En este artículo el autor sostiene que ‘el silencio de Bolsonaro fue la señal para que la horda fascista promoviera disturbios y generara pánico’.
No es de extrañar el ambiente de caos y desorden que promueven los empresarios y otros agentes fanático/lunáticos bolsonaristas. Anarquizar el proceso electoral con violencia y alboroto siempre ha estado en el horizonte bolsonarista. La horda está inspirada en el ataque terrorista estadounidense de extrema derecha contra el Congreso de Estados Unidos [Capitolio].
De hecho, no por casualidad, Eduardo Bolsonaro estuvo en Wáshington ese 6 de enero de 2021, con el objetivo de monitorear in situ ese ataque planeado. Hizo una pasantía en la arremetida terrorista liderada por el propio presidente estadounidense, Donald Trump, contra la democracia de su país.
El silencio de Bolsonaro sobre el resultado de las elecciones del 30 de octubre proclamado hace dos días por el Tribunal Superior Electoral no es un mero síntoma de infantilismo ni una mera expresión de su falta de compromiso con la democracia, la paz y la normalidad institucional.
En realidad, el silencio de Bolsonaro fue la señal para que la manada fascista promoviera disturbios y generara pánico, caos y confusión en el país. Exactamente lo que están haciendo los alborotadores con los controles de carretera en varios estados.
Bolsonaro es incompatible con la democracia. Y no sólo por defender dictaduras, apoyar la tortura e idolatrar a los torturadores; sino, sobre todo, porque trabaja tenazmente para destruir la democracia con el objetivo de instalar, en su lugar, un régimen autoritario-militar, reaccionario y teocrático.
Mientras la fórmula Lula/Alckmin disputaba la elección en estrictos términos de las reglas electorales, la fórmula militar Bolsonaro/Braga Netto promovía una verdadera guerra contra la democracia y los más elementales principios republicanos. En esta guerra para destruir la democracia, el gobierno utilizó la más escandalosa maquinaria del fraude electoral y la corrupción.
Y no sólo a través de decenas de miles de millones de reales utilizados para comprar votos, sino también a través de la acción criminal coordinada de sectores de la patronal, fundamentalistas religiosos y agentes públicos, especialmente vinculados a las Fuerzas Armadas, la policía y sectores de inteligencia del Estado brasileño.
El bolsonarismo introdujo un nuevo patrón de lucha política. Es un movimiento-fuerza que revoluciona la política en la perspectiva contrarrevolucionaria, de retrocesos civilizatorios, en la perspectiva de una contrarrevolución fascista.
El bolsonarismo está estratégicamente interesado en estimular un clima permanente de presión y alta temperatura y de pánico y miedo. La negativa de Bolsonaro a aceptar la derrota, por lo tanto, es estratégica para mantener este ambiente de malestar para deslegitimar y luchar sin descanso contra el gobierno de Lula/Alckmin incluso antes de asumir el cargo.
El eventual cese de los disturbios en las carreteras no significará, sin embargo, el establecimiento de un ambiente de paz y normalidad. Se emplearán otros métodos ruidosos y criminales. Esta es la característica del período que se abre con la victoria histórica de Lula el día 30. Bolsonaro crece y se fortalece ante su manada, en contextos de agitación, violencia y radicalización.
Jeferson Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: https://estrategia.la/2022/11/01/el-silencio-de-bolsonaro-una-sena-para-la-manada-fascista/
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