I Decimos hoy una vez más con nuestro Comandante Infinito: «A la luz de la verdad y del tiempo nada se esconde, el mérito brilla y la maldad se descubre». Hace un año ya que el nombre de Simón Bolívar orbita sobre nuestro espacio, vigilante y tributario de los grandes e innumerables beneficios que nuestros […]
I
Decimos hoy una vez más con nuestro Comandante Infinito: «A la luz de la verdad y del tiempo nada se esconde, el mérito brilla y la maldad se descubre».
Hace un año ya que el nombre de Simón Bolívar orbita sobre nuestro espacio, vigilante y tributario de los grandes e innumerables beneficios que nuestros pueblos ya disfrutan en aras de la independencia tecnológica y fortaleciendo la unidad nuestra americana.
Qué mentiras no ha lanzado la canalla mediática antes y para el momento del lanzamiento del Venesat-1 aquel 29 de octubre de 2008. Cuánta porquería no sigue saliendo hoy de esos albañales mal llamados medios de comunicación: «El satélite nunca llegó a despegar de territorio chino porque lo que se vio por televisión fueron imágenes virtuales», «Está apagado», «Cayó a tierra». Estas y otras especies fueron y siguen siendo lanzadas con el ánimo criminal de generar aquello que Hobbs y Phillips en ese excelente trabajo titulado Censored 2010, denominan «hiperrealismo mediático», esto es, incapacidad para distinguir lo real de lo que no lo es.
Lo único cierto, verdadero, «en serio y en real», como decía el maestro García Bacca, es que a un año del lanzamiento y gracias a la ayuda del pueblo de Mao, estamos comenzando a caminar con nuestros propios pies: se han instalado mil 549 antenas, de las cuales mil 220 están en el sector educativo para materializar programas de formación a distancia. Además 193 infocentros cuentan con la conexión satelital, con servicios de calidad y totalmente gratis para nuestro pueblo.
Hay que decirlo, debemos repetirlo: ¡¡Esto sólo es posible en Socialismo!! Gracias al Satélite Simón Bolívar hemos logrado traspasar las fronteras como consecuencia de la ejecución de un proyecto con la República Federativa del Brasil para conectar las zonas limítrofes e incluir, muy en especial, a las comunidades indígenas, por siglos aisladas.
Y gracias al Satélite Simón Bolívar nos hemos informado, en tiempo real, de la decisión tomada por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado brasileño de dar su visto bueno al protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur, tres años después de la aprobación por parte de los Presidentes de cada uno de los países que conforman este gran bloque regional.
Es una gran victoria para la unidad nuestra americana, la que hemos celebrado con Lula este viernes visitando el Centro de Formación Agrario Socialista «Abreu e Lima», en la Mesa de Guanipa, estado Anzoátegui: vamos a producir 70 mil toneladas de soya, una vez completadas las tres fases del proyecto en 2011, lo que permitirá la transformación del producto en carne, aceites, leche, así como alimentos para el consumo animal. Pero no sólo eso: Venezuela va a ser, en un mediano plazo, un país exportador de soya.
Hay que decirlo: ¡Esto es sólo posible en una Venezuela que echó abajo las cadenas de la dependencia capital- imperialista! Es a esto a lo que le tienen miedo en el Norte, lo que aterra a los capitalistas: el hecho innegable de que nos estamos convirtiendo en un paradigma que bien puede extenderse a los mismísimos Estados Unidos. Razón tienen entonces Hobbs y Phillips cuando lanzan una pregunta que bien pudieran estar haciéndose ya muchos estadounidenses: «Si un país como Venezuela puede ofrecer al pueblo programas y servicios de cierta calidad, ¿por qué no puede hacerlo Estados Unidos, dada su mayor capacidad de recursos, y repetir el éxito aquí?»
II
«Las lecciones de la Historia los ejemplos del Viejo y el Nuevo Mundo, la experiencia de veinte años de revolución han de serviros, como otros tantos fanales colocados en medio de las tinieblas de lo futuro», nos dice Bolívar en su Mensaje al Congreso Constituyente de la República de Colombia (la Grande) el 20 de enero, a once meses del diciembre de su muerte, en 1830.
Mensaje más que pertinente hoy por hoy, ante el irreflexivo y cuestionable comportamiento del Gobierno colombiano tras la detención de dos agentes del DAS acusados de estar en labores de espionaje en Maracaibo.
Igual que ciego e irreflexivo ha sido el papel del mismo sector de siempre, de los medios de comunicación privados: siguen fortaleciendo la misma espuria matriz y pretenden hacer ver a Venezuela como la responsable del conflicto histórico colombiano. Sencillamente, la ceguera política no les da para ver qué es lo mejor para la Patria y para la América del Sur. Han quedado, una vez más, en evidencia.
Más aún si nos atenemos a las investigaciones que adelanta el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia.
En este pequeño espacio impreso debemos dejar claras dos cosas: primero, que el pueblo y el Gobierno venezolano han sido de abierta y declarada vocación pacifista –la misma vocación de la inmensa mayoría del pueblo colombiano, y segundo, que la matriz que buscan erigir en contra de Venezuela no resiste un análisis serio.
Peligrosa pamplina la de un muy específico y poderoso sector mediático y político: peligrosa pamplina la de los más recientes discursos del DAS. Peligrosa y patética la matriz que sostiene la plataforma mediática y que refleja una pauta común: allanar el camino para la criminalización de Venezuela al estilo yanqui. Con variaciones, es la misma criminalización que contra Irak, contra Irán, contra Afganistán, contra Corea del Norte, contra Cuba, contra Bolivia, contra Ecuador: un eje del mal hecho a la medida de los Estados Unidos.
El avieso espíritu de las ficciones legales de Santander es el mismo de las actuales tesis mediáticas, si es que fuera posible llamar tesis a un puñado de acusaciones irresponsables que revientan, como caja de resonancia, en los medios privados, con el fin de que éstos confeccionen la noticia de acuerdo a su mínima clientela: el minúsculo grupo de potentados pitiyanquis.
Muy a pesar de quienes pretenden dividir a Colombia y Venezuela, nuestra geografía espiritual y la historia común de nuestros pueblos están allí como una fuerza viva. Fueron Colombia y Venezuela las grandes protagonistas de la Independencia fundacional; lo serán, también, de la Independencia definitiva: he allí el único destino manifiesto que admiten Colombia y Venezuela. Y Ecuador, ¡Colombia la Grande! Lo sé yo, lo sabes tú, compatriota: detrás de un grupo de gente con mucho poder que le tiene secuestrada la vida a Colombia, existe un pueblo, el mismo nuestro, que sí conoce las consecuencias de un conflicto demencial y fratricida. Ambos pueblos hacen suya, hoy más que nunca, esta premisa de nuestro Padre Libertador: «Yo sé que cada República americana tiene pendiente su suerte del bien de las demás y que el que sirve a una sirve a muchas».
Y aquel su postrer aliento: «Mis últimos votos son por la felicidad de la patria…» ¡Viva Bolívar! ¡¡Venceremos!!