Luego de las elecciones del 23 de noviembre en la República Bolivariana de Venezuela se generaron numerosos debates sobre el significado de ese hecho político y sobre las nuevas perspectivas que se abrían. Ricardo Galíndez, militante sindical, miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela y representante de una corriente marxista en el seno del movimiento popular como es «El topo obrero», fue entrevistado por Marcelo Colussi unos días antes del proceso eleccionario, entrevista que se difundió por varios medios electrónicos. Dándole seguimiento a la misma se estableció un intercambio de mensajes entre ambos que, por la buena voluntad de Ricardo -y por su compromiso revolucionario, por su interés en profundizar en estos temas- dio como resultado el presente escrito. Por entender que el mismo es un muy rico aporte a la interpretación de la realidad venezolana actual y una invitación a seguir profundizando la revolución que allí se viene construyendo, nos pareció oportuno difundir este material, nacido como notas personales, luego ampliado y ahora presentado en forma de artículo de opinión. Marcelo Colussi [email protected]
Hablando de las pasadas elecciones de alcaldes y gobernadores, y viendo la perspectiva histórica que esto puede tener, tus palabras de «triunfo con sabor a derrota» encierran una verdad, pero considero que «23 de noviembre: una victoria, una nueva advertencia», título de nuestro último editorial, son más exactas en la búsqueda de una comprensión global del proceso social que estamos viviendo, tomando como punto de referencia dos procesos de votación anteriores y lo que ello implica, como parte del involucramiento de fuerzas sociales en combate pro y contra de un proceso revolucionario de carácter anticapitalista y socialista, el cual no está cabalmente comprendido por el máximo dirigente del bolivarianismo como es Chávez, que es de paso el más dialéctico-progresivo de todos los dirigentes gubernamentales, el que más muestra querer avanzar en contra del capitalismo, pero que las carencias de una sólida formación marxista le impiden, «hasta ahora», determinar el camino cierto para lograrlo y dar el salto cualitativo hacia el socialismo. También nos sirve partiendo del tipo de campaña electoral que se realizó y que estuvo fundamentado en la proyección de figuras vacías de contenido político y cuestionadas en cuando a su eficiencia honestidad administrativa.
Tú dices: «¿Triunfo o derrota del movimiento bolivariano?» Hasta donde yo puedo ver: triunfo con sabor a derrota. Ciertamente los puestos alcanzados por la oposición en la Alcaldía Metropolitana, y en los estados Miranda, Carabobo y Táchira, dejan un dejo de derrota, pero ¿realmente son una derrota? Analizarlo es importante, pues se trata de seguir detectando con la mayor precisión posible el estado de ánimo de las masas, no vaya a ser que «el árbol nos impida ver el bosque», lo que nos impida determinar la política correcta para avanzar o retroceder con orden, dado el caso. Hasta los números que nosotros llegamos a manejar, la oposición sufrió una baja de 300.000 votos (personas) en su llamado al combate, mientras que el campo bolivariano rescató de la abstención casi un millón de compatriotas, que a pesar de los candidatos, asistieron al llamado del combate electoral, el cual, con todas sus distorsiones, es parte de la lucha de clases y donde los revolucionarios tenemos que mostrar nuestra fuerza, una capacidad de movilización ante un enemigo que no da cuartel. De acuerdo a esos números globales, aquí los que han salido derrotados fueron por un lado la oposición que se le desmovilizó base social y los que plantearon la abstención, pues perdieron un tercio de los votos chavistas que reclamaron cuando el referendo constitucional, pero lo irónico es que hablan de «Duro revés para Chávez», como los compañeros de la LTS, antes JIR.
Los triunfos de la oposición en Miranda, Táchira y la Alcaldía Metropolitana saben a derrota, pero solo vistos de manera aislada y no en el conjunto de la votación que es lo más importante y hasta determinante. Derrotas dentro de un contexto donde la carencia de una política de clase revolucionaria, no para las elecciones sino desde el gobierno contra los capitalistas y el capitalismo y de unos candidatos que salvo casos, no se diferenciaban políticamente en nada de sus contrincantes de la oposición, permite comprender que Chávez no haya podido movilizar a los otros dos millones de combatientes por la revolución que votaron él en las elecciones del 2006, pero que se siguen reactivando y radicalizando en la lucha social diaria.
En este punto recuerdo que en nuestro balance del referendo constitucional señalamos que los 3 millones de compatriotas que se abstuvieron en la votación de la reforma constitucional y que habían votado por Chávez en el 2006, no se habían pasado a la contrarrevolución, como lo quiso hacer ver de manera propagandista la oposición, por momentos el mismo Chávez y hasta las corrientes marxistas picadas por su sectarismo, sino que habían decidido no participar en esa batalla, como una muestra de su descontento por las distorsiones e incumplimientos que vive el proceso revolucionario.
Pero de esos 3 millones de compatriotas y camaradas, un tercio de ellos, retomó de manera crítica el camino de votar contra la oposición, sin que esto quiera decir que haya abandonado sus posiciones críticas. Los resultados en el Municipio Torres y Morán del estado Lara son un botón de muestra de lo que digo. En estos dos municipios ganó una opción no burocrática, siendo que en el segundo fue una derrota del PSUV de Henry y Reyes Reyes, máximos dirigentes en el estado Lara y que presentaron candidatura a través del PSUV.
Si nuestra revolución se ha de conquistar en todo el territorio nacional, ¿se puede llamar derrota a unos resultados donde las fuerzas sociales mostraron una mayor recuperación de su capacidad de combate, electoral en este caso, que la oposición, que además retrocedió en esta misma capacidad?
Claro, como decimos en nuestro editorial Nº 55, los triunfos en Miranda, Táchira y la Alcaldía Mayor le dan al enemigo unas posiciones políticas nada despreciables que pueden ser usadas como ariete contrarrevolucionario y que pondrán a prueba a la dirección real hoy de nuestro proceso como son los dirigentes del PSUV, pero también a las direcciones alternativas que navegan en la mar de nuestro proceso revolucionario en esos espacios político geográficos y en otros como el estado Carabobo, etc. Pero el hablar de «derrota» cuando no lo es, así sea como «sabor» nos parece estar contribuyendo a llevar agua al molino ajeno.
Quisiera añadir que estos golpes concretos, que sí lo son, al darse en un contexto nacional de reactivación de una importante base social revolucionaria y de una continuidad en el ascenso de la lucha con claras e importantes victorias en su haber, no las desmovilizaron y ante los ataques iniciales de un Radonsky o un Salas Feo, han dado importantes y combativas respuestas. Esta situación es parecida a lo sucedido tras la derrota del 2D, cuando las bases bolivarianas no se amilanaron por los resultados y dirigieron sus críticas a la burocracia roja rojita y hasta con nombres y apellidos, algunos de los cuales sufrieron sendas derrotas a lo interno del PSUV cuando la elección de la dirección nacional de éste y ahora en las elecciones del 23N. Estos golpes han servido para probar el nivel de conciencia y organización alcanzados durante los más de 10 años de recuperación social revolucionaria.
Pasemos a analizar esto otro; me escribiste la vez pasada: «Me decías que la eventual ausencia del líder no sería un motivo para frenar la revolución. Pero ahora, seguramente fortalecido por los resultados del 23 de noviembre, el gobierno va nuevamente por la reelección continua. Lo cual, me parece, deja ver que la verdadera (¿única?) garantía que encuentra en la continuidad del proceso es la presencia de Chávez en Miraflores. ¿Pero no habla eso de una debilidad política estructural? ¿Por qué no confiar de una buena vez en la organización de base, en los obreros organizados como los de Sidor o las fábricas recuperadas, en los consejos comunales? Era por esto que te preguntaba qué pasaría unos años más adelante si se va Chávez. Casi que uno podría preguntarse: ¿es tan necesario trabajar ahora por la reelección? ¿No hay otras tareas más urgentes para fortalecer el proceso en curso? (reforma agraria, profundizar las nacionalizaciones, recuperación de la banca, políticas habitacionales, hasta milicias armadas me atrevería a decir) ¿No puede haber una participación popular que guíe la revolución más allá de la figura del comandante? Yo creo -y es lo que te pregunto y pongo a debate- que la imperiosa necesidad de defender a Chávez para una reelección continua es una muestra que el poder aún está lejos de la gente. Tú lo decías incluso: que la fortaleza está en la gente de base y no tanto en las estructuras burocráticas ni del Estado ni del PSUV».
Indiscutiblemente, un proceso revolucionario que se apoye en un dirigente que carezca de una organización revolucionaria capaz de servirle de escenario para la discusión-elaboración política de manera democrática y transmisión de información y directrices en el sentido dirigente-masas y viceversa, claro que es una debilidad política estructural que presenta serios peligros hoy, y más en un mañana de darse una derrota del capitalismo. Resolver este problema concreto, específico, de tanta importancia, es una tarea que se ha venido asumiendo, sobre todo desde las bases, pero en el que falta mucho por andar.
Ahora, para realizar esta tarea se requiere, entre otros elementos importantes, que en nuestro quehacer diario no confundamos los deseos con las realidades. Nosotros seguimos creyendo firmemente en el trabajo de base, en las orientaciones políticas que dirijamos hacia éstas pero tomando en cuenta el peso específico de las direcciones de masas concretas en las cuales las masas confían. Toda dirección política se encuentra en medio de la relación vanguardia revolucionaria-masas. Digámoslo así: vanguardia revolucionaria organizada-dirección política (burguesa, reformista, nacionalista u otra) que en el plano político del hoy en Venezuela, Chávez sigue siendo determinante, aunque en el plano reivindicativo no lo es tanto o simplemente es más débil que el de la vanguardia revolucionaria existente.
Coincidimos contigo en que la política central general a desarrollar para avanzar en la derrota del capitalismo en este momento es la de las nacionalizaciones sin indemnización de los monopolios y la banca bajo control obrero junto a un cambio en la concepción económica que maneja el go0ierno, lo cual se hará más evidente en la medida que la crisis del capitalismo internacional y las debilidades de la nuestra propia se expresen con claridad y son el eje de nuestra propuesta política central, pero resulta que quien tiene la conducción del estado es Chávez y no por una imposición, sino como expresión del nivel de conciencia de las masas en un momento determinado contabilizado en votos y apoyo militante.
Si queremos hacer política real para las masas, que son quienes han de impulsar los cambios revolucionarios requeridos, tenemos que tomar en cuenta esta realidad, no para hacerle seguidismo sino para superarla. Tenemos que partir de la realidad de que las masas no aprenden política en aulas universitarias, como en una oportunidad lo llegó a insinuar el intelectual revolucionario Ernest Mandel en sus trabajo «La Teoría Leninista de la Organización», y hoy lo plantean muchos honestos compatriotas y camaradas, sino en la practica cotidiana, en la puesta a prueba en la lucha de clases diaria de las diferentes direcciones reivindicativas y políticas.
En este sentido, sectores cada vez más amplios de la clase obrera vienen realizando su experiencia frente a las diversas manifestaciones de la crisis del capitalismo y de las limitaciones de la política económica del gobierno y entre las respuestas han estado la lucha por profundizar el rescate de sus organizaciones sindicales, por mejores contratos colectivos y en casos específicos planteando la nacionalización y el control obrero de las empresas, hecho este que cuestiona la sagrada propiedad privada de los medios de producción y que hace unos 8 años solo era un tema tocado por algunos sectores marxistas revolucionarios.
En el trajinar de la lucha contra el capitalismo y por el socialismo y como una de las lecciones de la revolución rusa aprendimos que los revolucionarios no podemos quedarnos en los extremos de las demandas reivindicativas y políticas como cuestiones separadas, sino que existe la obligación de aprender a combinar ambas tareas para ayudar a avanzar a las masas en su nivel de conciencia y por ende de combatividad frente a la burocracia y frente al propio capitalismo. Tenemos que aprender a saber discernir el momento concreto para aplicar la consigna concreta que nos sirva para la agitación, pero tomando en cuenta el contexto general capitalista y su entrelazamiento dinámico, que nos obliga a realizar planteamientos de carácter propagandista o más estratégicos. Por ejemplo, es muy probable que en los próximos meses, debido a los efectos de la crisis, la lucha contra la inflación, el incumplimiento de los contratos colectivos y los despidos va a tener una respuesta de parte del movimiento obrero y los revolucionarios tendremos que estar allí con nuestras propuestas reivindicativas y aquellas que permitan superar lo meramente reivindicativo.
¿Cómo logramos hacer avanzar estas respuestas desde las bases, frente a un planteamiento de enmienda, que incluso se maneja con una características «mesiánicas» y no como el derecho democrático a postularse de un dirigente de un país y de unas masas a elegirlo tantas veces como lo considere necesario? Aislarnos de la propuesta del dirigente es aislarnos de buena parte de la vanguardia social de nuestro proceso revolucionario y de la mayoría del pueblo, es generar ruidos innecesarios en nuestra comunicación con él, así como quedarnos en solo su propuesta sin develar sus limitaciones puede llevarnos al más craso de los oportunismos.
Trotsky, en «La lucha contra el fascismo en Alemania», en uno de sus apartes, creo que se titula «Carta a un trabajador socialdemócrata», nos da un excelente método de cómo tratar el problema de superar las direcciones no marxistas, y es el de acompañar a las masas en su experiencia, pero señalando de buena manera las debilidades del «dirigente» mediante la explicación de las limitaciones de la política de éste y de la razón de las propuestas que nosotros consideramos son necesarias desarrollar, para en nuestro caso enfrentar la crisis capitalista que se nos avecina. Por momentos dudo si va a ser parecida a la vivida cuando el viernes negro, con combinación de la «crisis del banco Latino», o si tan solo estoy exagerando y cayendo en algunos análisis catastrofistas de sectores burgueses como los de Reporte de la Economía. Pero independientemente de si va a ser tan o menos grave, sin discusión las masas van a exigir medidas que el gobierno no estará dispuesto a dar de buenas a primeras y que nosotros tendremos que impulsar las propuestas alternativas de manera consecuente, y que las masas reconocerán en nosotros que ya las habíamos planteado, incluso con las dificultades a las cuales se iban a enfrentar, pues en el gobierno pululan los elementos «boliburgueses» con concepciones pequeñoburguesas y etapistas (estalinistas) de la revolución.
No vayas a creer que estamos soñando o deificando planteamientos de grandes pensadores marxistas. Durante años nosotros hemos aplicado esta táctica de Frente Único en diferentes momentos de la lucha concreta en el movimiento obrero, vecinal y estudiantil comprobando su validez. De aquí nuestro apego al método del frente único.
Indiscutiblemente que esta situación de un liderazgo único y con características bonapartistas sui generis es una muestra de debilidad política del proceso revolucionario y de la cual los sectores revolucionarios, quienes en un sentido general nos movemos del reivindicativismo al maximalismo, del sectarismo al oportunismo político, tenemos un buen grado de responsabilidad, y ello a estas alturas implica un peligro importante para nuestro proceso revolucionario.
Aquí no quiero mistificar a las masas, pero estas han dado y están dando muestras de querer avanzar, pero se encuentran con unas direcciones que no dan (mos) las talla. Allí están casos como los de VIVEX en Barcelona, Cerámicas Carabobo DR en Puerto Ordaz, Planta de Tratamiento de Desechos Sólidos, Sanitarios Maracay en Maracay, Plasta Blow y Parmalat en Barquisimeto, tan solo para hablar de los más emblemáticos y que no hemos sido capaces de desarrollar una campaña nacional para alcanzar con métodos de movilización la expropiación de dichas empresas. Podría alargarme en ejemplos de cómo las masas proletarias y las populares muestran su disposición, que incluye el millón de compatriotas que decidieron en el pasado proceso electoral reactivarse electoralmente, y de cómo nosotros los revolucionarios no logramos coordinarnos en acciones nacionales. Pero estas dificultades no nos han desanimado. Creemos que hay tiempo para corregir, aunque quizás no haya el tiempo de construir el partido proletario de Lenin. Por ahora la Dirección Política Revolucionaria de Masas puede estar más bien en la vía de un M26 de Julio o un Farabundo Martí Para la Liberación Nacional, u otro modelo a ir forjando. En cualquiera de los casos se requiere una política hacia las masas explotadas y oprimidas, que tienda en su unificación en la lucha, y en esa medida el desarrollo de experiencias unitarias, de integración o fusión que nos permita construir esa dirección necesaria.
Esta tarea de construcción es de primer orden, y lo es porque el PSUV no muestra ser la organización requerida para el combate anticapitalista. Este sigue siendo manejado desde arriba, donde no se ve el interés en que sea una organización de combate social bien estructurada en el tejido social venezolano, sino solo un instrumento electoral y de freno para la vanguardia revolucionaria.
Ahora bien, como la historia nos ha enseñado, las contradicciones de clase que se desarrollan en el seno de toda sociedad recorren todas las organizaciones de la misma y el PSUV pertenece a la sociedad venezolana. En su seno podrán darse debates de manera organizada, colectiva o no, pero se están dando y crecerán y allí tenemos que estar los revolucionarios para exponer nuestras ideas, no como el dios de la biblia, sino como parte de esos mismos militantes que hemos demostrado nuestra disconformidad en diversos momentos, pero también nuestra lealtad con el proceso, que habiendo sabido ceder en algunos puntos «secundarios», somos firmes ante los problemas más sentidos por las masas y capaces de dar la orientación necesaria para avanzar en ese, esos puntos y más allá.
¿Cómo combinamos la campaña hacia el referendo con la necesaria puesta a reflexión de la importancia de cambiar la política económica del gobierno, como la solución no solo para ganar el mismo, sino para evitar que los efectos de la crisis hagan estragos en nuestros niveles de vida y condiciones de trabajo? ¿Cómo llevamos y sembramos el mensaje de la necesidad de impulsar una profunda y real «reforma agraria, profundizar las nacionalizaciones, recuperación de la banca, políticas habitacionales, hasta milicias armadas»? ¿Cómo convencemos que es necesario un partido para el combate social, disciplinado y con sólida formación teórica y política?
He aquí nuestro reto y estamos discutiendo para ver cómo le damos, mejorando, superando nuestras propias limitaciones que son bastantes. Creemos que tenemos que participar en el referendo explicando nuestra política, que incluso remato, tiene que dar a entender que existe una necesidad imperiosa de seguir fortaleciendo nuestras organizaciones de lucha, coordinarlas, generando nuevas instancias de participación democrática, de las cuales en SIDOR a raíz de la nacionalización afloraron algunas y que seguro estamos que en la medida que se caliente nuevamente el ambiente, reaparecerán con más fuerzas y entonces… ¡a enfrentar esta nueva realidad con una política revolucionaria!
En el futuro inmediato la aprobación de la enmienda es un hecho, no solo porque Chávez controla la Asamblea Nacional, sino que escogió un momento oportuno para convocar a su base para lanzar la propuesta y las bases están respondiendo positivamente, más incluso de lo que muchos esperaban. Ya lo había mencionado en la entrevista que me hiciste vez pasada, pero más allá, nada está escrito. Está cobrando su triunfo electoral pero nada garantiza que pueda ser reelecto llegado el momento. La crisis del capitalismo ya ha puesto el precio del petróleo en algo menos de 30 dólares, cuando el presupuesto ha sido calculado en 60. El mismo gobierno está impulsando una rebaja en las cuotas de producción, con ayuda interesada de Rusia y los países del Mar del norte, con lo que, aún logrando un aumento de precios, la misma también afectaría el presupuesto por los cálculos estimados para el mismo. Pero también están las debilidades de la propuesta económica de Chávez que se hacen cada vez más evidentes. Los créditos bancarios siguen recortándose, los intereses para los mismos aumentan, la presión para una devaluación se agigantan, el crecimiento económico con un barril de petróleo a 100 dólares disminuyó en casi la mitad con respecto al año anterior, cuando el precio era bastante menor, y este año Chávez aspira a que sea 60 dólares el barril, cosa harto difícil, pero cumpliéndose, ello incidirá en el crecimiento, en las misiones, una mayor inflación cuando la presente ya empieza a generar descontento. Si a todos estos elementos económicos le sumamos un sostenido ascenso en la lucha de clases y en el enfrentamiento de la clase con los patronos privados y el propio gobierno y las nuevas exigencias de las masas, más la resistencia a perder alguno de los beneficios obtenidos en estos años y sobre todo, con una política que evade la cuestión central para resolver los problemas como es la propiedad privada de las palancas fundamentales de la economía, no se ve muy halagador el panorama para la política reformista llevada a cabo hasta ahora y que es la que sustenta la popularidad del gobierno.
No estamos hablando para dentro de dos o tres años, sino para los próximos meses, unos 4 o 5 meses. Tampoco estamos afirmando taxativamente sobre un hundimiento de la economía como sucedió el «viernes negro» o cuando la «crisis del banco Latino», pero sí del surgimiento de problemas que no se habían vivido bajo este gobierno, ni por la nueva generación de trabajadores que forman el grueso de la clase obrera venezolana. Lo que sí presagiamos es que la situación económica ya no será de bonanza, sino de un crecimiento cercano a 1-2% sino de recesión plena, sin descartar ningún imprevisto debido a la crisis capitalista internacional, combinada con los elementos de la propia política del gobierno, las contradicciones que ésta ha generado y los planes desestabilizadores de la burguesía; de peligros mayores de no corregirse a tiempo surgidos al combinarse la crisis internacional con las debilidades de la propuesta económica del gobierno, con actitudes de saboteo por parte de las fuerzas económicas capitalistas del país.
El año que viene los revolucionarios tendremos nuevas, más y mejores oportunidades de fortalecer una política revolucionaria que enraíce en las masas, que pueda permitir incidir con fuerza en los destinos de nuestra revolución, y ello porque las masas van a querer avanzar más aún y requerirán de una dirección revolucionaria para hacerlo.
El autor es miembro de la corriente socialista revolucionaria «El topo obrero»