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El retorno de Chávez

Fuentes: larepublica.es

La llegada del presidente venezolano, Hugo Chávez, a su país después de la convalecencia postoperatoria en Cuba, en la que se le extirpó un tumor cancerígeno puso de manifiesto la relevancia de un presidente que no deja indiferente a nadie. Chávez es un comunicador nato, de enseñanza autodidacta, que se guía por ese olfato natural […]

La llegada del presidente venezolano, Hugo Chávez, a su país después de la convalecencia postoperatoria en Cuba, en la que se le extirpó un tumor cancerígeno puso de manifiesto la relevancia de un presidente que no deja indiferente a nadie.

Chávez es un comunicador nato, de enseñanza autodidacta, que se guía por ese olfato natural que tienen los campesinos de los llanos para expresar desde lo más profundo lo que se siente en cada momento.

Como un predicador evangélico sabe hablar a la multitud como si lo hiciese de uno en uno, generando un abrazo entre la masa que interactúa con él en los actos públicos y que se moviliza ante sus reclamos.

Odiado por los opositores por su incontinencia verbal, es incómodo para algunos mandatarios internacionales que ven en su amistad la necesidad del petróleo venezolano pero temen el contagio de transformación social que lleva su discurso.

En 1994 en el momento más crítico de la derrota de la rebelión, Chávez compareció ante los medios de comunicación, el mayor error que cometió Carlos Andrés Pérez, y declaró que lamentablemente no se habían alcanzado los objetivos por ahora, de esa manera prometía que la batalla continuaría.

Al salir de la prisión le ofrecieron ser candidato a diputado pensando de esta manera aquella formación política poder arrancar algunos votos de los descontentos populares con las consecuencias del impacto de la crisis económica.

Chávez rechazó la oferta, porque para conseguir un escaño no había capitaneado una rebelión y en una vieja furgoneta acompañado con los compañeros de milicia más fieles realizó una campaña electoral por todo el país, en la que bajó a las catacumbas con el pueblo para subir al poder.

Señalado como golpista por los gobiernos de la democracia neoliberal que campaban a sus anchas por el nuevo continente y como «milico carapintada» por los movimientos revolucionarios, era un apestado para todos.

Para todos, menos para Fidel Castro que una vez más demostrando luz larga lo recibió al salir de prisión en La Habana con honores de Jefe de Estado; durante varios días conversó con él observándolo con «mirada de águila», como reconocería más tarde el dirigente venezolano.

Fidel con su gesto manifestó que la mejor forma de vencer es apostando por la victoria, porque no hay nada menos revolucionario que quedarse paralizado ante la situación que se vive, por eso le dio su apoyo en un momento en el que el triunfo parecía imposible.

Pero Chávez ganó en 1998 y desde la correlación de fuerzas que existía en el país comenzó a transformarlo, con la ayuda de Cuba creó las misiones sociales y la cuota petrolera se redistribuyó para beneficiar a los más humildes de la población.

Durante la convalecencia en La Habana los continuos recuerdos en sus comparecencias públicas, a sus orígenes de militar nacido de las dificultades económicas que se forjó en los cuarteles, fueron guiños en momentos de incertidumbre hacia una fuerza armada que poco a poco se institucionaliza.

Cuando el golpe de estado de 2002 la gran clave del fracaso fue la empatía que el mandatario tenía sobre los oficiales intermedios con mando directo sobre la tropa y la solidaridad entre altos oficiales que vieron a Chávez antes como un compañero de armas que como presidente.

Ahora Chávez retorna a Venezuela con nuevas fuerzas y con más apoyos que antes, pero teniendo que enfrentar definitivamente algunos enemigos de siempre, tanto internos como externos.

En el seno de sus filas, los altos niveles de corrupción de gobernadores y alcaldes, que ejercen nueva política con viejas prácticas, hacen que le cueste votos y derrotas en las citas electorales en las que no se presenta Chávez directamente.

Mientras en el lado contrario, la oposición que aunque está descabezada y orientada desde Miami, cada vez gana más apoyos en el descontento social que generan los preocupantes niveles de inseguridad y delincuencia.

El mensaje que dio Hugo Chávez a los venezolanos en su retorno al país, desde el «balcón del pueblo» del Palacio Miraflores, fue su primer acto de campaña, en la que la cruzada por la vida será el mayor reto que afrontará, pero como siempre promete dar la batalla hasta la victoria.

Fuente: http://www.larepublica.es/spip.php?article24692