas. El Movimiento Monárquico Constitucional Iraquí, presidido por el primo del ultimo rey, Sharif Ali Bin al-Hussein, busca la restauración de la monarquía, y disputa los votos con la Alianza Hashemita Iraquí.
El Frente Democrático Árabe, dirigido por Hawwas al-Sudayd, defiende el carácter árabe del país y busca mantener el antiguo respeto entre las diferencias creencias. Rechaza trabajar con cualquiera que participe en las instituciones impulsadas anteriormente por los ocupantes.
También el voto turkmeno estará dividido entre las diferentes listas, como el Movimiento Turkmeno Nacional o Partido de la Hermandad Turkmena. Todos reivindican los derechos para el medio millón de turkmenos que viven en el sur del Kurdistán.
Los cristianos asirios también presentan diferentes candidaturas, la Coalición Democrática de los Dos Ríos, Lista nacionalista de los Dos Ríos o la Alianza Nacional Asiria.
Finalmente algunas organizaciones kurdas también han decidido mantenrse al margen de las principales coaliciones, es el caso de Movimiento Yazidi por la Reforma y el Progreso de Amin Farhan Jijo (seguidores de u culto religioso muy antiguo) o los Faili (kurdos chiítas, que viven en Bagdad y en la frontera con Irán) que han presentado dos candidaturas, la Unión Islámica de los Kurdos Faili de Iraq y la Organización Kurda Faili Libre (que en coalición con el Partido Democrático Justicia y Progreso han formado la lista Justicia y Futuro).
Boicot
La mayoría de los medios presentan el llamamiento al boicot como la opción adoptada por los sunitas y sus organizaciones. Si bien es cierto que los principales grupos religiosos sunitas han hecho un llamamiento en ese sentido, también otro importante abanico de organizaciones laicas y nacionalistas, de izquierdas, así como ayatollahs e intelectuales se han sumado a esta iniciativa.
El Partido Islámico Iraquí, tras proponer un retraso en la celebración electoral ha decidido llamar al boicot de las mismas. Considerado el heredero de la rama iraquí de los Hermanos Musulmanes, es el partido religioso sunita mejor organizado en el país.
La Asociación de Clérigos Musulmanes también ha llamado al boicot de las elecciones. Esta asociación que reúne a las figuras más influyentes del sunismo iraquí han pedido ese rechazo mientras perdure la ocupación extranjera.
Pero también organizaciones como el Frente Nacional por la Unidad de Iraq, el Movimiento Árabe Nacionalista, el Frente Unido Nacional, el Frente Turkmeno Iraquí, el Partido Demócrata Cristiano Iraquí, el Bloque Islámico de Iraq o la Asociación de Mujeres Iraquíes, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos o la Unión de Juristas Iraquíes, se han sumado a ese llamamiento.