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Impeachment: “golpe suave” vs. Brasil, Latinoamérica y BRICS

El retorno de la derecha golpista en Brasil

Fuentes: Rebelión

Lejos de las apariencias, lo que sucede es como el juego de carambola a 3 bandas. Se trata de la estrategia estadounidense antilatinoamericana, que tiene por escenario inmediato a Brasil, con el golpe suave contra la presidenta Dilma Rousseff, pero que le pega a la integración Latinoamericana e indirectamente debilita a los BRICS (Brasil, Rusia, […]

Lejos de las apariencias, lo que sucede es como el juego de carambola a 3 bandas. Se trata de la estrategia estadounidense antilatinoamericana, que tiene por escenario inmediato a Brasil, con el golpe suave contra la presidenta Dilma Rousseff, pero que le pega a la integración Latinoamericana e indirectamente debilita a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en la zona.

En cambio, un dejo de ingenuidad asoma en Dilma cuando asegura incrédula respecto a cualquier posible injerencia extranjera entre los golpistas contra la presidencia que, sin embargo, atenta su gobierno, el proyecto de 12 años del Partido de los Trabajadores, el avance de la democracia y del pueblo brasileño porque el retorno de la derecha lo primero que busca es atropellar los derechos de las mayorías.

Valga aclarar que el enfoque de la geopolítica en la región no es nuevo, pero tampoco está muy presente entre los especialistas para orientar el análisis, como para apoyar de continuo a los dirigentes que están al frente de los destinos de nuestros países buscando vías alternas y permanecer alertas a las osadías del imperio estadounidense.

Pero geopolítica y prospectiva nos ayudan a dos cosas: mirar los acontecimientos locales en un contexto mundial, y colocar o evaluar el presente en función de lo por venir. El presente en su diversidad y el futuro conforme a las tendencias presentes, a las políticas aplicadas. Ambos sentidos, para comprender mejor el diario acontecer y proceder en consecuencia. La geopolítica y la prospectiva, pues, como herramientas para el análisis de la realidad latinoamericana y mundial.

Lo que estamos viendo en Brasil, y en general la región Latinoamericana, es una nueva ola de desestabilización que sin lugar a equivocarse estaría siendo promovida -cuando no orquestada- directamente por Washington, con la finalidad de golpear a las cabezas de playa o líderes visibles de la izquierda para retomar el control de países como Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia, por medio de las derechas locales siempre prestas a venderse al mejor postor.

«Golpe suave» de Brasil a Latinoamérica

Dilma Rousseff asegura que a los brasileños les basta y sobra para explicarse lo que está aconteciendo. Le asiste la razón, parcialmente. Porque en la actualidad global no hay acontecimientos en ningún país que ocurran libres de intervencionismos, y en el caso que nos ocupa, de Brasil existe el mayor grado de intereses para otros -imperialistas primero, con infiltración en asuntos internos-, comenzando porque es el país Latinoamericano más grande. Y lo que le suceda repercute en el entorno.

Decimos golpe suave -gato encerrado- en el sentido que lo propuso el estadounidense Gene Sharp, quien basa su tesis en la desestabilización de los países por la vía pacífica; o camuflada bajo el slogan de la «no violencia como arma política», razón por la cual durante los últimos 15 años tanto la OTAN como la CIA se han aplicado en la formación de líderes en golpes de Estado suave. Desestabilización a todas luces, encabezada por los forjadores de las guerras en todas partes del mundo.

Los golpes suaves se llevan a cabo bajo la complicidad de operadores títere, utilizando a partidos y ONG -para el tinte de legitimidad– pero con línea, capacitación y apoyos económicos de organismos externos, como la USAID (brazo financiero del Departamento de Estado) y NED (National Endowment for Democracy), que vienen a suplir a la chamuscada CIA (Agencia Central de Inteligencia) en la región. Regularmente políticos y empresarios de dudosa reputación están prestos a servir, más cuando cargan a cuestas denuncias por corrupción. Es la clásica derecha que ambiciona tener siempre el poder, y espera cualquier oportunidad para conseguirlo cuando no lo tiene.

El periodista francés Thierry Meyssan lo cataloga como sigue: «Una parte del proceso («golpe suave») se realiza a través de acciones no violentas y por otro lado se realizan acciones clandestinas muy clásicas. Lo original del asunto es que el proceso se basa en la división del pueblo, en poner a la gente una contra otra y el trabajo sucio es llevado a cabo por la gente de buena fe, pero que no se da cuenta que son manipulables y utilizados contra su propio país. Estos métodos fueron utilizados con cierto éxito en Serbia (año 2000), Georgia (2003), Ucrania (2004), Afganistán y Líbano. En este último lugar no funcionó por mucho tiempo y hubo intentos, como en Bielorrusia y Venezuela, donde fracasó».

Pero los Estados Unidos de América nunca quitan el dedo del renglón, como lo hemos padecido en América Latina durante décadas. Venezuela en 2002 (la primera intentona golpista contra Hugo Chávez, fallida), Haití en 2004, Bolivia (fallido) en 2008, Honduras en 2009 (que derrocó a Manuel Zelaya), Ecuador 2008 (errático contra Rafael Correa), Paraguay en 2012 que derrotó a Fernando Lugo; la desaseada manipulación electorera contra Cristina Kirchner en Argentina, que llevó al poder a Mauricio Macri (como dijo: «para evitar que Argentina sea Venezuela», ¡sic!).

«…No cabe duda alguna de que detrás de la estrategia de la supuesta ‘no violencia’ o de la ‘promoción de la democracia’ están los intereses de Washington. Fue en el año 1983 que este concepto fue creado y que luego fue instalado en gobiernos subordinados al poder imperial desde Sudamérica hasta el Cáucaso, en Asia», escribe la venezolana-estadounidense Eva Golinger.

Por su parte, la periodista argentina Stella Calloni califica los acontecimientos de Brasil peores que la llamada Operación Cóndor del pasado -los antecedentes de la CIA que Calloni conoce muy bien porque documentó los atropellos del dictadorzuelo Rafael Videla-, porque atenta contra la región Latinoamericana.

El llamado Plan Cóndor surgió a instancias de Estados Unidos entre las décadas de los 70 a los 90, en países como Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y en menor medida en Colombia, Perú, Venezuela y Ecuador, entre las botas de los militares de dichos países, muchos de ellos capacitados en el eje de la represión llamada Escuela de las Américas.

Pese al manejo clandestino del Plan Cóndor, sus efectos salieron a la luz. Se trató de combatir a los gobiernos subversivos del orden establecido, e incompatibles con los intereses de Washington, apoyándose en los dictadores latinoamericanos que hicieron el trabajo sucio de Washington con el anticomunismo asesinando a centenas de miles. Claro quedó, tan solo en Paraguay, cuando en 1992 se revelaron las cifras aterradoras de por lo menos 50 mil asesinatos, 30 mil desaparecidos y 400 mil encarcelados durante la dictadura de Alfredo Stroessner, entre 1954 y 1989, la más larga y una de las más temibles de la región.

La estela de sangre que regaron las dictaduras militares en calles y cárceles de dichos países -los testimonios sobran contra Pinochet en Chile- son muestra clara de ello; es decir, los golpes de Estado cuya estela de atrocidades fueron orquestados precisamente desde Washington por la CIA y sus cómplices pagados y al servicio de los presidentes gringos por lo menos desde Lyndon B. Johnson hasta George Bush padre (Henry Kissinger como secretario de Estado, temible orquestadorr).

La joya del imperio llamada Escuela de las Américas, fue establecida inicialmente en Panamá en el 46, los linderos de la Guerra Fría, luego trasladada al estado de Georgia en 1984, encubierta bajo el nombre de Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (SOA/WHONSEC, por sus siglas en inglés), ya en su momento calificada por Jorge Illueca -presidente panameño entre febrero/octubre de 1984- como «base para la desestabilización de América Latina» y un diario de ese mismo país la llamó «La Escuela de Asesinos».

El caso es que la antigua Escuela de las Américas hoy SOA, ha capacitado a miles de soldados latinoamericanos (61,000 en datos conservadores, puesto que se presume continua entrenando a casi mil soldados y policías cada año) en técnicas de combate, táctica militar y técnicas de tortura; para asesinar, violar, desaparecer, torturar, masacrar, etcétera a luchadores sociales, líderes sindicales, educadores, líderes estudiantiles, indígenas y campesinos en la región.

¿Se trata hoy del Plan Cóndor redivivo? Las estrategias podrán seguir siendo las mismas, pero no las tácticas han sufrido ajustes usando el agazapamiento para pasar desapercibidos usando mascaradas como ISAID y la NED. Los fines: seguir combatiendo aquellos gobiernos incompatibles con los intereses estadounidenses. Y los gobiernos progresistas de Venezuela, Argentina, Ecuador, Paraguay, Bolivia, son un pretexto para ellos.

Operación golpista

En Brasil no se estará operando el golpe «clásico», a decir del The Washington Post, porque no intervienen militares y por tanto «no hay un golpe militar», como tampoco «se utilizaron medios inconstitucionales o extralegales». Se refiere a la destitución de Dilma el 12 de mayo 2016. Incluso el «Supremo Tribunal reprocha a Dilma usar el término golpe». Pero lo ocurrido es un golpe contra la presidencia de Brasil, legítima porque se ganó con 54.5 millones de votos en 2014 para un segundo periodo, y lo que le sigue es una imposición.

Fue con la intervención del otrora vicepresidente Michel Temer, ahora flamante interino quien por cierto actúa como presidente electo por el voto popular, e intenta justificar lo injustificable aún bajo la complicidad del poder legislativo toda vez que el impeachment fue avalado por los dos poderes: 367 congresistas de 531 y 55 senadores de 77.

Pero es la fecha que no se ha justificado el delito cometido por Dilma, ni la razón por la que ha sido destituida. El señalamiento del presunto «desvío de recursos», con lo que el legislativo consiguió la suspensión de derechos a Dilma no aparece. Su pecado -se dice- fue un «atraso en el pago a los bancos», lo que presuntamente generó el «crimen de responsabilidad» así como la publicación de «seis decretos» para la «reorganización del presupuesto». El delito está en la Constitución, pero por ejemplo Fernando H. Cardoso (intelectual de la decepción, también presidente entre 1995 y 2002) publicó 120 decretos y nada pasó.

Contamos con el testimonio directo de Tereza Helena Gabrielli Barreto Campello, Ministra de Desarrollo Social y combate al Hambre en Brasil con Lula y Dilma, en una de sus presentaciones de visita por México la semana pasada para hablar del impeachment. Para ella la situación es «gravísima», porque los impulsores consiguieron sacar a Dilma del poder «a cualquier costo». Pero los pretendidos excesos son risibles.

Arrebatado el poder, la derecha encabezada por Temer -informante de la CIA en 2006, durante el gobierno de Lula-, se apresta para impulsar una ley con el fin de «desmantelar la política social», así como terminar con la seguridad social, reformar el sistema de pensiones, desaparecer el Ministerio del Movimiento Agrario que apoya a los agricultores más pobres y restarle recursos a los programas de educación, a decir de Campello.

Conforme a otras fuentes, Temer y su gobierno formado por corruptos -de 32 ministros, al menos 12 tienen señalamientos-, propone un nuevo programa económico a todas luces neoliberal e ilegítimo: imponer recortes a la educación, la sanidad, bajar salarios, congelar el gasto público, disponer del petróleo para empresas extranjeras (que solo puede hacerse con cambios constitucionales); urgido para entregar el petróleo a las energéticas gringas.

Qué decir de las revelaciones posteriores al 12 de mayo del diario Folha de Säo Paulo, que provocó la renuncia del senador e interino con Temer, ministro de Presupuesto y Planeación Romero Jucá, transcripciones donde habla con el executivo petrolero Sergio Machado sobre el juicio político a Ruosseff como único mecanismo para terminar con la indagatoria por corrupción Lava Jato, o lavado de dinero en la estatal Petrobras.

Es decir, más pronto que tarde el gobierno de Temer -pese a su interinato- se apresuró a iniciar en abril el proceso de privatización, con la intención de desmantelar lo conseguido en 12 años por los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT); revertir los cambios de la izquierda, contando con el apoyo de los empresarios y los grandes medios de comunicación como partícipes de la conspiración o el golpe suave contra Dilma.

También los errores cometidos por el PT afloran ahora, como reconoce la Magistrada Campello. Se trata de por lo menos: 1) ser tolerantes a la corrupción gestada desde la administración de Petrobras -funcionaros tanto de Lula como la propia Dilma-, con empresarios; precisamente Dilma no paró las investigaciones en este asunto; 2) el no emprender una reforma política de fondo desde el 2002, cuando el PT ascendió al poder; 3) no legislar en materia de medios de comunicación, para su democratización.

Luego entonces, si en un primer momento la derecha pudo aprovecharse del descontento de la población por el trasfondo de la crisis económica de los últimos años que Dilma no pudo superar, las manifestaciones ahora multitudinarias en contra de Temer y su gobierno de corruptos, no pararán.

La ingobernabilidad pronto estará sobre la mesa. El peligro es doble: un endurecimiento del régimen, con el espaldarazo de los estadounidenses, y que el arrebato del poder en Brasil, por esa misma vía sea utilizado por la derecha latinoamericana de otros países contra proyectos alejados de los intereses de Washington.

De Brasil a los BRICS

La trastada derechista brasileña que encabeza Michel Temer con toda su ilegitimidad, además de representar un riesgo político para la región genera un debilitamiento de los BRICS, donde con Brasil participan Rusia, India, China y Sudáfrica. Falta que igualmente Temer quiera sacar a Brasil del Mercosur, donde participan países de la región como Argentina, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia.

Como en Argentina, donde el flamante presidente Mauricio Macri se apresuró a caer en los brazos de los estadounidenses, Temer buscará cobijo para un proyecto a todas luces antipopular, como el anunciado ya.

La imposición del proyecto neoliberal, como se asoma ya desde las ventanas del Palacio do Planalto ocupado ahora por Temer, es entreguismo directo a las trasnacionales gringas. Falta ver qué procedimiento emplea para la entrega del petróleo. Puede ser un proceso fast track, algo que de plano desestabilizaría al país; pero cabe que como gobierno ilegítimo le apueste a ello.

Por el golpe a Rusia y en general los integrantes BRICS, es claro que Washington está de plácemes. Ni los gringos ni la OTAN saben cómo pegarle a Rusia, en los escenarios globales. Acá, en Latinoamérica, en tanto Temer siga en el poder, la población sabrá qué hacer con los infractores, con Dilma, el PT y la derecha servil a los intereses externos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.