Presentaré algunas posibles objeciones con la intención de desvirtuar las tesis sobre la esencia de la política en Hannah Arendt, a partir del peso específico de un extracto de realidad en la política, intentaré mostrar como la formulación simbólica, significante, emancipadora, abstracta y demasiado trascendente de la concepción política «arendiana» no logra adecuarse a la […]
Presentaré algunas posibles objeciones con la intención de desvirtuar las tesis sobre la esencia de la política en Hannah Arendt, a partir del peso específico de un extracto de realidad en la política, intentaré mostrar como la formulación simbólica, significante, emancipadora, abstracta y demasiado trascendente de la concepción política «arendiana» no logra adecuarse a la realidad más inmanente, más radical, más directa, e, más viva y rabiosa e inmanente a todos los individuos, es decir aquel ámbito en que afectan y son afectados en lo público los individuos de un colectivo o comunidad.
Arendt, postula una noción de la política como espacio de relaciones en que se da la identificación, el reconocimiento y la realización, en un ámbito de pluralidad, es decir, de aceptación y limitación de lo diverso y distinto, conviviendo los unos con los otros, constituyendo y construyendo «entre los hombres» un espacio de unidad que se rige por la acción, esto es la palabra y el discurso, donde se establecen relaciones de influencia los unos con los otros, para situar y posicionar arquetipos y grupos para desarrollar ciertos aspectos, factores o funciones de la unidad, es decir la Nación o Estado en beneficio de una vida en colectivo pero reconociendo la individualidad de una vida genuinamente humana, es decir de artificios conceptuales, desarrollos técnicos y tecnológicos, de instrumentos y herramientas que nos hagan adaptarnos y desarrollarnos mejor en la realidad, desde la palabra y el discursos, como modo de emancipación y autonomía.
Todas estas argucias, barroquismos, entramados y entretejidos conceptuales, intelectuales, ideales y argumentativos acerca de lo político, se sitúa en un lugar trascendente, un mundo ideal esterilizado, vacuo, insustancial, «des-fertilizado» de la perspectiva más humana, radical, inmediata y directa de las acciones y consecuencias de lo político, de sus procesos y sus funciones, por eso lo califico de trascendente respecto al mundo en donde realmente se sitúa la problemática y polémica de la cosa política. Trascendente entendido como aquello que va más allá del campo de acción y palabra del hombre, aquello que sobrepasa la capacidad práctica, efectiva y eficaz y cualquier posibilidad de incidencia del individuo en el espacio común.
La esencia de la política en Arendt, podemos suspenderla y criticarla desde la noción de «peso específico del extracto de realidad política» esta formulación, la derivo de una concepción materialista y marxista de la realidad política, y que consiste en otorgar un peso (el que realmente posee) una materialidad y un lugar en el «mundo sensible», a una circunstancia particular o concreta del ámbito de la acción humana en el espacio público de aparición, el cual necesita una solución práctica, eficaz y estratégica, es decir de facto.
Podemos decir que los postulados, formulaciones, tesis y teorias «arendianas» pertenecen a un mundo abstracto, intangible, inteligible, ideal y formal, a un aspecto de la realidad celestial, incapaz de articularse, corresponderse o adecuarse a lo accidental y contingente, a la fuerza, violencia, potencia y agresividad de los hechos en el ámbito de la vida humana en colectivo, esto es, lo político. Por lo tanto sus tesis se ven incapacitadas para un traspase o decantación hacía el «mundo sensible» y material, de la radicalidad de la fuerza y potencia de los hechos de la acción, por lo que su pensamiento, su razón y discurso, se sitúan en un plano ideal y una perspectiva alejada de la rotundidad de las posturas y situaciones del pensamiento marxista, que piensa y actúa en un mismo instante, en un solo movimiento, en una unidad adaptada, correspondida y subordinada a la inmanencia del hombre, a lo accidental y a la contingencia del «mundo sensible» y material.
El pensamiento de Hannah Arendt es interesante en su terminología, en su cosmovisión del problema político, en su definición y determinación filosófica, en su análisis crítico y en su minuciosidad y rigor intelectual, pero no es apto para el cambio, el conflicto, la lucha y el combate de la vida con peso específico del extracto de realidad política, puesto que no crea el esquema de la situación real de los hombres en colectivo, como sí hace, a mi juicio, la noción de conciencia de clases marxista.
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