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El sentido del trabajo en una sociedad sostenible

Fuentes: Sin permiso

¡Al diablo con esta vida ociosa! Quiero trabajar. (William Shakespeare, Enrique IV, Parte I, Acto II, Escena IV) La naturaleza y el sentido del trabajo, en lo que respecta a una sociedad futura, ha dividido profundamente a los pensadores ecologistas, socialistas, utópicos y románticos desde la Revolución Industrial. [1] Algunos teóricos radicales han considerado que […]

¡Al diablo con esta vida ociosa! Quiero trabajar. (William Shakespeare, Enrique IV, Parte I, Acto II, Escena IV)

La naturaleza y el sentido del trabajo, en lo que respecta a una sociedad futura, ha dividido profundamente a los pensadores ecologistas, socialistas, utópicos y románticos desde la Revolución Industrial. [1] Algunos teóricos radicales han considerado que una sociedad más justa simplemente requiere la racionalización de las actuales relaciones laborales, junto con un incremento del tiempo de ocio y una distribución más equitativa de los frutos del trabajo. Otros han defendido la necesidad de trascender todo el sistema de trabajo alienado, haciendo del desarrollo de relaciones laborales creativas el elemento central de una nueva sociedad revolucionaria. En lo que parece ser un esfuerzo por eludir este viejo conflicto, los discursos actuales sobre desarrollo sostenible, aunque no niegan la necesidad del trabajo, a menudo lo llevan a un segundo plano, haciendo hincapié en las ventajas que supondría el aumento de las horas de ocio. [2] Parece difícil poner en duda las bondades de este aumento del tiempo de no-trabajo, y resulta además sencillo imaginar tal posibilidad en el contexto de una sociedad sin crecimiento. La cuestión del trabajo, en cambio, está cargada de dificultades intrínsecas, ya que afecta a las raíces del sistema socioeconómico actual, desde la forma de dividir las actividades productivas hasta las relaciones de clase. Sin embargo, sigue siendo cierto que no es posible concebir de forma coherente un futuro ecológicamente sostenible sin abordar el problema del homo faber, es decir, el papel creativo, constructivo e históricamente determinado que juega el ser humano en la transformación de la naturaleza: la relación social con el mundo físico que distingue a la humanidad en tanto que especie.

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