Recomiendo:
0

El significado geopolítico del ingreso a Mercosur de Venezuela

Fuentes: Rebelión

El sistema-mundo, entendido como una realidad múltiple y cambiante experimenta acomodos por diferentes razones. Una de ellas, es producto del cambio en las condiciones históricas de relacionamiento de poder. La multicentralidad, asumida como ejercicio no hegemónico – a pesar de los esfuerzos territorializados de EEUU- del poder, surge como un faro identificatorio de este momento […]


El sistema-mundo, entendido como una realidad múltiple y cambiante experimenta acomodos por diferentes razones. Una de ellas, es producto del cambio en las condiciones históricas de relacionamiento de poder. La multicentralidad, asumida como ejercicio no hegemónico – a pesar de los esfuerzos territorializados de EEUU- del poder, surge como un faro identificatorio de este momento histórico. En 2do lugar, experimentamos el surgimiento de nuevos actores que dinamizan – y conflictivizan al mismo tiempo- las relaciones entre los tradicionales centros de poder; y en 3er lugar, las formas alternativas – geográficamente hablando- de asociaciones estratégicas (UNASUR, CELAC; APEC; ALCA; EUROZONA) introducen una diversidad compleja a ese sistema-mundo.

Por otra parte, los cambios de la economía global, donde las redes financieras extraterritoriales asumen formas complejas y multivariadas, con diversos focos de actividad financiera, más allá del eje pretendidamente dominante EEUU-Londres, subsistiendo con nuevos ejes (China- India-Brasil, Alemania-Francia-Italia, Singapur-Japón-Tailandia, Caracas-Buenos Aires-Montevideo) propician un clima de singularidades que debe ser analizado y comprendido.

MERCOSUR visto en términos geopolíticos y territoriales, cuenta con espacios para el desarrollo de actividades agrícolas (Planicies de Colombia y Venezuela, Noroeste brasileño, margen sur del río Amazonas, Llanuras de las mesetas brasileñas, planicies de Chile, Cuenca de La Plata) y de actividad industrial (eje colombo-venezolano, noreste y sureste brasileño, eje Paraguay, Uruguay-Argentina), con zonas o espacios de tránsito diverso (Litoral Atlántico, litoral Pacífico, Cordillera, Cuenca del Orinoco, Cuenca Amazónica, Cuenca de La Plata, meseta brasileña) posibilitando establecimiento de mecanismos de circulación de población y mercaderías en forma múltiple (Panamá-Caracas- Puerto Ordaz- Georgetown, Belén, Sao Paulo, Montevideo-Buenos Aires- Ushuaia, Valparaíso- Santiago – Callao- Manta- Panamá) cubriendo toda la extensión norte-sur-este y oeste del Sudamérica. Por eso la entrad de Venezuela introduce – o amplia las variables geoestratégicas- del MERCOSUR. Esa entrada en momentos donde la lucha – producto de la crisis global- entre los bloques territorializados (China, Rusia, EEUU, Europa) es sin cuartel, nos brinda una oportunidad histórica de posicionamiento y de liberación, completando el ciclo iniciado con las rupturas del régimen colonial de dominación hispana del siglo XIX. La visión – y el ritmo- de la nueva independencia, se amplía con un potencial energético aportado por Venezuela. Las reservas con las que se cuenta (unos 298.000 millones de barriles de petróleo, sumado al cálculo de 1,8 veces más en el golfo de Venezuela, en el límite con Colombia) le dan un valor agregado al potencial agrícola, pecuario e industrial con que cuenta ya de por sí MERCOSUR.

Demográficamente estaríamos hablando de un espacio – para no definirlo como mercado, que resulta más economicista que humano- de intercambio y flujo de unos 396 millones de habitantes, en donde resaltan densidades poblacionales como las de Brasil (197 millones), Argentina (41 millones) y Venezuela (30 millones), que se agregan a otros que si bien no están en lo inmediato incorporados a MERCOSUR, sí pueden entrar en una especie de zona de influencia, tales como Colombia (46,9 millones) y Perú (29,4 millones). Lo realmente importante, es que se estaría definiendo una zona geográfica de flujos y reflujos humanos y productivos, con polos integradores donde resalta el espacio más septentrional al norte de Venezuela y Colombia, extendiéndose hasta Georgetown, una segunda zona que incorpora al noroeste y centro de Brasil (incluyendo la zona Amazónica), una tercera zona que corresponde al extremo este y sur de Brasil (hasta Brasilia y Sao Paulo), una cuarta zona que tiene como polo a Sao Paulo y se conecta con Paraguay y Uruguay y finalmente, un espacio que parte desde Ushuaia y puede extenderse hasta el Caribe colombiano, con esfuerzos de intercambio que incorporen a Ecuador, Perú y Colombia. Todo ello aunado a una estructura que a partir del desarrollo fluvial aproveche las Cuencas del Orinoco (989.000 km2), la Cuenca Amazónica (6,2 millones de km2) y la Cuenca del Río de La Plata (3.140.000 km2), es decir una superficie que en conjunto abarca 10.329.000 km2 y nos coloca en una posición estratégica, tanto en capacidad de circulación como en reservas de fuentes de agua dulce en el mundo.

La incorporación de un sistema de puertos, como Maracaibo- La Vela, Puerto Cabello, La Guaira, Belém, Manaus, Río de Janeiro, Santos, Paranaguá, Itajal, Río Grande, Montevideo, Buenos Aires, Valparaíso, que establece y refuerza los lazos entre Venezuela- Brasil- Uruguay- Argentina.- Chile y que plantea la posibilidad de agregar a otros como Callao (Perú), Guayaquil (Ecuador), Buenaventura y Cartagena (Colombia), nos coloca en otros elemento de ventaja en esta coyuntura de disputa extraterritorial y fortalecimiento de las capacidades socio-productivas.

De lo que se habla es de la conformación de un liderato hegemónico recíproco, en donde los países que conforman MERCOSUR entren en la disputa existente en el sistema-mundo, pero no con una lógica de dominación individual – como prevalece hasta ahora- sino en un esfuerzo mancomunado que aproveche al máximo las particularidades de cada uno de los países que la conforman y eleven las ventajas conjuntas de las asociaciones recíprocas, todo ello redistribuyendo las cargas y asimetrías, compensando las diferencialidades históricas implantadas por las lógicas de control imperialista desde el siglo XV hasta ahora.

Eso hace necesario un esquema de integración geopolítica que puede – y debe ser impulsado desde el eje Brasil-Argentina- Venezuela- para promover la seguridad y la coordinación política entre los países involucrados, particularmente en temas adicionales al económico (seguridad y defensa, políticas de acción conjunta). En la práctica, es un acercamiento entre los objetivos y esfuerzos desplegados desde UNASUR y las lógicas de incorporación geoeconómica de MERCOSUR. Finalmente la entrada de Venezuela, se traduce en la concreción de espacios alternos y vinculantes entre los polos estratégicos de Venezuela-Colombia- Georgetown/ Brasil-Montevideo-Argentina/ Chile-Perú-Ecuador- Bolivia- Colombia, claro está, esa acción prospectiva significaría un esfuerzo mayor en términos generales.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.