Las elecciones europeas del 25 de mayo en el Estado español han sido un terremoto político que ya se ha cobrado varias «víctimas» relevantes. Lo más destacado es la derrota aplastante del gobierno del PP, el rechazo social a su política que demuestra que ha perdido el apoyo social y que está en La Moncloa […]
Las elecciones europeas del 25 de mayo en el Estado español han sido un terremoto político que ya se ha cobrado varias «víctimas» relevantes. Lo más destacado es la derrota aplastante del gobierno del PP, el rechazo social a su política que demuestra que ha perdido el apoyo social y que está en La Moncloa de precario. No sólo eso, el PSOE ha sufrido una derrota histórica que le sitúa en sus momentos más bajos, demostrando que la línea continuista de colaboración con el PP en el sostenimiento del sistema, salvaguardando el régimen del 78 en lo político y los intereses de las grandes empresas y capital financiero en lo económico, les conduce a la pérdida de apoyo entre sus electores y el descontento de su militancia.
Los resultados de las elecciones muestran un claro giro a la izquierda en el ambiente de la sociedad y una prueba clara de ello es la potente irrupción de Podemos, que todo indica que va a más si es capaz de consolidarse, y que junto a la subida de IU dibujan un escenario totalmente distinto, sobre todo en la izquierda.
Después de décadas de estabilidad presidida por el PSOE y el PP, el mapa político ha sufrido una serie de cambios a través de los cuales se empieza a reflejar lo sucedido en la sociedad, como consecuencia de la crisis económica en los últimos 6 años y, sobre todo, por las movilizaciones en los últimos tres.
A diferencia de las situaciones «normales», donde los procesos electorales se limitan a ser una foto fija de la situación, en este caso se ha producido no sólo el reflejo de los cambios operados en el último periodo, sino que además interactúa con el ambiente social, profundizando el proceso.
Sentimientos como el hastío, la desorientación, la desmoralización, o el entusiasmo y el deseo de cambio, se han manifestado en la actitud electoral de distintos sectores de la sociedad. Estos resultados han ayudado a sacar a la superficie los procesos profundos de transformación de la conciencia que se están operando en las clases sociales.
Por un lado, la crisis; el paro masivo sin alternativa, el desastre de la vivienda, la precariedad y la vuelta a la emigración de los jóvenes, el descenso de los salarios, los recortes en los servicios públicos y en los derechos democráticos… han tenido como consecuencia una pérdida masiva de confianza en aquellos partidos más identificados con la gestión y la defensa del sistema. La pérdida de más de 5 millones de votos entre el PP y el PSOE lo demuestran de forma tajante rompiendo un panorama, que parecía inamovible, en el que ellos controlaban prácticamente toda la vida institucional.
La derecha recibe un varapalo
El Partido Popular ha sufrido un fuerte varapalo con la pérdida de casi 2,6 millones de votos. Ni UPyD, ni Ciutadans, ni Vox, que han recogido parte de ese voto, compensan esa pérdida, buena parte de la cual ha ido a la abstención. Podrán decir que han ganado, pero saben que han sufrido un duro golpe.
Cuando el PP ganó las últimas elecciones generales dijimos que ese triunfo se transformaría en poco tiempo en su contrario, y hoy están perplejos porque ven en peligro todas sus mayorías absolutas y no sólo por el avance de la izquierda sino, también, debido a la división de su voto. El punto fuerte del PP durante muchos años, y que ahora se resquebraja, había sido mantener unido el voto de la derecha. Pero ahora no sólo pierde votos a UPyD, Ciudadanos,… sino que se pueden observar los primeros síntomas de polarización en este sector del electorado al surgir una formación claramente a su derecha, como Vox, que en algunas zonas, Madrid capital por ejemplo, es más que una anécdota al obtener un 4,19%.
Se profundiza la crisis del PSOE
El PSOE pierde 2,5 millones de votos, una barbaridad para un partido que lleva más de dos años en la oposición. Pero es evidente que este retroceso expresa tanto el rechazo que en su propio electorado provocó la gestión de Zapatero como el que ha provocado la leal y escasa oposición de la dirección encabezada por Rubalcaba a las políticas del PP. La crisis interna se ha desatado. Dimisión del Secretario General y de su homólogo en el País Vasco, escisión en el PS de Catalunya, división en el grupo parlamentario por el tema de la sucesión real, enfrentamiento de las Juventudes Socialistas por el tema republicano… El pronunciamiento monárquico de la dirección ya está agudizando las divisiones internas y si la sucesión de Rubalcaba se resuelve con una imposición del aparato (aunque sea a través de primarias) se agudizarán aún más, cristalizando bloques con intereses diferentes. Si finalmente el PSOE se decanta por la vía que le están marcando Felipe González y otros voceros de la burguesía por un gobierno con el PP, la crisis que ahora vemos no habría hecho más que empezar.
Por otro lado, las movilizaciones; el 15 M, las dos huelgas generales de 2012, las impresionantes movilizaciones de las Mareas, las manifestaciones ante el Congreso, las Marchas por la Dignidad, el movimiento pro-independencia en Catalunya… han ido teniendo un efecto en la conciencia de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras que se ha visto traducido en el voto. Hay un giro a la izquierda en la situación. Mientras las distintas organizaciones políticas de la derecha sólo logran sumar el mismo voto que sacó el PP en 2009, de hecho sumando a toda la derecha tiene 1,25 millones menos que en 2009, la izquierda, tomada en su conjunto, tiene millón y medio más de votos que tuvo el PSOE en 2009. La izquierda tiene un voto que ronda el 49% del voto emitido, frente al 42% de la derecha.
Sin embargo, la derecha no caerá sin una alternativa de izquierdas capaz de movilizar en todos los terrenos, también el electoral, a la mayoría de la clase trabajadora y de la juventud. Ese proceso ha empezado. Las marchas por la dignidad del pasado 22 de marzo, han cobrado expresión política incluso en una nueva fuerza de izquierdas, expresando una necesidad.
Lecciones para Izquierda Unida
IU ha multiplicado sus votos por 2,66. En algunas zonas el crecimiento es exponencial y justifica el ánimo y optimismo de la militancia. Hay zonas en las que el aumento del voto es espectacular como es el caso de Canarias, Galicia o La Rioja multiplicándose por 8,1, 7,1 y 4,1 respectivamente. No es ninguna exageración decir que este resultado abre una oportunidad histórica a la izquierda, y especialmente a IU. Pero reconocer el avance (que aún nos deja lejos de los dos millones y medio de votos de las europeas del 94), no puede ocultar otra realidad que debemos analizar con sobriedad: no hemos sido capaces, en la situación más favorable imaginable desde el punto de vista electoral, de ser el principal cauce de expresión del movimiento que se ha gestado en la sociedad en los últimos años, y en algunas zonas es el resultado es más que alarmante frente a Podemos. Tan solo hay cuatro Comunidades en las que el aumento del voto ha quedado por debajo de la media del multiplicador 2,66, pero son claves: Andalucía, Catalunya, Madrid y Extremadura.
Debemos ser capaces, en el debate en IU, de analizar los resultados libres de prejuicios, no para justificarnos, sino para aprovechar la oportunidad que tenemos delante. Debemos evitar los análisis que le echen la culpa al empedrado: «podemos ha sido apoyado por los medios de comunicación», «era una operación contra IU»… o cosas por el estilo. Veamos la propia responsabilidad de IU, en no haber sido capaces de atraer a esos cientos de miles de personas (se dice pronto, 1.240.000 votos) que no han confiado en nosotros. Seríamos unos irresponsables si no nos preguntamos el porqué.
Siendo claramente autocríticos, nos ha faltado vitalidad democrática en nuestra propia organización. No hemos mostrado la combatividad política que pudiera ilusionar a esa nueva capa de activistas que está buscando una alternativa.
Si el mensaje de la «casta» de Podemos ha calado entre muchos activistas, es porque en las fuerzas de la izquierda sindical y política existe un enorme aparato burocrático que defiende sus intereses particulares por encima de los intereses de la clase trabajadora. IU no es ajena a esa realidad. El mero hecho de que hayamos sido incapaces de organizar unas primarias entre los afiliados para elegir la candidatura a las europeas, evidencia el enorme lastre burocrático que aún arrastramos.
En particular, que Podemos nos aventaje como fuerza política en Madrid, pone en evidencia el anquilosamiento organizativo y político de nuestra organización en esta Comunidad. A base de poner la «mano en el fuego por Moral Santín» y de que destacados dirigentes de IU denostasen el 15-M y defendieran que los coches oficiales «son herramientas de trabajo», hemos ido levantando obstáculos para aprovechar la labor que muchos compañeros han hecho en la movilización, incluido en el 15-M. Cuantas veces hemos oído «vosotros soy muy majos, pero vuestros dirigentes…». El viejo aparato está siendo un obstáculo para el crecimiento de la organización, pues existe una desconexión entre lo que hace la militancia y lo que hace la dirección, que es necesario romper. La negativa a permitir a los afiliados de la ciudad de Madrid dirigir la política municipal y elegir la candidatura al Ayuntamiento, han sido comportamientos que han desalentado a la militancia de IU y que han alejado a muchos activistas de nuestra organización. Ya no nos lo podemos permitir más tiempo.
Igualmente, nuestra participación en gobiernos como el de Andalucía no permite que nuestra fuerza se diferencie suficientemente del PSOE a los ojos de buena parte de los activistas, ya que nos hace aparecer como cómplices de las políticas de recortes sociales. De hecho, el más beneficiado por nuestra participación en el gobierno ha sido el propio partido socialista, que ha conseguido el mejor resultado de todo el Estado. Le hemos ayudado a recuperarse dándole un crédito de izquierdas.
Desde luego, actuar como en Extremadura no es la alternativa, pues nadando entre dos aguas lo único que conseguimos es ahogarnos. La condición previa es demostrar que somos los más consecuentes adversarios del PP y, sin permitir gobiernos del PP, tampoco participar en gobiernos que hagan recortes.
Igualmente, nuestro apoyo acrítico a las direcciones de UGT y CCOO cuando éstas no se implican en respaldar con todas sus fuerzas el levantamiento de una alternativa de izquierdas, sino que orientan toda su política a volver al pacto social con el PP, también nos aleja de buena parte de los activistas. Es inadmisible que Ignacio Toxo y Cándido Méndez se reunieran en vísperas del 22-M con Rajoy, en un acto que sólo buscaba dar un balón de oxígeno al Gobierno. Debemos ser capaces de diferenciar nuestro apoyo a los sindicatos de clase, más necesarios que nunca, de la política que aplican sus dirigentes, la cual tenemos el derecho y el deber de criticar.
La eclosión de Podemos
Es una obviedad que existe siempre un período de tiempo, más o menos largo, desde que se produce un acontecimiento económico, una crisis, en la sociedad y su traslación a la conciencia de las masas. Ha hecho falta un largo período para que la profunda crisis económica se muestre en las conciencias como crisis política y social que afecta al propio sistema.
Pero ahora la crisis de la sociedad está teniendo un ritmo más rápido de lo que parecía, se produce una transformación de la conciencia de mucha gente que buscan una alternativa y ahí, como IU, sólo hemos sido capaces de llegar a una parte, otros muchos rechazan todo aquello en lo que no confían. Esta es la explicación de la eclosión de Podemos y de que en una sola convocatoria electoral haya alcanzado el 8%. Una parte de su voto viene del PSOE e IU. Un 56%, según una reciente encuesta, de sus votantes lo habían hecho por PSOE o IU en 2011. Pero también han animado a votar a un sector de activistas que de no haberse presentado probablemente hubiesen acabado absteniéndose.
El mérito de «Podemos» es haber captado esa situación (aunque ellos mismos están sorprendidos), pero no se trata de que lo hayan hecho muy bien, simplemente se han puesto en el sitio adecuado en el momento adecuado. Y es un fenómeno que va a más como lo prueba el hecho de que ya hay encuestas que le dan a Podemos entre el 14 y el 15% en unas elecciones generales lo que podría suponer entre 32 y 58 diputados.
Una oportunidad para Izquierda Unida
Aunque Podemos no es un modelo a imitar por IU, de hecho aún está en desarrollo, tiene una virtud que nos puede ayudar y es que señala nuestros puntos débiles. La clave para que IU pueda aprovechar la gran oportunidad que se le ha presentado es entender que ha habido un movimiento tremendo en la sociedad, expresado el 22-M en las Marchas de la Dignidad y que, parafraseando a Rosa Luxemburgo, no hemos sido capaces de convertir la movilización en organización.
¡¡Lo más importante es que la oportunidad sigue abierta!! El PSOE está inmerso en una tremenda crisis y nosotros hemos crecido. Pero no va a ser una oportunidad eterna y sin rivales, tenemos un plazo breve, de aquí a las generales. Por eso lo urgente no nos debe apartar de lo importante: un debate sereno participativo y en profundidad
Como siempre, si hacemos un análisis debemos ofrecer una alternativa. Y en este momento, más que nunca, la lucha no es por «aumentar la representación institucional» de IU, sino por dar cauce a un movimiento que demuestra que sería capaz de transformar la sociedad.
Así, nuestro objetivo primordial debe ser el de dar un nuevo impulso a la movilización, que es el factor determinante que ha colaborado a cambiar el ambiente social.
Al tiempo, reivindicar el papel de IU, y poner la casa en orden hasta ser ejemplo de democracia interna y, solo como consecuencia necesaria y complementaria de estas dos tareas: La búsqueda de una alianza desde la propia base del movimiento que permita crear un referente que ilusione y haga crecer la potencialidad de un mayor crecimiento de la alternativa de un gobierno de izquierdas.
Para ello, primero necesitamos hacer de IU una fuerza plenamente democrática, que lo sea y lo parezca. No se trata de hacer primarias mediáticas o a base de redes sociales, sino que de que la militancia tenga capacidad real de decidir la política y la actuación de la organización: decidiendo la política cotidiana, aprobando los programas y eligiendo las candidaturas. Y, segundo, siendo capaces de poner sobre la mesa un programa capaz de acabar con las políticas de recortes y cambiar la sociedad, que no sea elegir el mal menor frente a la política del PP.
La oportunidad de la reivindicación de la República, vinculada a una posición de clase, frente al régimen del 78 y como palanca del proceso constituyente. Una campaña no sólo en la calle sino en todas las instituciones donde estamos, desde ayuntamientos a parlamentos, pero con fuerza, que se nos oiga, no algo formal sino que tenga repercusión en la sociedad. El rechazo al continuismo monárquico no puede limitarse a la reivindicación de un derecho democrático elemental, cual es la desaparición de un vestigio feudal, que sirve como fuerza de agrupamiento de lo más reaccionario de la sociedad. Debe ser también la lucha por el fin del régimen del 78, vinculándolo también al fin de los privilegios de las clases dominantes que nos arrastran a una situación degradante para la clase trabajadora y la mayoría de la sociedad.
En la calle se han ido forjando consignas como consecuencia natural de los movimientos sociales que se han desarrollado, contra los desahucios, contra los despidos, los recortes en el gasto público, la limitación cada día mayor de las libertades democráticas. Por ello, la monarquía está asociada a todas esas medidas reaccionarias del sistema y nuestra organización debe ser capaz de vincular la lucha por el fin del régimen monárquico a la lucha por el empleo, lo público, el impago de la deuda, las libertades democráticas…
Izquierda Unida debe trasladar al movimiento lo que el propio movimiento ha creado: Pan, Trabajo, Techo, Libertades y República, deben ser las consignas que llevemos en todas nuestras acciones para convertir esta lucha por un referéndum monarquía-República en un paso más en el crecimiento del movimiento por la transformación de la sociedad.
Incorporar a la lucha al movimiento obrero, los sindicatos, las AAVV… todo el entramado donde la militancia de IU puede tener un peso decisivo y que, después de las huelgas generales se ha mantenido al margen, salvo sectores concretos (Coca-cola, Bomberos, Basuras …). Una reedición del 22-M tendría que verse acompañado de una huelga general.
Emplazar a todas las fuerzas políticas y sindicales: a la dirección de UGT y CCOO, en primer lugar, a que se pronuncien contra la opción de un gobierno PP-PSOE y reclamen un gobierno de la izquierda, rompiendo relaciones con el gobierno del PP y exigiendo al PSOE que cambie de bando. Dirigiéndonos a su base social.
El espectacular éxito electoral de PODEMOS, y el gran avance de Izquierda Unida han anunciado que la pared de la presa del PP comienza a romperse, y que el muro de miedo, frustración e impotencia, se comienza a transformar en una gran marea de coraje, ilusión y fortaleza.
Pero aún nos queda un duro camino por recorrer. Sería una tragedia que dos organizaciones que han obtenido juntas el apoyo de más de 2.800.000 ciudadanos, y que en todo lo importante piensan igual, sus dirigentes se convirtieran en dos gallos de pelea por un mismo espacio político.
Las gentes de IU y PODEMOS no debemos consentirlo. Las agrupaciones de base de IU y los círculos de PODEMOS debemos juntarnos para conocernos, hablar, discutir, luchar y construir juntos una alternativa a la basura social del capitalismo.
Las condiciones objetivas, de crisis del sistema económico capitalista en Europa, van a ser favorables a una alternativa socialista. Nuestra tarea es subjetiva, es contribuir a crear la herramienta que dé cauce y eficacia a las aspiraciones de la clase trabajadora.
Alberto Arregui (Miembro de la Presidencia Federal de IU), Jordi Escuer (Miembro de la Presidencia de IUCM), Jesús Mª Pérez (Miembro del CPR de IUCM).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.