Según la teoría económica clásica del comercio internacional, el aumento de la productividad en los países centrales, con la consecuente reducción de sus costos de producción, llevaría a reducciones de los precios de sus productos exportados. Al mismo tiempo, los países periféricos, con menos capacidad de elevar su productividad, mantendrían elevados los precios de sus […]
Según la teoría económica clásica del comercio internacional, el aumento de la productividad en los países centrales, con la consecuente reducción de sus costos de producción, llevaría a reducciones de los precios de sus productos exportados. Al mismo tiempo, los países periféricos, con menos capacidad de elevar su productividad, mantendrían elevados los precios de sus productos exportados.
Así, para economistas como Adam Smith (1776), Jean Baptiste Say (18 03) y David Ricardo (1817), la especialización productiva conduciría al desarrollo espontáneo, generalizado y convergente de todos los países que participan del comercio internacional. Todo tendería al equilíbrio. Se garantizaría naturalmente la superación de las desigualdades entre las naciones y ocurriría la transferencia de las ganancias de productividad de los países avanzados hacia los países periféricos. Por lo tanto, lo más correcto y recomendable sería que los países subdesarrollados se especializaran en la producción de bienes primarios, en los cuales poseían ventajas absolutas o comparativas, dejando la industrialización a cargo de los países centrales. Una idea perfecta para cementar el libre mercado, la hegemonía imperialista inglesa y la libra esterlina como moneda mundial.
Desde el siglo XVII, muchos autores han presentado argumentos favorables al fortalecimiento de la producción nacional en contraposición al librecambismo. Las propuestas de los mercantilistas fueron pioneras en esse sentido; es pecialmente las contribuciones del napolitano Antonio Serra (1614), pasando por el francés Jean-Baptiste Colbert (1649) y por el inglés William Petty (1662). Todos, desde su perspectiva, plantearon políticas de estímulo y protección a la manufacturas locales. Con el perdón de las omisiones, pasados muchos años, en Estados Unidos, Alexander Hamilton (1791) presentó su «Relatorio sobre las manufacturas», contribuyendo para el fortalecimiento del pensamiento industrialista contra las ideas liberales inglesas.
Otros estadunidenses que aportaron de forma muy sigficativa fueron Henry Carey (1837) y Henry Clay (1850), este último como asesor del presidente Abraham Lincoln. Los trabajos del alemán Friedrich List en defensa de un Sistema Nacional de Economía Política (1841) en contraposición al liberalismo «cosmopolita» y globalizante inglés son resultado de su pasaje por Estados Unidos. Dicho país, pese al esfuerzo liberal para esconder la realidad, fue la cuna del industrialismo y del intervencionismo económico.
En 1926, trés años antes del estallido de la gran crisis, el inglés John Maynard Keynes publicó «El fin del laissez-faire». Ganaban fuerza las ideas de planificación e intervención estatal, ya aplicadas con reconocido éxito en la URSS desde algunos años antes. Casi al mismo tiempo, en Rumania, Mihail Manoilesco escribió «La teoría del proteccionismo y de la permuta internacional» (1929), presentando evidencias sobre los amplios benefícios de exportar bienes con mayor valor agregado e importar productos primarios.
Por nuestras tierras, a fines de los años 40 e início de los 50, surge el denominado «Estructuralismo Latinoamericano», basado en el pensamiento emancipador y latinoamericanista de Raúl Prebisch y Celso Furtado. Mezclando elementos e ideas de List, Man oilesco y Keynes, entre otros, se generó un instrumental teórico que analizaba la realidad de la región desde una perspectiva própia.
Se consolidó la idea contraria a la pregonada por la teoría clásica del comercio internacional. Es decir, los países perif éricos, especializándose en productos primarios, tienen desventajas en sus relaciones comerciales con los países centrales, productores de bienes industrializados. A lo largo del tiempo se reduce el poder de compra de bienes industriales por cada unidad de bienes primarios, concentrando en el centro los frutos del progreso técnico de los países periféricos. El camino apuntado fue la industrialización.
Pasados los años 80 y 90, de absolutismo del pensamiento neoliberal y de pesadillas globalizantes, es impor tante que se rescate y renueve el gran debate.
* Profesor de la carrera de Economía, Integración y Desarrollo de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA), Brasil.
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