El Tribunal Supremo iraquí ha sentenciado a muerte a Tarek Aziz, ex viceprimer ministro y rostro internacional del Gobierno de Saddam Hussein. Único cristiano caldeo del Gobierno laico baazista, Tarek Aziz es un hombre que sabe demasiado y tiene mucho que contar de las contribuciones económicas de políticos y hombres de negocios occidentales a Saddam […]
El Tribunal Supremo iraquí ha sentenciado a muerte a Tarek Aziz, ex viceprimer ministro y rostro internacional del Gobierno de Saddam Hussein. Único cristiano caldeo del Gobierno laico baazista, Tarek Aziz es un hombre que sabe demasiado y tiene mucho que contar de las contribuciones económicas de políticos y hombres de negocios occidentales a Saddam Hussein cuando éste era considerado un baluarte de valor incalculable frente a los ayatollahs iraníes. Nadie ha exigido revocar la pena capital ni ha habido peticiones de clemencia. La muerte en Irak, salvo para los iraquíes, ha dejado de ser una tragedia para convertirse en una rutina, en un desconcertante juego de estadísticas.
Esta noticia se conoce en un contexto donde Wikileaks -de wiki, en idioma hawaiano «rápido», y del inglés leaks, «filtración»- ha conseguido que lo que ha ocurrido en Irak sea de dominio público. Y ha recibido multitud de críticas de parcialidad e irresponsabilidad por parte de aquellos que dan más valor al significado de la filtración en sí que al significado de los hechos que documenta. Fueron muchos los intentos para justificar la ocupación de Irak, pero uno de los más frecuentemente y cínicamente utilizados fue aquel que, en ausencia de armas de destrucción masiva, afirmaba que poner punto final a las atrocidades del Gobierno de Saddam Hussein era un imperativo moral. Ahora, con todo lujo de detalles y desde la primera fila del campo de batalla, sabemos que las atrocidades de Saddam no murieron con él. Y los hechos demuestran como conclusión razonable que los torturadores y los verdugos fueron sencillamente reemplazados, en este caso, con cobertura y aquiescencia de los poderes ocupantes.
Dar a conocer las evidencias de tortura, o de muertes sistemáticas «judiciales» o extrajudiciales, no es parcial ni irresponsable. Es simplemente un deber. Seguramente Tarek Aziz podría contar con pelos y señales toda la historia real de la implicación occidental en Irak antes, durante y después de la guerra. Y quizás por ello hayan decidido que hay que deshacerse de él.
http://www.gara.net/paperezkoa/20101027/228669/es/El-significado-una-condena-muerte