Grecia se verá beneficiada con una quita del 50 por ciento de su deuda, equivalente a unos 100.000 millones de euros. El acuerdo se anunció ayer a la madrugada luego de la cumbre de la Zona Euro, pero no fue el primer ministro socialista Giorgos Papandreu el encargado de negociar con los bancos. En su […]
Grecia se verá beneficiada con una quita del 50 por ciento de su deuda, equivalente a unos 100.000 millones de euros. El acuerdo se anunció ayer a la madrugada luego de la cumbre de la Zona Euro, pero no fue el primer ministro socialista Giorgos Papandreu el encargado de negociar con los bancos. En su lugar estuvieron la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Nicolas Sarkozy, la titular del FMI, Christine Lagarde, y el presidente del Consejo Europeo (CE), Herman Van Rompuy. Por si quedaba alguna duda sobre la pérdida de soberanía griega, Merkel se encargó de despejarla al finalizar el encuentro cuando declaró que el año próximo una delegación de la troika (CE, FMI y Banco Central Europeo) se radicará en Atenas. «Es mejor que haya un sistema de supervisión permanente», declaró.
Grecia adoptó el euro en enero de 2001 y a partir de entonces vivió un boom de consumo fomentado por la estabilización de los precios y el fácil acceso al crédito. Fue una bonanza ficticia que no respondió a una mejora en la productividad de su economía. Los principales ganadores del período fueron los bancos alemanes y franceses que financiaron el endeudamiento y las multinacionales de esos mismos países que ganaron participación en el mercado griego. Ambos procesos derivaron en un creciente déficit comercial y corriente. La adopción del euro implicó para Grecia una rigidez similar a la que enfrentó Argentina durante la convertibilidad, lo cual la forzó a resignar la política monetaria y cambiaria. Incluso fue más allá porque no vinculó su moneda a otra, sino que directamente eliminó la propia.
Cuando el déficit se volvió insostenible y las calificadoras le bajaron la nota a la deuda griega, haciendo imposible su acceso al mercado de crédito, el default quedó a la vuelta de la esquina. En ese momento, los líderes europeos concluyeron que la mejor alternativa era asistir a Grecia para evitar la cesación de pagos, aunque a cambio le exigieron que aplique un fuerte ajuste fiscal. Giorgos Papandreu viene cumpliendo con el pedido desde mediados del año pasado, pero los líderes europeos quieren tener una garantía adicional para cuando se ponga en marcha el segundo plan de rescate.
Merkel había reclamado una virtual intervención del gobierno griego a principios de mes y ayer aseguró que el punto quedará expresado en un memorándum de entendimiento. «Habrá un régimen reforzado de supervisión en relación con el cumplimiento de sus obligaciones», agregó. Sus dichos traen a la memoria de los argentinos la propuesta del economista del MIT Rudiger Dornbusch, quien a comienzos de 2002 aconsejó intervenir la Argentina con equipos del Primer Mundo para manejarle la moneda, el gasto público y los impuestos. El camino elegido en los años siguientes fue el opuesto, pero parece que las ideas del fallecido Dornbusch tendrán su revancha en Grecia.
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