Hay voces en la academia, la política, y los medios de comunicación que tergiversan los hechos del continente. Son parte de una propuesta de la derecha por imponer relatos maniqueos tendentes a despojar al sujeto de su memoria histórica republicana. Manipulan la realidad según convenga a sus intereses. En este horizonte dirigentes, estadistas, sindicalistas o […]
Hay voces en la academia, la política, y los medios de comunicación que tergiversan los hechos del continente. Son parte de una propuesta de la derecha por imponer relatos maniqueos tendentes a despojar al sujeto de su memoria histórica republicana. Manipulan la realidad según convenga a sus intereses. En este horizonte dirigentes, estadistas, sindicalistas o representantes de movimientos sociales caerán en el saco de lobos con piel de corderos. El mundo se presenta dualmente. El orden y el caos. La luz y la oscuridad. La economía de mercado y el estatismo comunista. La globalización y la autarquía. Paz y seguridad versus terrorismo e inseguridad. Se construye un lenguaje para atacar a las «hordas» antisistémicas y un itinerario cuya hoja de ruta es el aniquilamiento y la destrucción del diferente. Las armas utilizadas son el liberalismo doctrinal, el pensamiento conservador, la sociobiología, la desarticulación de la teoría, la pérdida de la centralidad política y el desánimo de la razón. Se presentan como un frente único para conquistar un nuevo edén. Sus imágenes son las buenaventuras del capitalismo y sus megaproyectos. Obras faraónicas de adoración y procesión transformadas en tótems para la satisfacción de los nuevos dueños del planeta. Urbanizaciones de lujo, campos de golf, torres de cientos de metros, etcétera. La felicidad completa, cuya máxima expresión se dibuja en levantar centros comerciales donde las personas puedan vivir en ellos. Son los auténticos nichos de la virtud del mercado. Extensiones donde encontramos hoteles, restaurantes, cines, entidades financieras, gimnasios, joyerías, agencias de viaje, supermercados… La imagen perfecta para la actual era del consumidor que vive en su interior adaptándose a sus códigos. Su personalidad se flexibiliza para adorar marcas comerciales de comida basura, prendas de vestir, coches, etcétera. En su interior se consolida la mutación del ciudadano al idiota social. Es el proceso de atomización y pérdida de identidad colectiva. La sustitución de la memoria social por el deseo de compra y autismo individualista. El retorno del Idión aristotélico.
En tal lógica, los políticos adscritos a este orden tratan de producir el mayor número de idiotas sociales posibles. Buscan dar continuidad al proceso. Los consumidores deben sentirse en un paraíso terrenal. En dicho mundo, las expectativas, los deseos, las esperanzas, los objetivos de cambio, y las depresiones se superan individualmente. El remedio es satisfacer la angustia por medio de la compra y venta de objetos disponibles en tiendas y en la imaginación. Si le acosan en el trabajo, si le despiden, si violencia de genero, si explotación de clase, si alienación social, no actúe colectivamente. No se proponga un proyecto alternativo de liberación, no critique el sistema. No aluda a los mecanismos de dominación. Solucione el problema por la vía individual. Presente una queja en la oficina del consumidor o vaya al centro comercial más próximo, cómprese una camisa, una corbata, tíñase el pelo y cambie de peinado. Dese algún gusto culinario y machaque el cuerpo. Chocolate, helados, una hamburguesa. Si está muy agobiado y necesita desfogarse termine haciendo yoga en el mismo centro comercial. Y en el medio plazo contrate allí unas vacaciones en playas exclusivas, con todo incluido, la fuente de la juventud. Tratamientos de última generación a precio de oro, en cómodas cuotas mensuales. Si tiene necesidades erótico-festivas piense en turismo sexual. África, Asia, Europa del este, América Latina, Oceanía. Los cinco continentes. No existe como ciudadano. No posee dignidad, ni memoria histórica, ni voluntad, es un consumidor. En definitiva su cuerpo es todo un amasijo para el mercado. Lo posee de manera integral, de los pies a la cabeza. Lo dicho también incluye a los pobres, recuerden a Hernando de Soto, el autor de Otro sendero y El Misterio del capital, el individuo más preocupado por ellos. Según su propuesta, pueden participar de la bacanal a su manera. Deben capitalizar su miseria. Su buenaventura consiste en pasear por los centros comerciales y proyectar su frustración deseando cambiar de estatus. Deben transformar su ahorro en bienes de capital. Sus céntimos conseguidos en los semáforos vendiendo baratijas Los vendedores de baratijas los convertirán en empresarios del mañana y los niños tragafuegos serán los dueños del Circo de Moscú. Deben proyectar su optimismo bajo el discurso de la igualdad de oportunidades y la movilidad social ascendente. Es el discurso ideológico de la perseverancia, acompañado de iniciativa y preparación, factores suficientes para romper el círculo de la pobreza. El gran mito del capitalismo que tan buenos resultados brinda a sus ideólogos y acólitos.
En esta situación se deben soltar lastres. No piense, déjese llevar por la ola del consumo y transfórmese en un consumidor responsable, obtendrá dividendos y vivirá relajado. Acepte con gusto los mensajes del mercado de las ideas. Créase a pies juntillas que un gobernante corrupto y mentiroso como el actual presidente de Colombia, Álvaro Uribe, es un demócrata ejemplar a pesar de las pruebas que lo vinculan con los narcotraficantes, los paramilitares y lo reconocen como responsable de la muerte de decenas de compatriotas. Piense en la inmaculada acción de gobierno de Salinas de Gortari y Zedillo en México y no en sus vínculos con la mafia y su participación en la represión en Chiapas o Acteal. Tampoco crea la verdad del origen espurio del poder del actual presidente Felipe Calderón. Acepte que hubo irregularidades, no fraude, eufemismo para no caer en la degradación mas absoluta. Sólo superada por la designación del secretario de Gobernación, que usó pasaporte español, urdió la trama para manipular la partida de nacimiento de sus padres, pero continúa en el cargo. Sin embargo, se definen portadores de la moral del mercado, que no es otra que la del idiota social, por ello han perdido la dignidad y la condición de ciudadanos. Han decidido borrar su conciencia. Proyectan el paraíso del consumo como la nueva solución final. La actual política consiste en fundar un orden con gobernantes mediocres de pensamiento sistémico. Plutócratas manipulables por quienes manejan los hilos del poder real se muestran sumisos ante el fuerte y acaban humillados y sodomizados en el mercado. El imperialismo lo sabe, transformados en idiotas sociales son presidentes o líderes de la oposición de la política de arriba.